Se suicida el empleado que decapitó a su jefe en fábrica francesa
En junio, Yassin Salhi decapitó a su jefe e intentó volar la planta de gas donde trabajaba cerca de Lyon, en el este de Francia.
El chofer que en junio decapitó a su jefe e intentó volar la planta de gas donde trabajaba cerca de Lyon, en el este de Francia, se suicidó el martes en la noche en la celda donde estaba confinado en las afueras de París.
Su acto, que planteó el tema de la seguridad de las plantas industriales en Francia, se sumó a la lista de atentados que golpearon en 2015 a este país, desde el ataque contra Charlie Hebdo y un supermercado judío en enero en París hasta los ataques del 13 de noviembre, también en la capital francesa.
Yassin Salhi se suicidó en su celda de aislamiento, informó una fuente penitenciaria, que dijo que el detenido no había sido catalogado como un preso con riesgo de quitarse la vida.
Una fuente de seguridad informó que Salhi se colgó con un cable eléctrico de los barrotes y murió hacia las 21H15 hora local (20H15 GMT).
Salhi, de 35 años, estaba detenido desde junio después de que decapitara a su jefe, Hervé Cornara, y colgara su cabeza en una verja, rodeada de banderas con inscripciones relativas al islam.
El hombre había confesado el crimen, pero negó que éste tuviera una connotación religiosa y dijo que se debía a diferencias profesionales.
Sin embargo se enfrentaba a cargos por terrorismo y la fiscalía afirma que tras decapitar a su empleador envió una foto de la cabeza a un francés que estaba en Siria para pedirle que el grupo yihadista Estado Islámico la difundiera.
Macabro 'selfi'
Según el relato de los investigadores, el 26 de junio de 2015 Yassin Salhi salió por la mañana del apartamento que ocupaba con su mujer y sus tres hijos para dirigirse hacia la sede de su empresa Colicom, al sudeste de Lyon. Llevaba consigo un cuchillo y un fusil de aire comprimido.
En la sede de Colicom, cargó su vehículo con botellas de gas que debía entregar, y luego esperó a Cornara, con el que había tenido un fuerte altercado dos días antes.
Lo hizo subir a su automóvil, luego lo golpeó y lo estranguló. Después se dirigió hacia una fábrica de gas industrial, donde decapitó a su víctima y colgó su cabeza en una verja.
Fue entonces cuando hizo fotos, incluyendo un macabro 'selfi' junto a su víctima, que envió a un amigo de Siria. Posteriormente lanzó el coche contra la fábrica, provocando una explosión, antes de ser controlado por los bomberos, que rápidamente llegaron al lugar, y a los que gritó : "Alá Akbar" (Dios es grande, ndlr.).
El atentado "corresponde muy exactamente a las consignas de Daésh" (acrónimo de Estado Islámico) había afirmado entonces el procurador de París, François Molins, en particular por la voluntad de Salhi de "darle a su acto una máxima publicidad".
El grupo yihadista Estado Islámico (EI) reivindicó los atentados del 13 de noviembre, que causaron 130 muertos y centenares de heridos. Nueve de los autores de los atentados murieron pero un sospechoso, considerado clave, Salah Abdeslam, sigue en paradero desconocido.