Por José Fernando Araya |16 de octubre de 2022, 13:03 PM

Su nombre es María Fernanda Salazar, en ese momento tenía 29 años. Vivía una vida plena con ejercicio, dieta con nutricionista y completamente sana.

Su vida era normal, hasta que una mañana se sentó frente al televisor para ver un programa matutino. Ahí hablaron del autoexamen de seno para detectar el cáncer de mama como parte del mes de la prevención.

Esa mañana su vida cambió. Sudó frío cuando sintió una pelotita en uno de sus pechos… Lo peor estaba por venir.

¿Yo cáncer de seno? ¿Pero estoy muy joven, eso solo da a las señoras adultas?

Según la BBC, citando a la fundación de caridad CoppaFeel! (que exhorta a las mujeres jóvenes a hacerse inspecciones táctiles de los senos en Inglaterra), una cuarta parte de las jóvenes no están conscientes de que el cáncer de mama las puede afectar.

Mientras que según reveló la Sociedad Argentina de Mastología, los casos en mujeres jóvenes son apenas del 2%, aunque podrían llegar a ser más graves.

Incluso a nivel mundial se han llegado a registrar casos más extremos de mujeres padeciendo de cáncer a los 21 años, aunque esto es sumamente raro. 

Salazar, quien logró vencer al cáncer hace escasos meses, habló con Teletica.com para hacer consciencia de esta grave enfermedad y su detección temprana.

¿Cómo se da cuenta que tiene cáncer de seno, pues usted confesó que antes no hacía autoexámenes?

-Exactamente, hace un año para el mes rosa estaban haciendo una entrevista en Buen Día con una doctora que explicaba cómo se debía palpar las mamas para detectar algún nódulo.

De casualidad, mientras estaba viendo la tele empecé a palparme y sentí una pelotita dura, como el tamaño de una almendra. Yo no sabía cómo proceder, si tenía que ir al EBAIS o al hospital por lo que pedí ayuda. Al final, la doctora me revisó y efectivamente había una pelotita.

Me dijeron que no parecía ser nada malo porque no tenía ninguna enfermedad en el pecho, pero, me dijeron que, si quería estar segura de saber lo que tenía, lo mejor era hacerme un ultrasonido y me volvieron a decir que no me asustara, pero que lo mejor era hacerme una biopsia lo más pronto posible.

Tres semanas después me hicieron la biopsia y me diagnosticaron que tenía cáncer HER2 en etapa 1. También me dijeron que íbamos a sacarme toda la mama y que me pondrían un implante y que ya después de eso tenía que someterme a quimioterapia y me operaron 13 días después. Descansamos diciembre y enero, hasta cuando inicié con las 12 sesiones de quimioterapia. Creo que esa es la parte más difícil cuando te diagnostican un cáncer”.

Me llama mucho la atención que fue gracias a la tele que te realizaste un autoexamen. ¿Antes no te habías hecho uno o creías que podías llegar a padecer de cáncer de mama?

En la mayoría de las campañas en este mes le dicen a uno que se haga la mamografía después de los 35 años, pero nunca te dicen que puedes tener cáncer a esta esta edad. Dos amigas de mi hermana les detectaron cáncer entre 34 y 35 años, entonces eso me generó como una alerta, el año pasado y ahí fue donde después de ver la entrevista dije, “ok, me voy a revisar porque puede ser que sí” y pues no sentía ningún otro síntoma ni nada como secreción en los pechos o algún otro síntoma.

¿Qué sintió en ese momento del diagnóstico?

-Vamos a ver… Creo que es un estado de shock, porque lo que piensas es en la muerte. Vos decís me voy a morir y tan joven también. Yo decía me voy a morir y entonces recuerdo que el doc me decía: “si tienes que llorar, llorá porque yo estaba muy impactada y ni siquiera lloraba.

Ya después sí sentí mucho miedo, pero, vamos a ver, el doctor de una vez me dijo “vamos a hacer esto (señalando un plan)” entonces el tener una mala noticia como estas, pero tener un plan de acción y que te digan: “mira, esto va a salir bien”. Todo eso te dice “OK tengo una esperanza”.

¿Cómo se sintió al llegar a afrontar ese proceso de quimioterapia y todas las dificultades que conlleva?

Da mucho esa impresión de que hay gente a la cual no le detectaron el cáncer tan a tiempo. Creo que el llegar ahí y ver a tantas personas enfermas o tantas personas pasando por este proceso te da como un golpe de realidad y decís “Ok, vamos a ver, yo puedo estar ahí”, o sea, “esa puedo ser yo dentro de dos meses”.

Es un bombardeo de cosas negativas porque es una impresión muy grande, hasta después es que te calmas y decís “ok bueno, vamos a ver qué tengo yo positivo que me pueda ayudar a luchar contra lo que me está pasando”.

¿Cómo se maneja el tema de la pérdida del cabello debido a la quimioterapia siendo una persona adulta-joven?

-Es muy difícil. A ver cuando estás en quimio vas a las salas de quimioterapia o vas a los hospitales y la gente te ve y entiende que estás pasando un proceso, pero cuando salís a un bar o un restaurante o a la playa, la gente te ve y no va a entender o no va a asumir, que lo que te está pasando es una enfermedad.

Pero llega un momento en el poco importa, pues nadie está conmigo en este proceso y sabe lo que yo siento como para poder juzgar cómo me veo con pelo o sin pelo digamos.

¿Cuáles fueron sus apoyos en esta etapa, más allá de los familiares y seres queridos?

