Por AFP Agencia |2 de abril de 2022, 8:57 AM

Las autoridades de Sri Lanka decretaron este sábado un toque de queda de 36 horas y desplegaron tropas armadas con amplias facultades para detener sospechosos, para frenar la escalada de manifestaciones por la crisis económica que sufre el país.

El toque de queda entrará en vigor el sábado por la noche hasta el lunes por la mañana, es decir desde antes y hasta después de manifestaciones previstas para el domingo.

Gotabaya Rajapaksa instauró el estado de emergencia el viernes por la noche, al día siguiente de que cientos de manifestantes intentasen entrar en su residencia para protestar por la escasez de alimentos, combustible y medicamentos.

El jefe de Estado justificó su decisión por la necesidad de "protección del orden público y mantenimiento de los servicios esenciales en la vida de la comunidad".

Soldados equipados con armas automáticas ya habían sido desplegados para controlar a las muchedumbres en las estaciones de servicios y otros lugares, pero eran más numerosos el sábado.

En épocas normales, el ejército no puede actuar solo y debe contentarse con un papel de apoyo a la policía, pero con el estado de emergencia puede intervenir de manera autónoma, por ejemplo para detener civiles.

Este país insular de 22 millones de habitantes, ubicado al sur de la costa de India, se enfrenta a una grave escasez de bienes esenciales y una fuerte inflación por la falta de divisas internacionales y una abultada deuda, en lo que constituye su crisis económica más grave desde su independencia en 1948.

El turismo y las remesas de la diáspora, fundamentales para la economía de Sri Lanka, se derrumbaron durante la pandemia, y el gobierno impuso una amplia prohibición de las importaciones para frenar la sangría de divisas extranjeras.

"Ataques esporádicos"

Según muchos economistas, la crisis se ha exacerbado por la mala gestión del gobierno, la acumulación de deudas y reducciones de impuestos desafortunadas.

El anuncio de toque de queda y La decisión de desplegar al ejército en las calles tuvieron lugar antes de manifestaciones antigubernamentales previstas el domingo. Los activistas incitan en las redes sociales a que la gente proteste en las puertas de sus casas.

"No nos dejaremos disuadir por los gases lacrimógenos. Muy pronto ya no tendrá dólares para reabastecerse", exhortó un mensaje difundido en las redes que alentaba a manifestar a pesar de que las fuerzas de seguridad intenten dispersar las protestas.

De su lado, la embajadora de Estados Unidos, Julie Chung, advirtió que los "esrilanqueses tienen el derecho de manifestar de manera pacífica". "Es esencial para la expresión democrática", agregó.

"Sigo la situación de cerca. Espero que los próximos días estén marcados por la moderación de todas las partes, así como por una estabilidad económica y un alivio muy necesario para aquellos que sufren", tuiteó.

Las autoridades ya impusieron el viernes por segunda noche consecutiva un toque de queda, que fue levantado el sábado al amanecer.

La situación es tensa en varias partes del país.

"Se informó de ataques esporádicos contra la casa de políticos del gobierno", declaró a AFP un responsable de seguridad, quien agregó que un parlamentario del partido en el poder recibió lanzamiento de huevos el viernes durante un acto público en el distrito central de Badulla.

En la vecina estación montañosa de Nuwara Eliya, manifestantes corearon eslóganes anti-Rajapaksa e impidieron a la esposa del primer ministro Mahinda Rajapaksa, Shiranthi, inaugurar una exposición anual de flores.

Durante la protesta del jueves por la noche, los manifestantes encendieron neumáticos para levantar una barricada en la principal arteria de Colombo.

Cientos de personas marcharon a la casa presidencial para pedir su renuncia, quemando dos autobuses militares y una furgoneta policial en su camino antes de ser dispersados por las fuerzas de seguridad con gas lacrimógeno y cañones de agua.

El presidente Rajapaksa acusó el viernes a los manifestantes de querer crear una "primavera árabe", en referencia las manifestaciones antigubernamentales que sacudieron a los países árabes hace más de diez años en reacción a la corrupción y el estancamiento económico.