FIFA atrapada en una pesadilla brasileña con orígenes en 2007
El humor de la sociedad brasileña cambió radicalmente desde un 2007 de viento en popa en la economía

RÍO DE JANEIRO, 21 junio 2013 (AFP) - La FIFA siempre separa la política del fútbol como idea básica en su relacionamiento con el mundo, pero esa distancia se esfumó en Brasil donde la Copa Confederaciones se ve azotada por protestas sociales nunca vistas en favor de educación, salud y transporte y contra el exagerado gasto público del Mundial-2014.
La organización del fútbol mundial parece atrapada en una situación inesperada de la cual no sabe cómo salir o no quiere, porque la obligaría a meterse en la política interna del país que recibe sus torneos, luego de siempre defender a rajatabla su autonomía ante los poderes nacionales.
El humor de la sociedad brasileña cambió radicalmente desde un 2007 de viento en popa en la economía, cuando fue asignada la sede mundialista, a este 2013 de alta inflación y desaceleración económica.
Y en las calles comenzaron a aparecer letreros contra la FIFA.
Las protestas pasaron de 2.000 personas en Sao Paulo hace una semana -reprimidas con fuerza- a 300.000 la última noche en Rio de Janeiro, y en casi todas se pudo apreciar varios carteles alusivos a la organización del fútbol.
"Escuelas padrón FIFA", en alusión a los elevados precios de alimentos en los estadios -12 reales (6 dólares) por una cerveza- y las exigencias para los estadios y organización. "Nosotros no elegimos a la FIFA" afirmaba otro letrero.
Dos microbuses de la FIFA y el hotel donde funcionarios de la organización se hospedaban en Salvador de Bahia, donde se enfrentaron el jueves Uruguay y Nigeria (2-1) por la segunda fecha del Grupo B del torneo, fueron apedreados por manifestantes.
Pero los organizadores locales no aceptan la idea de que la organización internacional sea blanco de las protestas.
"Con respecto a Salvador recibimos un informe que dos autobuses fueron dañados. Es un reflejo de lo que está sucediendo. Otros vehículos que estaban también en la misma calle fueron atacados. Los autobuses estaban estacionados, vacíos, por lo que no considero que sea un ataque contra la FIFA", dijo a la prensa el viernes Saint-Clair Milesi, director de comunicaciones del Comité Organizador Local (COL) de la Copa.
La FIFA dijo, por medio de su portavoz en la Copa Confederaciones, Pekka Odriozola, que "cualquier pregunta sobre los incidentes se le debe hacer a las autoridades locales".
Las palabras de 2007
El diario deportivo Lance! lanzó un editorial esta semana que, pese a apoyar las manifestaciones, deja bien en claro que el malestar en las calles no solamente se debe a las perennes carencias sociales del país y que se debió salir a protestar antes.
Cuando se le otorgó el Mundial-2014 a Brasil, el 30 de octubre de 2007, comenzaron a salir declaraciones de las autoridades de entonces que en 2013 son apreciadas por la población como un simple engaño.
"Me ocupo de garantizar que la de 2014 será un Copa en que el poder público nada gastará en actividades deportivas", recuerda Lance! que dijo en 2007 el entonces presidente de la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF), Ricardo Teixeira.
Al 21 de junio de 2013 Brasil ya tiene comprometidos en la Copa Confederaciones y el Mundial-2014 un total de 15.000 millones de dólares.
Teixeira renunció en 2012 en medio de denuncias de corrupción.
"La sociedad está muy acertada en protestar, la cuestión es absurda", dijo el antropólogo experto en temas de fútbol Roberto DaMatta.
"La diferencia entre lo que fue proyectado y lo que fue el gasto para los estadios es gigante".
Futuro hipotecado
La FIFA afirma, como han reiterado Odriozola y otros responsables, que torneos como el Mundial dejan inversiones tangibles para el futuro.
Eso es innegable, pero por como lo terminó haciendo Brasil, parece más una pesada hipoteca.
El plan del gobierno anterior de Luiz Inácio Lula Da Silva era aprovechar el torneo para impulsar entre otros aspectos el desarrollo del empobrecido noreste.
Pero ahora los estados tendrán que pagar durante años para saldar deudas contraídas con el banco estatal BNDES, que financió las obras.
Dos ejemplos: Ceará tendrá que desembolsar 407.000 reales (203.500 dólares) por mes durante ocho años para pagar el estadio Castelao, que costó 259 millones de dólares, 175 pagados por el BNDES, eso sí, menos de los 312 millones proyectados.
Bahía, por su parte, deberá pagar 51 millones de dólares por año durante 15 años para solventar una deuda de 160 millones con el BNDES. El estadio Fonte Nova trepó a 345 millones de dólares desde los 300 proyectados inicialmente.
En 2010 el entonces ministro brasileño de Deportes Orlando Silva dijo "después del 11 de julio (fecha de la final de Sudáfrica-2010) espero que tengamos 15 minutos para conmemorar el sexto título de Brasil, porque a partir de entonces todo el mundo estará con su mirada puesta en el país".
Erró el pronóstico deportivo, acertó en lo demás, aunque ahora es por las razones equivocadas.