Por Susana Peña Nassar |25 de abril de 2021, 8:00 AM

El 25 de diciembre de 2020, la vida de la familia Núñez Badilla cambió para siempre: Samuel, el menor de los exsiameses, murió en su casa de habitación. Hasta el último momento estuvo acompañado de Ezequiel, su hermano, a quien estuvo unido por la cabeza durante dos años.

Este domingo se cumplen cuatro meses desde ese triste día. Evelyn Badilla decidió hablar sobre la pérdida de su hijo: aún con lágrimas en los ojos y la voz quebrada, la mamá de Samuel relató los días previos a su partida, el proceso que han vivido como familia y los lindos recuerdos que le dejó "el amor de su vida". 

La siguiente es la conversación que Teletica.com sostuvo con la mamá de 'Sami'.

¿Los días previos Samuel estaba bien?, ¿cómo los vivieron cómo familia?

Sí, él estaba bien, gracias a Dios estaba bien. Esos días los vivimos muy bonitos, estábamos decorando la casa de Navidad, estuvimos compartiendo mucho en familia. Fueron días de mucha serenidad, estábamos disfrutando las mañanas, sin hacer oficio, tirados en las mecedoras, en la hamaca, solo siendo una familia feliz. Creo que Dios nos estaba preparando, porque disfrutábamos tanto. Era tiempo de calidad en familia lo que pasamos. Samuelito se nos fue y él estaba sano, gracias a Dios.

¿La muerte fue totalmente inesperada o de alguna manera ustedes sabían que podía ocurrir?

Él había estado súper bien. Fue una sorpresa, horrible. Lo vimos grave tantas veces y tantas veces ganarle a la muerte, que nosotros pensábamos ‘en una de esas puede pasar’; pero no pasó: pasó cuando él estaba bien.

¿Los médicos les explicaron que ocurrió?

Han sido como suposiciones, porque los médicos no lo vieron. Él, al ser un paciente paliativo por toda su condición, además de que era Navidad y todo, se hizo una valoración por parte del médico, vía telefónica, se le dieron todos los datos y se declaró como una muerte natural.

Conversando con los médicos del Hospital de Niños nos dicen que es posible que haya sido una falla neurológica, por todas las secuelas que él tenía. No le digo que fue un paro, no fue un ataque, no fue nada de eso, fue algo natural porque Dios se lo quería llevar el día de su cumpleaños. Él estaba tranquila, de hecho, a como él dormía, así amaneció, así estaba. Él solo durmió y pasó con sus sueños directo al cielo.

¿Cómo enfrentar la muerte de un hijo, sobre todo luego de superar el momento “crítico” de la separación?

Momentos críticos, en especial con Sami, nosotros tuvimos muchos. La separación fue como la punta de lo grave, pero a la par de la separación estuvo la recuperación, que él enfrentó dos derrames cerebrales. Nos decían ‘esta noche se desconecta, esta noche se va a desconectar, esta noche se va’, pedíamos oración y Dios venía y hacía el milagro y lo volvía a levantar. Gracias a Dios él salió de esa recuperación que fue durísima.

Después tuvo unas tres gravedades fuertes, estuvo intubado, internado en el 2019 muchas veces porque le dio bronconeumonía y, junto a eso, la hidrocefalia… Tuvo muchos episodios graves, pero Samuel era un guerrero, entonces él salía. Tenía unos días de lucha y cuando ya se componía, estaba muerto de risa y dispuesto a irse para la casa.

¿Cómo lo han vivido sus otros hijos?, ¿cómo es la vida de Ezequiel sin Samuel?

Yo no sé cómo lo ha vivido, porque él no nos puede decir con palabras si está sufriendo. Sami, el día que murió, murió a la par de Ezequiel. Mientras nosotros estábamos con él, sin vida, Ezequiel estaba jugando con sus cajitas de música. No sé si él entenderá.

Con José ha sido muy duro porque él sufre por el hermano. Le ha ayudado mucho que tiene a los primos a la par, entonces como que se refugia en los primos, juega mucho con ellos. No sé, para los niños la muerte es como más natural que para los adultos. Él dice ‘yo lo extraño, pero sé que es un ángel de Dios y está en el cielo’, de una vez se autoconsuela.

¿La mayor enseñanza que le dejó Samuel?

Yo creo que ser valiente, ponerle una cara bonita a la vida aunque sea dura. Samuel me dejó a mí infinidad de cosas porque él era un niño maravilloso. Perdón que se me quiebre la voz, pero él era el amor de mi vida. Mis hijos todos son especiales, pero Samuel tenía más atención porque él padecía más… Que él se fuera, es muy duro, yo me siento como desocupada, a la vez me siento aliviada porque sé que ya está sano, ya no necesita oxígeno, ya puede comerse las frutas que quiera, me mentalizo en eso. Ahorita debe estar haciendo diabluras (ríe). Mi abuelita partió en octubre al cielo y decía que Samuel era de ella, yo me imagino que allá están disfrutándose uno al otro. Pienso en eso y me da mucha alegría, también junto al hermanito mayor, que fue mi hijo Isaac, el que perdí durante mi primer embarazo. 