Le digo a todo el mundo, para mí lo que te salva es el amor y no solo hablo del amor en una relación de pareja, hablo del amor que he recibido desde todo lado, desde los médicos que te tratan, desde las enfermeras, desde tu familia, desde mis perros, de los amigos… Creo que por ahí esa parte es muy fuerte y también el leer testimonios de gente que ya pasó por ahí.

Tuve mucho agradecimiento por Melissa Flores (sobreviviente de cáncer que la guió en sus momentos más difíciles). Para mi Meli lo que me dio fue esperanza, ella era el después del cáncer pues lo venció hace tres o cuatro años y tiene una vida y una familia. Entonces yo decía: “OK, eso es lo que me va a pasar a mí, yo puedo seguir, hay algo después de esto”. Creo que es apoyarse en gente, que ya pasó por ahí.

¿Siente que ahora usted asumió ese rol de concientizar a la población?

Creo que he tratado de hacerlo con un par de personas que están enfrentando cáncer en este momento y si pudiera hacerlo con cualquiera más, lo haría. Incluso le he dicho al doctor y la psicóloga que, si saben de alguien que me necesite para escuchar, de apoyo o lo que necesite para que la escuchen, que me avisan.

Solo alguien que ya pasó por ahí y que sintió ese miedo y ese conjunto de emociones puede entenderlo.

¿Alguna vez sintió que el cáncer le ganaba la pelea y no solo en lo físico, sino también en lo mental y psicológico?

Por dicha en la parte física no me fue tan mal e incluso me mantuve haciendo ejercicio durante el tratamiento. Pero en la parte mental sí. Al principio te preguntás mucho: ¿Por qué yo? ¿Por qué me está pasando esto a mí? Pero al final, durante el proceso, entendí que tengo muy claro, el porqué de mi cáncer, o sea, tengo clarísimo, cuál fue la razón por la que tuve que enfrentar este proceso, pues había una situación de vida de la que tenía que salir, de la que necesitaba la fuerza y necesitaba aprender a amarme más. En la que necesitaba valorar la vida que tenía y la persona que era.

Fue como un jalón de orejas, una sacudida por decirlo así…

¿Cuáles fueron sus armas para afrontar ese bombardeo de malas noticias?

Creo que muchas cosas determinaron mi actitud. Una de esas, como te decía, fue que el doctor a mí no me dio otra opción más que luchar.

También pensé mucho que era una mujer joven, que hacía ejercicio.  Creo que el cáncer me agarró en la mejor etapa de mi vida, porque físicamente estaba muy bien. Yo hacía ejercicio e igual iba al gimnasio, por lo menos cinco veces a la semana, o sea, no tenía nada ni colesterol, ni absolutamente nada, entonces yo decía, tengo todas las armas para luchar, el ser joven, el estar saludable y el enorme apoyo y amor, que tenía a mi familia, los doctores y de mis amigos, esas han sido las principales armas.

¿Cómo fortaleció esa parte mental en medio del delicado proceso de la enfermedad?

Yo recuerdo que cuando yo llegué aquí le dije a una de las enfermeras: “Quiero vomitar” y eso me daba mucho miedo porque sería retener comida, pero una enfermera me dijo que, si uno piensa vomitar, vomita, así que todo es mental.

Había días en los que me sentía cansada, pero yo mentalmente me esforzaba y decía, voy a ir al gimnasio, voy a levantarme, voy a comer, entonces la satisfacción que me generaba haber hecho todas esas cosas o haber podido hacerlas acercándome a mi vida normal, me impulsaba volverlas a hacer entonces al final era como un impulso positivo en mi cerebro. Entonces creo que en mi caso la parte mental y positiva marcó mucho mi proceso.

¿Qué mensaje le darías a las personas que creen que el cáncer de seno solo da en personas mayores?

A las mujeres de mi edad, o incluso menores, les diría que se revisen, que esto es un tema de amor propio, no de edad.  Que cuidarnos y preocuparnos por nuestra salud es lo principal, que nada hacemos con maquillarnos, arreglarnos el pelo, arreglarnos las uñas, si no sabemos cómo estamos por dentro. Muchas veces por miedo no nos revisamos, pero entre más avance la situación puede ser peor.

Yo le decía a mi familia, es que a uno a veces le da pereza hacer examen de sangre o le da pereza ir a hacerse una mamografía o un ultrasonido, pero digamos, si yo no lo hubiera hecho esa revisión en ese momento, sería peor, quizá estaría en un hospital o muerta.

En el caso de las personas que están enfrentando un diagnóstico de cáncer en este momento, les pido que acepten sus emociones, que van a sentir miedo, que van a querer llorar, que van a querer dejar de luchar, pero que la actitud va a marcar la diferencia en el proceso y que hay una vida después del cáncer principalmente, que podemos ser felices después del cáncer y que se puede ganar esta batalla.

¿Cómo ha sido su vida después del cáncer?

Pues creo que soy más feliz, más plena. Creo que a todo el que me lo pregunta le puedo decir que aprendí a valorar tantas cosas. Aprendí a entender que no soy cuerpo y cara, sino lo que tengo por dentro, que el físico se va, se puede ir en dos meses o en 15 días y lo importante es lo que tenés por dentro y lo que das y recibís de las personas lo que valoras tiene que cambiar tenemos que cambiar tenemos que dejar de fijarnos en el físico de la gente y que lo que damos por sentado en la vida, como respirar, comer, caminar no lo valoramos hasta que nos sometemos a algo tan difícil.

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