Por Natalia Jiménez Segura |12 de marzo de 2023, 8:28 AM

Ocho cirugías después y Gerardo Zamora sigue con una sonrisa en su cara, algo de admirar.

Sentarse a conversar con él sobre su complicado proceso de salud de los últimos tres años es un aprendizaje total. Cada palabra se convierte en un mensaje al corazón que se puede aplicar en cualquier ámbito de la vida. 

Tiene muy claro uno de sus propósitos en este mundo: dejar una marca en las personas por medio de su experiencia. 

En una amplia entrevista con Teletica.com contó que constantemente personas se le acercan y le dicen que sus palabras les han salvado el matrimonio, las relaciones e incluso la vida. Al punto de que un día esas frases llegaron en el momento justo al corazón de alguien que planeaba suicidarse. ¿Cuál es la clave para mantener esa fuerza? Conózcalo a continuación. 

-Primero lo primero, ¿cómo está la salud de Gerardo Zamora en este momento? 

En términos generales me siento bien, funciono bien, puedo caminar sin dificultad, dormir, comer, mentalmente conecto todo. Sin embargo, si estoy lidiando con algunas pequeñas molestias. Por ejemplo, de unos meses para acá el tumor y el injerto que me hicieron vienen obstaculizando la fosa nasal derecha, entonces al estar "trancado" tengo que respirar mucho por la boca, entonces seca la garganta. Para dormir es terrible porque es como cuando uno anda resfriado. Pero con un spray especial que tengo ha mejorado la cosa.

Dolores tengo pocos, hay uno que es como una "punzadita" en la cara o hay otro que es como un ardor que se siente por dentro, pero estoy tomando pastillas diarias para controlarlos entonces lidiar con eso se vuelve más accesible.

Creo que lo que más le ha costado en los últimos meses es la parte anímica. Ya después de tres años de batalla hay un desgaste, entonces hay días difíciles, se hace difícil levantarse, se pierde la ilusión de muchas cosas, ando como apagado, como apático, aislado. Me trato de integrar y el ejercicio me ayuda mucho, el dialogar con la gente, con los vecinos, hermanos, todo eso me saca. Pero esa parte ha sido la más difícil.

-¿Qué pasa ahora que regresaron los tumores?

El problema con el meningioma mío ha sido que lo extripan, voy a la casa a recuperarme, vienen exámenes de monitoreo a los tres o cuatro meses y, lamentablemente, en ese examen que me hacen siempre ha revelado que el tumor viene creciendo otra vez y hay que intervenirlo quirúrgicamente. Esa es mi historia de ocho años, ha sido cíclico.

Todavía la tumoración está, pero hay varios beneficios. En este momento los tumores no están comprometiendo mi amenazando ninguna parte tan sensible de la cara. Pero nos explicaba el doctor Miguel Esquivel que en este caso no está comprometiendo el tallo cerebral que ahí sí sería más difícil de trabajar.

-¿Cuáles son las opciones ahora?

Después de tanta cirugía y tratamiento, mi familia, orientada por los mismos médicos del Hospital México, estamos buscando algunas alternativas médicas en el extranjero. ¿Qué hay afuera? ¿Hay algún tratamiento, intervención o procedimiento que pueda acabar con esto de raíz? 

En principio no lo hay, lo que son ensayos clínicos, pero yo mandé mis papeles a varios lugares y en uno de ellos ya clasifiqué como candidato. Es en un instituto que está afiliado a la Universidad de Harvard en Boston, Estados Unidos. No es un tratamiento oficializado ya, todo está en fase experimental, pero estamos muy esperanzados en que esta opción pueda funcionar

-¿Entonces tendrá que ir a Estados Unidos?

Lo que vendría es una visita mía allá para una valoración más presencial. Igual ya allá tienen muestras de sangre mía, biopsias que se enviaron vía aérea, todo mi expediente. Los médicos de la CCSS nos han ayudado guiándonos con los papeles y exámenes que nos piden. Porque, por ejemplo, nos piden epicrisis, dictamen médico, expediente y otro, que uno cree que lo sabe, pero todos son diferentes y ellos nos ayudan con eso. Además de que hay que traducirlo a inglés.

El tratamiento en detalle no lo conozco, pero en términos generales consistiría en administrarme vía intravenosa un fármaco que cuando viaje adentro mío funcione".

-¿De manera integral, cómo se siente ahorita?

Ahorita todo esto de Boston, que haya una esperanza, el apoyo de mi familia y otras cosas más que me elevan el ánimo me permiten estar relativamente bien. Al 100% no estoy porque llegan pensamientos como: ¿y si no funciona? Piensa uno mucho en los chicos también que ellos ven, oyen y sienten, en mi esposa, en mi mamá, familia. Pero he aprendido a cómo gestionar la tristeza.

-¿Cuál es el secreto para sentirse mejor?

