Por AFP Agencia |25 de junio de 2017, 6:12 AM

Amenazas de muerte, silencio cómplice e insultos: la homofobia es omnipresente en el fútbol en España, donde ningún jugador osa "salir del armario". Una paradoja en este país tolerante, cuya capital acoge el WorldPride hasta el 2 de julio.

"Primero se negaron a ducharse conmigo". Siendo adolescente, José Manuel Garoz sufrió la marginación en su equipo cuando sus compañeros se enteraron de su homosexualidad por las redes sociales.

"Se metían conmigo constantemente y tuvimos una pelea. Llegamos a las manos y entonces el presidente decidió echarme", recuerda este andaluz, hoy con 22 años, en el campo sintético donde se entrena con un club "gay friendly" de Madrid, GMadrid Sports.

En el país que en 2005 se convirtió en el tercero del mundo en permitir los matrimonios del mismo sexo, la apertura a los LGBT (lesbianas, gays, bisexuales o trans) sigue siendo un tabú en el fútbol profesional.

"Siendo un 8% de población gays y lesbianas es completamente anormal que no haya ningún jugador abiertamente gay", afirma Paco Ramírez, presidente del Observatorio Español contra la LGBTfobia. Los jugadores tienen miedo de que pueda afectar sus carreras, dice.

"Para un jugador que ose salir del armario en estas condiciones, no hay garantía de que los patrocinadores no lo abandonarán", señala Julien Pontes, del colectivo francés Rouge Direct, que lucha contra la homofobia en el fútbol.

Homofobia a flor de piel.

Las instituciones deportivas aseguran combatir la discriminación, como la Liga de Fútbol Profesional (LaLiga), que cada fin de semana denuncia los insultos proferidos en los estadios.

"Nosotros no permitiríamos que tuviesen ningún menosprecio, de compañeros, de público, de medios de comunicación", si un futbolista revela su homosexualidad, declaró hace unos meses el presidente de LaLiga, Javier Tebas.

Por igual, los equipos garantizan su apoyo a sus jugadores si hiciera falta. "Si alguien quiere expresar libremente su homosexualidad, en el club no hay ningún tipo de barrera o cortapisa", dice a la AFP una fuente de la dirección del FC Barcelona.

El atacante francés del Atlético de Madrid Antoine Griezmann buscó quitarle hierro al asunto: "Si yo fuera homosexual lo diría. Aunque es más fácil decir esto cuando no lo eres", dijo a principios de junio a la revista Icon.

Pero las palabras tranquilizadoras no animan a ningún jugador a dar el paso.

"En el mundo del fútbol, la homofobia está a flor de piel", denuncia Jesús Tomillero, un árbitro que recibió amenazas de muerte por denunciar insultos homófobos vertidos contra él. "Se creen que el fútbol es cosa de machos, creen que puede ensuciar la imagen del fútbol una persona gay", lamenta este joven de 22 años.

España, con retraso.

En los estadios españoles, los insultos homófobos son a menudo proferidos para desacreditar al adversario, independientemente de su orientación sexual, real o supuesta. Muchas generaciones de jugadores los han sufrido, desde el ex central español Guti al atacante estrella del Real Madrid Cristiano Ronaldo, pasando por el entrenador catalán Pep Guardiola.

"¿Por qué no lo denuncian? El árbitro no lo pone en el acta. Hay una inacción de parte de todos los actores del deporte", se indigna Rubén López, vocal de deportes de la Federación Estatal de LGBT (FELGTB).

En 2016, el ministerio español del Interior contabilizó 92 "delitos de odio", englobando entre otros los actos homófobos cometidos en un recinto deportivo. Los actos contras las personas LGBT no se cuentan por separado, mientras sigue retrasándose la adopción de una iniciativa parlamentaria para incluir específicamente a gays y lesbiana en una ley contra la intolerancia en el deporte.

"Poco a poco avanzará el mundo del deporte, pero tardará muchísimos años", estima Tomillero.

Algunas iniciativas recientes han tenido eco: en 2015, algunos jugadores comenzaron a usar en sus tacos cordones con los colores del arcoíris, símbolo de la causa LGBT. El club madrileño Rayo Vallecano, hoy en segunda división, adoptó una camiseta con una banda con los colores del arcoíris.

Y desde 2016 LaLiga publica una guía que recomienda la "tolerancia cero" a la discriminación.

Pero España marcha con retraso frente a otros países del norte y occidente de Europa, según activistas.

¿Tuvieron los cordones un impacto real en el fútbol?, se pregunta Rubén López. "Pues no sabemos, porque 'maricón' se sigue gritando en los campos de fútbol", agrega.