Por Juan José Herrera 4 de mayo de 2025, 8:30 AM

Eugenia Zamora llegó a la presidencia del Tribunal Supremo de Elecciones en 2021, luego de la inesperada renuncia de Luis Antonio Sobrado y a pocas semanas de la elección presidencial de 2022, precisamente la misma que llevó al poder al actual presidente, Rodrigo Chaves.

Ahora, de cara a sus segundos comicios presidenciales como árbitro central de la contienda electoral, la magistrada habla sobre su experiencia en esa silla, los retos de la venidera campaña y también los cuestionamientos que empiezan a emanar desde diferentes frentes. 

Esta es la entrevista completa:

¿Cómo han sido estos casi cuatro años al frente del Tribunal Supremo de Elecciones?  

Han sido casi cuatro años extraordinarios, muy lindos. Es un gran honor para mí presidir este Tribunal Supremo de Elecciones que cuenta con el apoyo de la gente, que ha sido calificado internacionalmente como uno de los mejores del mundo.

Pero también han sido años muy duros, porque viene una elección, luego la otra, más el trabajo cotidiano, de manera que es muy demandante, pero es algo que hacemos no solo porque es nuestra obligación constitucional, sino también porque hay un compromiso, una vocación por los temas de la democracia que no se agotan en lo electoral, pero que no tendrían sentido si no parten de la legitimación que da el proceso electoral.

Usted llega de manera casi inesperada a la presidencia luego de la renuncia de don Luis Antonio Sobrado. ¿Cómo fue ese proceso? ¿Estaba preparada sobre todo en el entendido de que tenía una elección presidencial encima?

Fue una transición normal. Recordemos, en primer lugar, que el jerarca del Tribunal Supremo de Elecciones es un jerarca colegiado, la presidencia tiene la obligación de organizar el debate, de definir el orden de los asuntos que se van a ir conociendo, pero por lo demás, las decisiones son colegiadas y yo integraba el Tribunal desde el año 2005; es decir, tenía ya 17 años y también era la segunda a bordo de la presidencia don Luis Antonio.

De manera que todos los magistrados estamos preparados para asumir las funciones de la presidencia, pero claro, no es lo mismo verla venir que hablar con ella, de manera tal que sí era algo inesperado fue algo abrupto porque nadie suponía que iba a suceder lo que sucedió. Para nosotros, en lo personal y también en lo laboral, fue algo doloroso, perder la sabiduría, la sapiencia, la experiencia, el conocimiento extraordinario que el doctor Sobrado aportaba al tribunal y al país.

Pero creo que aprendí de él, del magistrado Max Esquivel, dos figuras extraordinarias y también de los demás magistrados suplentes, pero fue complejo, porque todo eso sucede cuando ya se había convocado la elección y era una prueba de fuego muy grande, porque además recordemos que estábamos todavía en plena pandemia.

¿Y en lo personal? Porque el mismo Sobrado reconocía que hay una figura  y una persona que hay que dejar de lado cuando se pone el traje de árbitro, más en una contienda electoral.

Sí, claro que sí, porque la Presidencia representa a todo el Tribunal, tiene ese rol, pero yo le diría que he sido una persona de una vida, digamos, muy, muy austera, muy ordenada. Yo no siento que sea diferente en el Tribunal, ni en la forma de ser, ni en el trato de lo que soy en mi casa, con mis hijos o mi mamá o mis hermanos, con los amigos… Creo que tengo esa virtud de ser la misma persona siempre.

¿No ha cambiado entonces su vida? ¿No la reconocen en la calle?

No, la verdad es que no. Por supuesto que hay a veces en eventos, actos protocolarios más formales donde uno pues tiene que seguir las reglas digamos del protocolo, pero aún en ese caso uno saluda, la gente siempre le habla. Yo en lo personal tengo a veces esa virtud y a veces defecto porque me gusta mucho la gente y me gusta mucho hablar con la gente; defecto en el sentido de que tal vez debería ser más breve en mis conversaciones, pero me emociono y empezamos a conversar en la calle con los amigos, en la casa, en el barrio y me gusta mucho, contar mis historias y también que me cuenten las historias de la gente; de manera tal que no, yo no siento que haya sido una limitante (la presidencia), tal vez sí en cuanto tener un poquito más de ocio.

A mí me gusta mucho el cine, me gusta mucho leer, me gusta mucho eso de hablar, de escuchar y por supuesto que no hay el mismo tiempo en este caso para esas cosas, pero por ejemplo siempre que puedo con mis hijos me escapo aunque sea la última tanda de nueve y pico de la noche al cine, aunque sea una vez al mes; o voy leyendo un libro a pedacitos, porque entiendo que hay una cantidad de documentos de trabajo que uno tiene que ver dentro de las horas de trabajo y muchas veces fuera de las horas de trabajo.

Pero la acaban de renovar en el cargo. ¿Asumo que, pese a todo eso, le está gustando ese rol?

