Por AFP Agencia |9 de septiembre de 2022, 5:55 AM

Londres, Reino Unido | Ser madre nunca es fácil. Ser reina y madre lo es todavía menos. Fallecida el jueves, Isabel II tuvo su cuota de problemas familiares hasta el fin de su vida.

De hecho, fue su hijo Andrés, considerado su preferido, quien ensombreció sus últimos años de reinado por una acusación en Nueva York de agresión sexual a una menor en el marco de su amistad con el millonario difunto Jeffrey Epstein.

Evitó el juicio con un acuerdo tras pagar millones a la denunciante Virginia Giuffre, pero perdió sus títulos militares, se le privó de usar el título de Alteza Real y se convirtió en paria para la familia.

Con su primogénito Carlos, que asume el trono tras una vida de espera, las relaciones han sido a menudo complicadas. Isabel tenía 22 años cuando nació él y 24 cuando llegó la princesa Ana.

Entonces todavía era princesa, heredera de la Corona, pero partía a veces durante meses para estar con su esposo Felipe, oficial de marina estacionado en Malta, o para giras en el extranjero.

Carlos y Ana se quedaban con sus niñeras e institutrices, como le había pasado a Isabel en su infancia.

La niñera de Carlos era "muy autoritaria", explica a AFP Penny Junor, experta de la monarquía. "La princesa era joven y la niñera se hizo cargo". Isabel "esperaba que la niñera le trajera a Carlos media hora durante la hora del té".

Para esta experta, no hay "ninguna duda" de que la reina amaba a su familia. Pero estaba muy ocupada con sus funciones y "no era muy expresiva".

En fotografías y videos antiguos se puede ver a la soberana sonriente posando con Carlos en su cochecito o agitando un sonajero para el príncipe Andrés, nacido 11 años después del primogénito. Pero no se aprecia ternura.

Cuando el pequeño Carlos, de 5 años, se reencuentra con sus padres que vuelven de una gira de varios meses por la Commonwealth, la reina le tiende la mano.

"Era más distante que indiferente", dirá más tarde el príncipe de Gales en una biografía autorizada.

"Si hubiera sido un caballo o un perro, hubieran sido mucho más cercanos", dice Penny Junor a propósito de Carlos, un niño sensible y torpe, y su madre, que adoraba los corgis y los caballos.

La princesa Ana, destacada jinete y con una personalidad extravertida, compartirá esta pasión con su madre, lo que les acercará durante la adolescencia.

Aun así, el protocolo no ayuda: hijos y nietos deben hacer una reverencia ante la soberana.

La relación con Carlos es todavía más complicada al ser heredero del trono. Su destino depende de la muerte de su madre.

"Siempre ha adorado a su madre, la ha puesto en un pedestal. Pero no es una relación madre-hijo, es más bien una relación monarca-súbdito", dice Penny Junor.

Con sus dos hijos más jóvenes, Andrés y Eduardo, nacidos cuando tenía 33 y 37 años, la reina mantendrá una relación más distendida, incluso apartándose de sus obligaciones durante unos meses después de dar a luz.

Ocho nietos, doce bisnietos

Los cuatro hijos serán enviados desde jóvenes a internados.

En 1992, tres de ellos se separarán de sus parejas: Ana se divorcia de Mark Phillips, Carlos se separa de Diana tras un matrimonio desastroso y Andrés de Sarah Ferguson. Un "annus horribilis" dijo la soberana.

Durante años, Isabel rechazará la idea de un nuevo matrimonio de Carlos con Camila, su amor y su amante de largo tiempo. De hecho, no acudió a su boda civil en 2005, aunque organizó una recepción en el castillo de Windsor.

"No creo que hubiera el mínimo elemento que sugiriera que no se preocupaba de nosotros", dirá la princesa Ana de su madre en un documental de la BBC.

En los últimos meses, la reina tuvo que lidiar con la amenaza de un libro con confidencias de su nieto Enrique, que abandonó sus obligaciones monárquicas y rehizo su vida en California con su mujer, la actriz estadounidense Meghan Markle.

La pareja aireó sus rencores contra la familia real en una entrevista en 2021 en la televisión estadounidense, dejando entender que era racista.

Prevista para los próximos meses, la publicación del libro puede estar ahora en cuestión tras el deceso de la monarca.

Con ocho nietos y doce bisnietos, Isabel amaba las cenas familiares y las fiestas de Navidad en su residencia de Sandrigham.

Su nieto y príncipe heredero Guillermo, del que era muy cercana, le rindió homenaje en el prefacio de una biografía en que saludaba "su amabilidad y su sentido del humor", su "amor por la familia" y "una vida de servicio público" que le sirvió de "modelo".

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