4 de marzo de 2021, 17:15 PM

Por Pablo Vargas | [email protected]

Un verdadero vacío emocional. Así se puede describir la sensación que nos quedó tras volver a vivir, siete años después en nuestras ‘Noches de Let’s Play’ en Teletica.com y Revista Level Up, el espectacular y emotivo final de Life is Strange. Una mezcla de emociones encontradas que no experimentábamos desde aquel mítico desenlace que nos regaló Vince Gilligan, al darle cierre a la historia de Walter White en Breaking Bad y preguntarnos '¿Ahora que hacemos con nuestra vida?'.

Siete años después, regresamos al episodio final de Life is Strange para ser testigos, de cómo la obra maestra de Dontnod Entertainment, se ha consagrado como una de las mejores historias que hayamos podido disfrutar en la última década, gracias a una trama impresionante y sumamente emotiva que engancha de principio a fin y una pareja de personajes que será imposible sacar de nuestra memoria una vez hayamos concluido nuestra aventura.

Cada giro completamente inesperado en su historia, cada personaje secundario y principal estructurado monumentalmente, cada partícula del apartado gráfico que se ve reflejado en las maravillosas fotografías que la protagonista almacena en su diario, cada nota de la banda sonora que brilla con luz propia y cada detalle de la cultura de nuestra generación plasmado en el juego se encuentra tan perfectamente colocado, que al final de la aventura, no queda mayor sensación en los huesos de que se está disfrutando de algo tan único y especial, que la vida no será igual tras haber concluido la travesía de Max por salvar a su mejor amiga de lo que parece una muerte inevitable.

Y es que, contra todos los pronósticos y obstáculos presentados en su proceso de desarrollo, sus creadores han plasmado en ‘Life is Strange’ un verdadero soplo de aire fresco en la industria, al mezclar de forma precisa los factores que han convertido a joyas como ‘Heavy Rain’, ‘The Walking Dead’ y ‘The Longest Journey’ en referentes de su género, sintiendo el peso de cada una de las decisiones que tomamos, en una historia en la que todos los detalles, por más ínfimos que parezcan, cuentan y en el que que no aceptar o tomar una simple llamada puede desencadenar una serie de eventos que nos golpearán de frente, sin haberlos visto nunca llegar, y dejarán una gran huella emocional que será difícil de compensar.

La esencia de obras maestras como lo son ‘Twin Peaks’ -la relación que existe entre Rachel Ambers y Laura Palmer como hilo conductor es escalofriante y mágica al mismo tiempo-, o ‘El Fin de la Eternidad’ en su espectacular ambientación y la fortificada caracterización de personajes femeninos, alejándose de los estereotipos de la damisela en apuros y tocando sin contemplaciones la crudeza del suicidio, el abuso sexual, el cyber-acoso, la pedofilia, la eutanasia, el consumo de drogas y la muerte de los seres queridos, sin llegar a convertirse en un panfleto de descarga social, pero identificando de principio a fin al jugador(a) con todo lo que tienen que soportar las protagonistas del juego, prevaleciendo siempre el valor de la lealtad y la amistad, y la respuesta a la pregunta de qué tan lejos estaríamos dispuestos a llegar por salvar a un ser querido. 

Lo que empieza como la historia de dos amigas de la infancia que se reencuentran tras años de ausencia, da paso a una historia excepcional ante la desaparición de Rachel Ambers, la amada y ejemplar estudiante de Arcadia Bay y el descubrimiento de la habilidad de Max de poder retroceder el tiempo, terminará involucrando a la pareja de protagonistas en una red de asesinatos, tráfico de influencias, trata de blancas, corrupción familiar y una cuenta regresiva por salvar un pueblo que carga en sus hombros con un oscuro secreto.

Mientras sus habitantes aguardan la llegada eminente de un brutal desastre que se encuentra ligado al destino de la joven pareja, la historia se va con construyendo con descargas de adrenalina y sentimientos encontrados, todo esto condimentado en un poderoso argumento narrativo que se convierte en una verdadera oda al arte de contar buenas historias, gracias a cada uno de los giros que dará el juego en sus cinco episodios hasta ese magistral final que aún hoy, siete años después, nos sigue dejando sin aliento y con el corazón en la mano.

Desde su hermosa paleta de colores, hasta el peculiar diseño de los personajes y las historias que le rodean, la desarrolladora francesa ha logrado impregnar en el juego la atmósfera de un trabajo hecho con esmero y cariño, siendo su punto más alto el diario de Max, ese peculiar rincón literario en el que van almacenando los recuerdos y percepciones de la protagonista sobre los sucesos que acontecen, reflejando la personalidad de cada uno de los secundarios y la esencia geek de una protagonista que se siente tan natural y cercana que es imposible no identificarse con cada uno de los personajes que le rodea y el destino final de sus acciones.

Y ahí es donde reside la clave de Life is Strange. Lo mucho que el jugador llega a identificarse con cada personaje hasta en el más pequeño detalle. Porque donde otros fallan, la desarrolladora francesa logra crear unos vínculos tan fuertes con cada uno de los personajes de la historia, que una mala decisión tomada en el juego seguirá pensando en nuestra conciencia, al conocerse la consecuencia de nuestras acciones conforme avanza la trama, metiendo verdadera presión en cada paso que damos, llegando a llorar la muerte de un personaje como propia o provocando la liberación del alma tras lograr llegar a buen puerto al final de cada episodio.

Todo esto, avanzando con una intensidad y carga emocional, que tendrá un épico clímax en sus dos episodios finales, que se han desmarcado con méritos propios de otros títulos del género, para colocarse como uno de los momentos más impactantes en la historia de los videojuegos, con un desenlace que no dejará a nadie indiferente y provocará esa sensación de vacío que durará por meses e incluso años, pero al mismo tiempo de agradecimiento al encontrarnos una experiencia única e inigualable que permanecerá por siempre en el corazón y la memoria, y que siete años después, nos hizo volvernos a encontrar, para reír y llorar. 

Calificación final 9/10