Efectivamente tuve el honor de que se me eligió para un mandato de seis años y por supuesto que sí, yo disfruto mucho mi cargo. Creo o siempre he pensado que es un privilegio, es un honor y además que es un lugar muy lindo para trabajar.

Esta es una familia electoral en donde todos estamos con la camiseta puesta, comprometidos y comprometidas con nuestro trabajo; y además un honor también porque muchos de nuestros compatriotas no tienen trabajo y entonces, cualquiera de los trabajos, por humilde que sea o por mayor peso que pueda tener, es siempre un privilegio y uno debe llevarlo a cabo con alegría.

Vamos a lo electoral. Cuando usted y el Tribunal anunciaron la pasada elección municipal le dijeron al país que íbamos hacia la elección “más compleja de la historia”. ¿Usted cree que la presidencial que viene será más sencilla? ¿O que alguna futura será menos compleja que la anterior?

A ver, creo que son dos contextos diferentes. Cualquier elección nacional o municipal son diferentes: en la presidencial por lo que se elige, el peso político que tiene, la presión política que vive el país, que vive el organismo electoral, que viven los partidos políticos, el país entero pendiente porque estamos eligiendo a quienes van a conducir los destinos del país durante el periodo electoral costarricense, entonces ahí hay un hay un peso diferente.

En el contexto municipal, si bien esa presión existe, existe a nivel cantonal, pero también es un tema logístico muy diferente, porque en la elección nacional elegimos 60 cargos: presidente y vicepresidencias y 57 diputados, mientras que en la elección municipal son 6000 y pico, de manera que logísticamente es mucho más compleja, pero sin esa presión de del peso político que tiene la elección nacional.

En resumen, ambas son muy importantes, pero yo digo que son como los hijos, cada uno es diferente y cada elección es diferente. Vamos a ver cómo será la de la del 26.

Y usted, con ese bagaje ya acumulado y esa experiencia, ¿qué retos o amenazas vislumbra para este proceso que viene?

Creo que un primer reto muy importante y este es un problema que ha estado afrontando nuestro país desde hace mucho tiempo, pero en particular en los dos últimos procesos electorales, es vencer el abstencionismo. Hay países de democracias plenas, grandes, en donde vota el 50% de la población de los habilitados para votar, aquí votamos menos pese a la tradición costarricense de votar, el tico es votador, por decirlo de alguna manera, pero hemos tenido porcentajes de abstencionismo muy grandes en las últimas dos elecciones. Creo que ese es el primer reto, más que del Tribunal, del país.

El otro reto importante, que es más de tipo logístico, es la integración de las juntas receptoras de votos. Cada vez más, desde el año 2002, el Tribunal ha tenido más dificultades, o los partidos políticos, por tener gente en las Juntas Receptoras de Votos, esa es otra dificultad que vencer.

Y luego el tema de la desinformación, creo yo que también es un gran reto, el tema de las noticias falsas, de la desinformación en medios de comunicación como las redes sociales, la presencia de bots, de troles, etcétera. Pero el Tribunal frente a eso, a diferencia de otros organismos electorales de otros países que tienen potestades muy grandes jurídicas para, digamos, castigar estas conductas, el Tribunal ha optado siempre en defensa de la libertad de prensa y de la libertad de expresión.

El Tribunal ha optado siempre por salir inmediatamente a aclarar verdad cuando se está dando una noticia falsa o una noticia que no es clara o que puede generar preocupación o dudas en la población, o bien un enfoque más didáctico, por ejemplo, con el programa de Votante Informado.

Pero también hay un abordaje diferente, más directo, como por ejemplo esas reformas legislativas que han presentado a los diputados, una en particular que ha generado mucho ruido y que precisamente han buscado traerse abajo con desinformación sobre sus alcances.

En este caso estamos a la espera de ver cuál va a ser la decisión legislativa. En general, todo el paquete de proyectos que hemos presentado ha sido bien recibido por la Asamblea Legislativa que incluso creo que una comisión especial para el análisis de esas reformas y que creemos ha avanzado en esos temas.

Vemos esos avances con una gran alegría, con gran satisfacción. En el caso de ese proyecto en particular, aquí ha habido una confusión muy grande, porque no se mete con redes sociales, no se mete con la libertad de expresión ni con lo que cada persona quiera decir en sus respectivas redes sociales, el proyecto lo que regula es a las plataformas para que designen a un representante en el país, un domicilio legal y que si hay una violación de la normativa electoral durante las vedas electorales (…) se ven los antecedentes, se emite una resolución y la plataforma da de baja inmediatamente.

Nuestra propuesta es muy moderada y repito, no tiene nada que ver con redes ni con limitar la libertad de expresión de absolutamente ninguna persona, sino que tiene que ver con la normativa electoral costarricense.

¿Pero no le parece paradójico que se ataque con desinformación a una reforma que precisamente busca castigar esa información falsa?

