Por Luis Jiménez |5 de mayo de 2022, 15:30 PM

Fiorella Salazar dejará su cargo como ministra de Justicia el próximo domingo 8 de mayo, una vez que asuma el poder el nuevo Gobierno, liderado por el presidente electo, Rodrigo Chaves. 

Durante los dos años que estuvo al frente de la institución, la jerarca enfrentó varios retos, pero considera que la pandemia y el hacinamiento carcelario fueron los principales.

Teletica.com conversó con Salazar para conocer más sobre el trabajo realizado durante todo este tiempo. 

Cuando inició su gestión al frente del Ministerio de Justicia y Paz, ¿qué encontró?

Yo asumo el ministerio el 14 de febrero de 2020, justamente el día de San Valentín, y lo primero que me encuentro es el tema de monitoreo electrónico. Se habían tenido algunas diferencias en el proceso de manejo con respecto al proveedor, era una situación que había que atender de inmediato y, al mismo tiempo, la situación en los centros penitenciarios por la sobrepoblación carcelaria, en aquel momento, de hacinamiento.

Dos semanas después de asumir el puesto, llegó el primer caso de COVID-19 al país (6 de marzo). Nadie, probablemente, se imaginaba que podíamos estar en una situación así y, definitivamente, el reto más importante, a pocos días de haber llegado, tenía que ver con el tema de la pandemia.

Llega un virus al país, llega un virus al sistema penitenciario, ya era una situación mundial que podía tener dimensiones muy grandes en el sistema penitenciario que impactaría tanto dentro de la población penal como en el propio sistema de salud del país. Lo principal a lo que nos abocamos fue, evidentemente, a tomar todas las medidas preventivas necesarias para que el virus no nos afectara.

A pesar de que el virus llegó al país a principios de marzo, al sistema penitenciario llegó hasta el mes de julio.

¿Cómo fue la atención de la pandemia dentro de los centros penitenciarios?

Una pandemia es una situación inédita, por lo menos para las generaciones que no lo habíamos visto.

Primero, tuvimos que atender la parte humana y aquí lo primero es la salud y la vida de las personas, a partir de ahí, necesitamos ver en qué condiciones estamos para poder abocarnos a esta atención porque no sabíamos tampoco el plazo que esto nos iba a tomar.

Datos importantes que se empezaron a evidenciar ahí tenían que ver con la infraestructura. Ya el sistema penitenciario tenía un estrés suficiente con una sobrepoblación carcelaria importante y ahora teníamos que buscar espacios donde ya no había, espacios adicionales para aislar a las personas de forma que el virus tuviera una pared de fuego contra la cual pegara y no pudiera entrar al sistema penitenciario.

¿La pandemia fue lo más difícil durante su gestión?

Fue muy retador porque tuvimos que hacer un aislamiento para que no entrara el virus a todo el complejo del sistema penitenciario y no hubiera un contagio masivo, empezamos a generar un cuello de botella para que no ingresaran otras personas al sistema. Teníamos a la gente bien cuidada adentro, pero una larga lista de espera para ingresar al sistema penitenciario y eso generó tensiones importantes, principalmente con el Poder Judicial.

Nosotros buscábamos que se entendiera que la gente no podía entrar con el mismo dinamismo, con la misma rapidez que entraba en tiempos normales, ya que era necesario hacer el aislamiento. Lo más importante era cuidarle la vida a las personas con quienes nosotros ya teníamos una responsabilidad, que eran las personas que estaban en el sistema penitenciario.

Sin duda, la pandemia fue lo más difícil en todos los sectores del país y el penitenciario no fue la excepción. Es el reto más grande que hemos enfrentado en los últimos dos años, que justamente son los dos años que tengo de estar en la cartera.

¿Cómo hizo Justicia para logar, en una ocasión, tener cero casos de COVID-19, algo que ocurrió en diciembre de 2021?

Desde el primer día hubiéramos querido no tener ningún caso en el sistema, pero llegar finalmente a esa meta, durante incluso el tiempo todavía de emergencia nacional, que no se ha levantado, era la meta para lograr. Para eso establecimos, desde febrero de 2020, una comisión de trabajo dentro de la institución, que permanece hasta el día de hoy, la cual se ha reunido casi todos los días para ir monitoreando qué pasa en el sistema penitenciario y qué pasa en los factores externos al sistema penitenciario que lo afectan.

