Por Susana Peña Nassar |11 de febrero de 2024, 8:00 AM

Han pasado 781 días desde aquel 22 de diciembre de 2021, día en el que el oficial Rodolfo Chavarría Paniagua, de 61 años, intervino para frustrar un asalto en un minisúper, ubicado en Santa Bárbara de Heredia, y recibió un mortal disparo en la cabeza.

Dos de los sospechosos de participar en este hecho recibieron una condena de 21 años, cada uno, por homicidio calificado y robo agravado; pero un tercero, de apellidos García Pérez, quien al parecer activó el arma contra el oficial, continúa en fuga.

"Existe un testimonio de piezas (expediente paralelo al principal), en el cual existe una alerta activa en Interpol" para ubicarlo, confirmó el Ministerio Público tras una consulta de este medio.

"Se formuló la solicitud de captura internacional con fines de extradición, en fecha 4 de agosto de 2022. Esa gestión fue admitida y ordenada por el Juzgado Penal de San Joaquín de Flores y, a la fecha, se mantiene activa, a la espera de la ubicación del encartado y su captura. Aunado a ello, la Fiscalía continúa realizando las diligencias de investigación que son propias del proceso y que nos han permitido incorporar mayores elementos de prueba", agregó el ente fiscal por medio de un correo electrónico.

Sin embargo, el hijo de la víctima, Juan Rodolfo Chavarría Araya, asegura que ya "no espera nada" de las autoridades, debido a la falta de respuestas sobre el caso, a más de dos años del crimen de su padre. Teletica.com habló con él y, a continuación, se transcribe la conversación completa.

'Buen padre, buen esposo', así recuerdan al policía fallecido
Rodolfo Chavarría trabajó 27 años como policía de Fuerza Pública.

¿Hay novedades en el caso, sobre todo de la persona que aún continúa en fuga?

La persona sigue en fuga. Uno va a la Fiscalía y lo mismo que le dijeron a usted, es lo que nos dicen a nosotros. Nosotros, al principio, íbamos cada mes a preguntar, pero no sé si ese es el sistema judicial de acá o de verdad no saben dónde está ese señor.
Al principio le daban a uno como cierta idea: ‘Sí sabemos dónde está, pero no queremos decir nada para que no se alerte’. Pero pasaron los años y nunca hubo ninguna respuesta, entonces ahora creo que eso fue como para ‘bajarle un poquito’. La verdad es que, ahorita, no se ve luz en esto.

¿No tienen alguna sospecha de dónde pueda estar esta persona?

Lo que se sabe, la propia Fiscalía nos lo ha dicho, ya no está en el país. No se sabe dónde está, no creo que ni ellos lo sepan.

¿Sí conocían de la alerta de Interpol?

Sí, sí. Nosotros hemos estado ahí, pendientes, preguntando. La Fiscalía es muy difícil que revele información por teléfono y, si uno va, obtiene siempre la misma respuesta. La alerta de Interpol, imagínese que lo iban a hacer desde que sucedió lo de mi papá, y eso sucedió muchos meses después; entonces, el tipo ese pudo haber pasado Migración sin ningún problema.

¿La condena de otros dos sospechosos les trajo algo de paz como familia?

Uno hubiese querido que la persona que disparó el arma terminara condenada y que, más bien, los otros se hubieran dado a la fuga; pero, en realidad, ninguno de estos merece estar en la calle, ninguno de los tipos que participaron en ese momento merece estar en nuestras calles.

¿Sienten que para cerrar el capítulo tienen que encontrar al sospechoso?

Nosotros esperamos todavía, no hemos perdido la fe de que él pague aquí lo que ha hecho; pero también estamos claros en que, si él no lo paga en esta tierra, lo pagará en la otra vida. Hay un poder celestial, hay un Dios del que nadie puede escapar. Yo soy cristiano, mi familia, bueno, mis papás eran muy católicos, y también creemos en que todo lo que él (sospechoso en fuga) ha sembrado, todo el dolor que mi familia ha pasado, todo eso él lo pagará. No es que uno le desee mal o que quiera que esa persona sufra, pero es lo que dice la Biblia. Hay una ley de la siembra y la cosecha, y este señor está libre; hay otros dos que, si bien también participaron en el tiroteo y no son angelitos, no le dispararon a mi papá a quemarropa, de una forma cobarde, por la espalda.

¿Qué sentimiento los embarga cuando ven casos similares, de otros policías o agentes que han caído en el cumplimiento del deber?

Yo ya no veo noticias, para ser honesto. Por esa misma razón, no me gusta: cuando uno ve, con mucha más frecuencia, que mataron a un policía, antes duraba años para que pasara una situación de estas, ahora ve que en los últimos meses se está haciendo normal, más constante, por la ola de crimen que hay en el país. Lo que uno piensa es: ¿cómo es que no han hecho nada? Desde que se murió mi papá, las leyes no han cambiado, no han hecho nada por ser más estrictos. A la Policía se le deben dar herramientas y no se debe de permitir que este tipo de personas sigan cometiendo crímenes y los suelten a la calle.