Eso me consuela, saber que están juntos y que están bien: hay personas que sueñan con ellos y siempre los han visto en un jardín lleno de flores, jugando. Amistades y familiares lo han visto brincando y diciendo ‘ya hablo, ya hablo’, diciendo que ya camina, que lo vean, que ya sabe brincar y lo han visto con la cabecita completa. Yo no sé por qué a mí no me ha dado ese regalo, pero el día que me lo dé, dejo de llorar automáticamente.

¿Cómo es el proceso de duelo cuando hay que levantarse y seguir velando por sus hijos?

Es un poco complejo porque uno como mamá no quiere que los hijos lo vean llorando, conforme pasa el tiempo las cosas van cambiando. La primera semana fue terrible, mi hijo Fran llegaba y lo primero que buscaba era verme la cara, se quedaba viéndome a los ojos y me decía ‘¿estás bien?’ Le decía que sí y respondía ‘ah bueno, entonces me voy a jugar’. No sé cómo será para otras mamás que han perdido bebés con condiciones especiales y se le va: ya usted deja de alimentarlo por sonda, deja de tener cuidados especiales porque solo es uno; en mi caso se me fue uno, pero yo sigo haciendo lo mismo. Es extraño. 

Hay días lindos, hay días muy difíciles en que pasamos muy llorones y necesitamos un espacio, lo que hacemos es que nos acompañamos Stallin y yo. Yo no me escondo para llorar, no escondemos el dolor, la tristeza, pero seguimos la vida: yo sigo estudiando, eso fue una estrategia para estar distraída, Stallin también está estudiando. Siempre recordándolo con amor (a Samuel), todos los días. Yo no lo pongo en mis estados (de redes sociales) porque es como meterme puñaladas yo misma, lo pongo de vez en cuando, trato de no ver fotos por ahora, hay días que sí puedo, hay otros que ni siquiera puedo decir ‘Sa’ porque ya estoy llorando, es muy duro.

Ustedes siempre han estado agarrados de la mano Dios, en todas las etapas, me imagino que en esta también…

Le di gracias a Dios porque Samu tuvo un año maravilloso, el último año de vida él lo tuvo muy lindo, rodeado de naturaleza, de familia. Yo creo que la pandemia nos ayudó porque nos mandó para San Vito y allá tuvo a las tías que lo chinearon, las abuelas, los abuelos, lo chinearon tanto, tanto… Pudo respirar aire fresco, estar sano, ningún médico lo tocó durante 10 meses, se fue con sus manitas sin punzadas, se fue en el momento perfecto: no se fue cuando un médico dijo ‘su hijo se va a morir’, él se fue cuando Dios lo quiso” y cuando él estaba bien. 

Yo no le reclamo a Dios porque, más bien, Samuel hizo un gran esfuerzo para estar con nosotros, él se quedó con nosotros como para complacernos, porque en realidad hacía tiempo que se quería ir: él padecía mucho, sufría mucho y pasó por muchas pruebas, pero seguro él decía ‘voy a quedarme para darle esto a mami y a papi’ y a tanta gente que lo amó.

Es increíble, la gente que llama o que escribe ‘yo amaba mucho a Samuel, aunque no lo conocí’. Él tenía a un montón de gente enamorada y va a ser recordado todo el tiempo.

¿Cómo está Ezequiel?

Ezequiel está muy bien, esta semana estamos en citas de control. Lo ha visto Fisiatría, Pediatría, Neurocirugía y todos lo han encontrado más grande, más gordo, ya tiene casi año y medio de no convulsionar, ha estado súper bien. Ahora estamos con la meta de quitarle la traqueostomía, los doctores y nosotros estamos enfocados en eso, en quitarla este año. Estamos cuidándolo muchísimo, como siempre, para ver si es posible ese sueño y verlo a él, escucharlo con esas carcajadas. 

Está yendo a la escuela (nivel de transición), le va súper bien, se lleva bien con las maestras y le gusta mucho socializar. La cantidad de alumnos es muy poquita, son como ocho chiquitos, la maestra trabaja solo con él, donde vivimos no hay casos. Igual mantenemos distancia, no recibimos visitas, solo la burbuja.

¿Qué le dice a los costarricenses que tantos años después siguen pendientes de ustedes?

Les agradezco porque han sido un apoyo para nosotros, una base donde siempre tenemos una palabra bonita que nos anime. Les agradezco muchísimo por acompañarnos, por el cariño, por siempre respetarnos, es algo muy bonito. Agradecerles por todas las oraciones y por el amor que han tenido hacia nuestros hijos, tantas ayudas que nos han dado en momentos difíciles; decirles que estamos bien, sobrellevando esto, que oren por nosotros y que ahí tienen un ángel al que le pueden pedir compañía, es un ángel muy especial.