El trabajo de prevención fue fundamental, tanto así que logramos llegar a cero casos a finales de 2021. Esa es la clave en el trabajo de la atención a la pandemia: la prevención.

¿Que ya no haya hacinamiento carcelario fue el gran logro de su gestión?

Sin duda alguna, lo fue. Cuando vemos números, pensamos en las situaciones y circunstancias, en que en algún momento el sistema penitenciario llegó a tener un 40% de hacinamiento. Era un tema preocupante, que ahora lo vemos con otra perspectiva porque en marzo llegamos a un 5.8% de sobrepoblación, ya no se considera hacinamiento.

Esto refleja que todas las personas puedan tener el espacio que se conoce internacionalmente como el espacio para que vivan, para que tengan su dignidad, un buen lugar donde dormir y desenvolverse. Porque el único derecho que las personas privadas de libertad tienen suspendido, temporalmente, justamente es el de movimiento. Todos los demás derechos los comparten con todos los ciudadanos, incluso el tema de las elecciones.

Eso es un ejemplo importante, de que la gente vea que son iguales en derechos a todos los que estamos fuera de los centros penitenciarios. La disminución del hacinamiento para llegar a sobrepoblación lo que nos dice es que la gente, cada vez más, dentro de los centros penitenciarios, tiene el espacio y garantía desde la perspectiva de los derechos humanos.

¿Los privados de libertad han tenido un cambio en la actitud o comportamiento ahora que tienen más espacio ante la disminución del hacinamiento?  

Creo que eso queda a la vista porque no hemos tenido, afortunadamente, incidentes de violencia dentro de los centros penitenciarios, hubo manifestaciones en algunos casos de inconformidades por la pandemia.

Tampoco tuvimos ninguna situación que tuviera que ver con violencia. Es normal que la población penal se manifieste y encuentra sus formas para hacerlo, pero no hemos encontrado y no hemos tenido un incidente importante de violencia dentro de los centros y yo creo que eso se ve alimentado, por un lado, porque la población penal reconoce los esfuerzos que se hacen por su bienestar y, por otro, porque las condiciones en las cuales pueden convivir cada vez son más holgadas.

¿Cómo se vive una huelga de hambre dentro de un centro penitenciario?

Es muy interesante porque nosotros no podemos definirlo de tal forma, de manera contundente. Lo que vimos hace algunas semanas no fue una huelga de hambre. La población privada de libertad no recibía alimentos que la institución les daba, pero tenían los alimentos que les llevaban sus familiares y eso quiere decir que sí se estaban alimentando.

Vimos una dinámica en que algunos privados de libertad desayunaban, otros almorzaban y hasta cenaban, no hubo personas que se privaron por completo de los tres tiempos de alimentación y en los exámenes médicos que se les hicieron, las personas estaban en buenas condiciones, ni siquiera llegaron a estar deshidratadas.

¿En algún momento temió por su integridad al entrar a un centro penitenciario?

En ningún momento, porque definitivamente siempre la aproximación y el acercamiento con ellos fue de igual a igual.

Hay una condición que, independientemente del puesto que yo pueda tener o de la condición que ellos están descontando en la sentencia, hay algo que tenemos en común y es que somos seres humanos, tanto ellos como nosotros los que trabajamos para servirles.

Cuando uno se aproxima a otro ser humano, desde esa horizontalidad, uno puede llegar y conversar, escuchar, reconocer lo que no se puede hacer en este momento y ofrecer lo que se va a hacer, pero sobre todo salir de ahí a ver cómo puede cumplir con la palabra que usted entregó y ese cumplimiento de los compromisos que asumimos con la población, en estos dos años, que se viera que lo íbamos cumpliendo, era lo que nos daba la garantía de que podíamos tener ese tipo de conversaciones y contacto sin el miedo a que pudiera escalar otra situación y, afortunadamente, en ningún momento escaló.

Siempre fueron conversaciones enriquecedoras para ellos y también para nosotros.

Entrevista con la ministra Fiorella Salazar: 


¿Tiene una historia con algún privado de libertad que usted se lleva en el corazón y que la deja marcada de por vida?