El ejercicio me ayuda mucho, no puedo hacer mucho loco porque al no tener el ojo derecho perdí una parte de la visión periférica, entonces tengo que hacer cosas muy conservadoras, caminar o trotar poquito.

La música también me ayuda mucho, tanto escucharla como interpretarla. Nosotros tenemos un pianito ahí y aunque sea a oído me desahoga mucho, aunque sea una melodía sencilla. Y obviamente el contacto con mi familia. No hace falta hacer una fiesta, sino que con una conversación con ellos yo ya me siento mejor.

-¿En algún punto del proceso ha pensado en la muerte? 

Sí claro, y sobretodo en los momentos previos a ingresar al quirófano. Cuando yo entro voy de la mano de Dios, me encomiendo a él, y aunque sé que los médicos son demasiado profesionales y con mucha experiencia, cuando uno entra a cirugía lo asalta esa idea de si puede ser lo último. 

Pero aun así, pensando en que esto fuera lo último, trato de animarme. Yo me llego a animar con cosas como: si yo llegara a fallecer, y paso al lado bonito, es lindo porque volvería a ver a mi papá, a mi abuelo, y a gente queridísima a la que perdí hace muchos años. Tampoco es que soy amigo de la muerte, pero en el peor de los casos también ganó. Eso es lo que yo defino ver el vaso medio lleno.

-¿Después de todo esto, cuál cree que es su propósito en este mundo?

Esta experiencia me ha permitido compartirla con la gente y no guardármela y creo que eso si es un propósito de vida.


Yo me he topado matrimonios en la calle que me paran y me dicen: 'Gerardo, tenemos 30 años de casados y hace unos meses tuvimos una crisis, pero vimos en una entrevista suya una frase que nos quedó y eso, junto a Dios, nos salvó'. O me dicen que viendo mi ejemplo se inspiraron para seguir adelante.

(...) Ahora que me alistaba para la entrevista yo oraba y decía: 'Señor, poné en mí las palabras que vos ocupás que lleguen a cualquier parte del país'. Esta nota la va a estar viendo alguien que posiblemente ocupaba escuchar eso y llegamos a tiempo, en el momento justo para que alguien que no se suicidara por ejemplo, porque me ha pasado eso incluso, para que siguiera con ánimo, entre otros.

-¿Cómo le gustaría que Gerardo Zamora fuera recordado?

Me gustaría que me recordaran como una persona que, tal vez no lo logró, pero que siempre intentó ver la vida como un vaso medio lleno. Yo sé que la frase es muy trillada, pero ese es uno de los grandes secretos. El que aprende a ver la vida como un vaso medio lleno y no medio vacío, va ganando. El vaso medio vacío para mí hubiera sido verme en el espejo al día siguiente de la cirugía y decir 'Ay me falta un ojo' y victimizarme. Y verlo medio lleno es decir: "Tengo un ojo, no me falta uno" 


-La sociedad nos ha acostumbrado a darle más importancia de la que deberíamos a la apariencia física.

Yo no voy a ser hipócrita en que no es incómodo. Uno se ve y uno dice 'Qué hueso me veo', pero no sé convierte en un drama durante todo el día de decir: ¿Qué me pongo, qué uso, me pongo gorra, lentes negros? No hay nada que me genere como trauma y me ayuda mucho el humor para resolver el tema de la apariencia. Hay que entender que hay una discapacidad física y una apariencia diferente, pero el humor y el reírse de uno mismo ayuda a esas cosas. Gerardo no es un ojo, ni la falta de visión, uno es más que eso.

Otra cosa que ayuda mucho es el juego. Para el tema de regresar a la casa y hacerles entender a los niños lo que había pasado lo hicimos de una forma lúdica. Inventamos una "fiesta pirata" a la que tenían que llegar todos con un parche pirata. Todo era de tema pirata, los globos, el mantel, el queque. Eso hizo que en la mente de los niños fuera más accesible explicarles que Gerardo había regresado a la casa sin un ojo, pero no el drama de ocultarlo.

-¿En algún momento ha tenido miedo de perder el otro ojo?

Sí claro, en algún momento me lo he preguntado y he dicho 'Juepuña, ¿y sí el tumor agarra para el otro lado?' Pero ahí es donde entran los auxilios y me acuerdo que ya casi viene lo de Boston y me inspiro de que va a funcionar, pongo música, como algo, y rápido intento distraerme. Y con esto del estudio me digo a mí mismo que sí va a funcionar y que va a ayudar a muchos pacientes que están en una situación similar a la vida, y que cuando se enteren de que la pegamos la CCSS va a mandar a traer ese tratamiento y mucha gente se va a beneficiar. De nuevo, veo el vaso medio lleno.

-¿Qué mensaje quiere dejar en el corazón de las personas?


Que no se den por vencidos, que vivan un día a la vez (...) Si yo hubiera visto ese tumor mío y veo que son ocho operaciones, de fijo pensaría que no lo voy a lograr, pero si voy un día a la vez es mejor. 

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