Esa es la característica de la democracia, que todos tenemos derecho a la libertad de expresión, a la libertad de pensamiento. Son posiciones diferentes, opiniones. Nuestro papel en este caso, como tribunales, es aclarar siempre cómo son las cosas. Para eso la gente puede consultar el expediente legislativo, puede conversar con los diferentes diputados y diputadas que están en la Comisión de Reformas Electorales, verificar en la página web del Tribunal los proyectos que presentamos, de manera tal que es nuestro papel es aclarar y decir ‘mire, esto no es así’ si se está percibiendo mal o lo está entendiendo mal, pero eso es parte del juego de la democracia que todo el mundo puede opinar.

Decía también don Luis Antonio Sobrado, meses atrás, que la violencia que tanto afecta al país se ha enquistado también en la discusión política y que eso termina por debilitar la confianza que existe hoy en la figura del árbitro, es decir, en ustedes, el Tribunal Supremo de Elecciones. ¿Comparte esa opinión?

Esa característica de empezar a atacar a los organismos electorales cuando no nos gusta el resultado, cuando se comete infracciones o es acusado por eventuales infracciones o que se le recuerden las reglas del juego democrático…

Siempre el rol de un juez, como árbitro, es un rol difícil, porque va a satisfacer a un grupo de personas, pero no va a satisfacer a otro grupo de personas. Estos ataques se han dado ante diferentes organismos electorales, recordemos el caso de México, el caso de Brasil más recientemente. Van y vienen. Es parte, lamentablemente, de la realidad y de nuestro trabajo.

Yo concuerdo en que sí, que efectivamente hay una violencia que se ha radicado, incluso hay una medición, tanto en redes sociales como en vías tradicionales, que dice que yo lamentablemente tuve el honor hace un año y pico de ser una de las cuatro o cinco mujeres más violentadas, esa historia viene desde hace mucho tiempo contra muchas otras mujeres y en violencia de diferentes tipos… Entonces creo que sí nos estamos tornando en una sociedad muy violenta y eso es muy delicado, pero precisamente por esa razón los órganos del Estado tienen funciones de solventar y fiscalizar para navegar en un proceso electoral que puede ser crítico, tienen que ser muy cuidadosos, muy serenos y actuar con mucha objetividad.

Ahora, la dinámica actual entre el Poder Ejecutivo con los demás poderes es compleja. Recientemente el presidente Rodrigo Chaves habló de “corrupción procesal” en el Tribunal Supremo de Elecciones y dejó entrever los temores que pueden existir ante un fraude en la venidera campaña ¿Qué opina de eso?

En este momento hay varias gestiones del Presidente, de manera que creo que son temas sobre los que el Tribunal tendrá que pronunciarse más adelante, pero en este momento yo preferiría no referirme a ellos porque estamos estudiando precisamente varias gestiones que ha interpuesto el señor Presidente de la República, de manera tal que una vez que sean resueltas, pues pienso que se tendrán que abordar los asuntos generales y referirse a ellos.

Hablemos entonces en términos generales: ¿Beneficia a alguien que se dude de la imparcialidad del árbitro, en este caso, electoral?

Yo creo que no. Pero vuelvo al tema de libertad de expresión, de libertad electoral, de libertad de pensamiento. Yo creo que las personas, en el error o en el acierto, tienen opiniones, a favor o en contra, de las diferentes instituciones del Estado y es válida la crítica. Yo creo que los funcionarios y funcionarias públicas tenemos la obligación de escuchar, de saber qué está pasando con las personas en general o ciertos grupos en especial, pero es precisamente el resultado electoral el que nos lo dice, porque los costarricenses tenemos la costumbre de decir ‘la gente dice, la gente piensa, la gente esto’, pero en realidad la elección tiene esa virtud: mide con números específicos, a la postre, cuál es la elección de la gente en el caso de los gobiernos nacionales o municipales.

De ahí que, en esa elección, (la gente) nos está diciendo ‘eso es lo que quiero, este es el camino que quiero transitar, este es el grupo que yo quiero que me gobierne o este no es el grupo que quiero’, de manera tal que toda esa pelea político-partidaria se va dando antes para convencer a la gente de que este es el mejor, o aquel y esa es la conducción.

El Tribunal ha actuado siempre apegado al ordenamiento jurídico, esa es nuestra fortaleza y lo que hace que tenga credibilidad el resultado electoral.

En el caso de la pasada elección nacional, el Tribunal fue a una primera ronda, luego fue una segunda ronda, igual que en el 2018, y declaró la voluntad popular, declaró al Gobierno actual y todos los candidatos perdedores de la primera ronda, como el candidato perdedor de la segunda ronda, reconocieron inmediatamente el resultado electoral, resultado que declaró el Tribunal. Entonces a esa confianza apelo yo, no hemos faltado nunca a eso, a declarar la voluntad popular.



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