Me llevo muchos, desde situaciones personales que ellos me compartieron hasta de salud, donde buscamos de alguna forma atender con las autoridades sanitarias del país.

Me conmueve mucho cuando se gradúa gente de la escuela porque hay adultos que aprenden a leer y escribir.

Yo no digo que ningún crimen tenga una justificación, ningún delito tiene una justificación, pero uno puede entender historias de vida que explican por qué una persona puede haber llegado a un centro penitenciario. La cárcel no es absoluta, no es un fin en sí mismo, sino que la cárcel cumple su propósito de rehabilitar a las personas.

¿Cuáles son los principales logros de su administración?

Definitivamente, el gran trabajo en equipo que hemos hecho, la disminución de la sobrepoblación carcelaria al llegar al 5.8% a finales del mes de marzo. Esto no es un tema solo de la institución, es un tema para el país, el hecho de que se haya creado infraestructura penitenciaria. Es un empuje importante para que el país pueda sostener ese nivel de sobrepoblación y ojalá que lo puedan bajar más.

El sistema penitenciario no es el patio trasero del país, no es una bodega de seres humanos, es realmente un proceso que necesita infraestructura, personal que lo atienda para que de ahí salga algo distinto. Si al sistema penitenciario se le tira mala vibra, por decirlo así, un mal sentimiento de la sociedad, eso es lo que se va a reflejar luego cuando las personas salgan.

Lo que se ha logrado a nivel de infraestructura, a nivel de personal, la disminución de la sobrepoblación es, probablemente, una de las cosas más importantes. Otra de las cosas que yo destacaría es la cantidad de policías penitenciarios que ingresaron a la institución en 2021, luego de la apertura del CAI Terrazas.

Hay que pensar en el sistema penitenciario como uno de los componentes vivos de nuestra sociedad y pensar en la inclusión de la gente que está, y considerar el sistema penitenciario dentro de las grandes decisiones, incluso fiscales, que toma el país.

¿En qué debe de prestar más atención y enfocarse el próximo ministro de Justicia?

Debe tener la cercanía para trabajar con los equipos de la institución, justamente porque el trabajo no lo hace un ministro ni una ministra, lo hace una gran institución con muchos equipos de trabajo interdisciplinarios, intersectoriales. Debe tener mucha cercanía con los equipos y muy claras las metas que se quieren lograr y tratar de sostener los buenos resultados que se han hecho e, incluso, ir a más allá que el 5.8% que estamos dejando de sobrepoblación.

Ojalá la sobrepoblación caiga hasta cero con la nueva infraestructura que se pueda hacer, pero que tenga muy en cuenta que no es solo un tema de ladrillos, es un tema de gente.

El tema del sistema penitenciario pasa muchísimo por crear las condiciones dignas, tanto para población penal como para los funcionarios que laboran y sirven ahí, como por lograr los recursos necesarios. Para hacer esto hay que tener el momento y la visión de dónde se quiere llegar.

¿Qué sigue de ahora en adelante cuando Fiorella deje de ser la ministra de Justicia?

Como cualquier persona, tengo que salir a buscar trabajo, ver dónde está la nueva etapa de la vida, dónde podría servir y ofrecer mi conocimiento, la experiencia y, sobre todo, las ganas de hacer algo por este país. En la siguiente etapa todas las oportunidades están abiertas.

¿Qué mensaje les deja a los privados de libertad?

Primero, les daría las gracias a toda la población penal del país porque en el tiempo en que yo estuve trabajando para ellos se comportaron de manera excepcional.

Durante la pandemia dieron un ejemplo exquisito y me arriesgo a decir, a nivel no solo nacional, sino internacional, de responsabilidad, de apego a los protocolos y de mensaje a sus propias familias.

No olvido que, empezando no más la pandemia, la población penal le decía a su familia 'quédate en casa', hicieron hasta una canción que se hizo súper famosa, así que tengo que darles las gracias por haber estado hombro con hombro, llevando adelante una situación, cada uno en la parte de la historia que nos tocó; ellos siendo la población penal y nosotros los funcionarios.

Les deseo lo mejor a partir de este momento, que la nueva etapa de su vida, ya sea en la que están o la que ha de venir, sea una etapa en la que saquen lo máximo que tienen como seres humanos porque son capaces de hacer cosas buenas y lo han demostrado.

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