¿Cuál es el mensaje para las autoridades luego de tanto tiempo sin novedades en el caso?

La verdad, no creo en ellos, no espero nada de ellos. Si llegasen a agarrar a este tipo, igual a nosotros no nos cambia gran cosa; simplemente el hecho de saber que la persona que cometió el delito, que nos quitó a nuestro papá, ya lo hayan agarrado; pero con lo que han durado… Cada vez que uno va a preguntar, siempre es la misma respuesta, entonces, la verdad, es que uno no cree.

Como le digo, no se pierde la fe y la esperanza de que lo lleguen a agarrar; pero sería más por una casualidad, no por diligencia de este sistema.

En diciembre se cumplieron dos años del asesinato de su papá, ¿cómo ha sido todo este tiempo?

Ha sido muy duro. Mi papá tenía carácter fuerte, como policía veía muchas cosas y siempre nos pasaba llamando, pasaba pendiente de nosotros, de la familia. Yo creo que él quizá veía algo, por parte de su trabajo, alguna situación muy fuerte, y nos llamaba para ver cómo estábamos, y ya eso se perdió. El simple hecho de tener un almuerzo o una cena con papá, escucharlo, ya eso no lo vamos a volver a tener.

Mi papá no conoció a dos nietos. Mi mamá ha sufrido muchísimo, aún estamos ahí con ella. Para nosotros ha sido muy duro, a mi hermano también le ha afectado mucho, a mis hijas, a las que conocieron al abuelo, que ya están grandes: a las dos les ha afectado fuertemente, pero principalmente a una. Ella todavía pregunta que por qué pasó eso, y hay que sentarse y explicarle. ¿Cómo le explica usted a un niño que le dispararon al abuelo por la cabeza?, ¿por qué está libre esa persona, por qué no la han agarrado?

Él estaba muy cerca de jubilarse cuando ocurrió el hecho, ¿ya tenía planes o habían hablado al respecto?

Le quedaban dos años, lo estaba esperando desde hace años. Ya sabía la fecha y no veía cuándo. Aunque él siempre amó ser policía, usted podrá imaginarse, es de los trabajos más complicados de este país, ahora más que nunca: son muy maltratados, muy mal pagados, en todos los sentidos, no solo económicamente, también la misma sociedad, cómo les retribuye: todo el mundo se queja de la Policía hasta el día en que la necesita.

Ya mi papá quería descansar; pero, aun cuando no tenía el uniforme puesto, era policía: si veía que pasaba alguna situación, se detenía; si tenía que ayudarle a alguien, lo hacía.

Durante su carrera como policía, ¿ustedes como familia sintieron miedo?

Él siempre nos decía, a mí y a mi hermano: ‘El día que yo falte, ustedes cuiden a su mamá, no la dejen sola’. Y uno lo que decía era: ‘Papá, deje de hablar tonteras’; pero él siempre nos lo advirtió, siempre nos dijo: ‘Si algo pasa, ayuden a su mamá, no la descuiden económicamente’, y hasta nos dio un plan: ‘Esto es lo que tienen que hacer ustedes si yo falto’. Nos dijo cómo había que cuidar la casa, todos los seguros que ellos tienen como policías. Él lo tenía tan claro que ya tenía pagado todo lo de la funeraria. Para cuando eso sucedió, uno dice: mi papá lo pensó, pensó en la familia, hasta en eso se cuidó. Nosotros éramos los que renegábamos: ‘Papá, no hable tonteras, eso no va a pasar’, y bueno, diay…

Juan Rodolfo Chavarría
El oficial Rodolfo Chavarría estaba a dos años de pensionarse.

¿Cuál es el legado que dejó don Rodolfo?

Como veía tantas situaciones, todas las Navidades buscaba cómo ayudar a una familia a la que le faltara qué comer, hacía fiesta para niños de escasos recursos, entre los mismos policías hacían una recolecta y buscaban quién les patrocinara, por ejemplo, jugos, juguetes…

Pero como legado, legado, yo creo que fue lo que nos enseñó a nosotros como familia. Mi papá empezó muy, muy pobre, trabajando muy humilde, muy sencillo, levantó una casa, una familia, sacó la familia adelante, nos sacó de la pobreza, a mi hermano y a mí nos dio la educación, hasta el colegio; pero, gracias a Dios, también nos pudo dar herramientas, como ganarnos siempre las cosas honradamente, trabajando, nos enseñó esos valores: ser siempre correctos, justos… Yo le aseguro que mucha gente se pregunta por qué, ese día, él entró, y yo estoy totalmente claro: escuchó los gritos de la gente, escuchó a una de sus nietas gritando, o a uno de sus hijos, o a una de sus nueras, o a mi mamá… Él escuchó a alguien de su familia gritando, él veía a las demás personas y hacía un reflejo de su familia.

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