Orgullo y frustración entre los palestinos tras la decisión de la CIJ
La CIJ, con sede en La Haya, exigió a Israel que impida cualquier acto de genocidio en Gaza y permita la entrada de ayuda humanitaria al territorio palestino.
En sus casas, en las calles y hasta en cines de Gaza o Cisjordania los palestinos aguardaron este viernes con esperanza y recibieron tironeados entre el orgullo y la frustación el fallo de la Corte Internacional de Justicia (CIJ).
"Me siento orgulloso de la decisión de la Corte, es la primera vez que el mundo le dice a Israel que se pasó de la raya", afirmó Maha Yasin en Rafah, en el sur de la Franja de Gaza, tras conocerse el dictamen de ese tribunal de la ONU.
La CIJ, con sede en La Haya, exigió a Israel que impida cualquier acto de genocidio en Gaza y permita la entrada de ayuda humanitaria al territorio palestino, escenario de una arrolladora ofensiva militar contra Hamás, en represalia por un sangriento taque de milicianos islamistas.
"Lo que Israel nos ha hecho en Gaza desde en estos cuatro meses no ha ocurrido nunca en la historia. Al menos tengo la impresión de que el mundo empieza a simpatizar con nosotros", comenta esta palestina de 42 años, una de los 1,7 millones de palestinos desplazados por la guerra, según estimaciones de la ONU.
"Nuestra sangre, nuestros mártires, nuestras pérdidas físicas y mentales no son en vano", añade.
Según las autoridades de Hamás, en el poder el Gaza, los bombardeos y operaciones terrestres israelíes mataron a 26.083 personas, en su gran mayoría mujeres y menores.
En Ramala, en Cisjordania ocupada, la decepción era palpable entre las decenas de palestinos reunidos en un cine, algunos de ellos con pancartas en las que se leía en inglés: "Nadie es libre hasta que todos sean libres".
"Nos sentíamos muy optimistas, pero ahora estamos descontentos", sostiene Mays Shabana, una de las asistentes.
"El tribunal podría haber pedido claramente un alto el fuego, además de facilitar la entrada de ayuda humanitaria en Gaza", explica Hala Abu Gharbiyeh, enarbolando una mandera de Sudáfrica, el país que pidió que la CIJ investigue si las opracione sisraelíes uponían un riesgo de "genocidio".
"¡Detengan la guerra!"
La guerra empezó el 7 de octubre con la incursión de comandos islamistas en Israel, que mataron a unas 1.140 personas, en su mayoría civiles, y secuestraron a unas 250, según un balance de la AFP a partir de datos oficiales israelíes.
En respuesta, Israel prometió "aniquilar" a Hamás, clasificada como organización terrorista por Estados Unidos, la Unión Europea e Israel, y lanzó una amplia operación militar en Gaza.
El viernes se formó una marea humana alrededor de la ciudad de Jan Yunis, en el sur de Gaza. Desde la víspera, el ejército israelí insta en mensajes en árabe en las redes sociales a la población a evacuar ciertas zonas de la ciudad, donde vehículos blindados tomaron posición.
Decenas de miles de palestinos intentan partir más al sur del pequeño enclave de 362 km2.
Muchos de ellos son niños. Algunos están sentados en el suelo, soportando el frío, frente a la Universidad de Al Aqsa, al oeste de Jan Yunis. Otros caminan, cubiertos con mantas.
El ejército israelí registró a algunas personas y abrió fuego, según testigos entrevistados por la AFP.
Entre ellos, Mushtana Musalim, de 56 años, se dice "agradecido con Sudáfrica" por haber presentado una "denuncia contra Israel" y considera que el fallo de La Haya constituye un "avance" para los palestinos.
"Pero si nos remontamos en la historia, Israel no reconoce las decisiones internacionales", matiza. El CIJ emite fallos jurídicamente vinculantes e inapelables, pero carece de medios para hacerlos cumplir.
"Vivimos humillados. ¡Detengan la guerra! Deténganla!", suplica Inas al Najjar, mientras una espesa nube de humo se eleva sobre Rafah.