Por Susana Peña Nassar |26 de junio de 2022, 15:05 PM

Cuando el reloj marcó el primer minuto del 26 de mayo de 2020, Ana Cecilia Castro Calzada, abogada y notaria pública, empezó a celebrar la primera boda legal de una pareja del mismo sexo en Costa Rica. Los matrimonios no son un terreno desconocido para ella: a la fecha, acumula más de 1.300 oficiados en su carrera.​

"Yo puedo decir que se ha convertido en la parte más bella de mi práctica profesional. Es una parte donde, además de la ética, el trabajo legal, la escritura, el notariado, etc., ponés el corazón y el deseo de que la ceremonia sea divina. Me especializo en que las ceremonias sean bellísimas, acorde con la cultura, el pensamiento, la forma de vida de las personas que se van a casar", comentó durante una entrevista con este medio.

Sin embargo, esa primera boda tuvo un significado especial, ya que desde hace 42 años es parte de la comunidad LGBTIQA+, así como activista y abogada del movimiento “Sí, acepto”. Hoy, más de dos años después de la ceremonia, que fue transmitida en vivo por diferentes medios, reconoce que le temblaban las piernas. 

"El trompo dio la vuelta necesaria para que fuera yo la que tuve el honor histórico de casar a las dos primeras mujeres, quienes se casaron cuando fue posible hacerlo en Costa Rica, minuto uno del 26 de mayo de 2020, y lo demás es historia", agregó. Meses después de esa histórica fecha, Castro también tuvo la oportunidad de casarse con su pareja.

Ella conversó ampliamente con Teletica.com, tanto desde la óptica profesional como personal: así se ve el matrimonio igualitario desde los ojos de una notaria.

Fue la primera notaria en casar a una pareja del mismo sexo, legalmente, en Costa Rica. ¿Qué supuso eso para usted?

Fue uno de los honores más importantes que he tenido; pero, además, supuso poder tener la satisfacción de ver en mi vida un logro como estos en tan poco tiempo. Yo vengo de los tiempos cuando nos golpeaban en los bares, los tiempos oscuros cuando nos sacaban, nos metían en perreras y nos llevaban a las detenciones; vengo de los tiempos en los que ser lesbiana u homosexual era causa de despido, por eso te metían a la cárcel, te humillaban públicamente en los periódicos de mayor circulación; yo vengo de los tiempos en que uno llevaba la doble vida, o sea: en la casa, la universidad y el trabajo eras una persona y, en la noche, en los bares, con tus amistades y tus amores eras otra.

Para mí significó no solamente el culmen de una situación profesional, qué maravilla yo como notaria poder dar este aporte, sino, humanamente, creeme que a mí me temblaban las piernas cuando la ceremonia comenzó: era como dar un salto cuántico, de un tamaño que no dimensionábamos en ese momento.

Entre la comunidad de notarios ha existido gran polémica y muchos de quienes optaron por ejercer matrimonios del mismo sexo han sufrido ostracismo y críticas. ¿Ha presenciado esto en los últimos años?

De eso hay siempre. Cuando se trata de derechos humanos, siempre tenés varios lados, muchas esquinas y muchas gentes apoyando o pensando que es mejor una esquina que la otra; de tal suerte que es así, pues sí hay muchos notarios que por sus pensamientos o formas de vida consideran que eso no debe ser y es respetable. A mí “ni me fu ni me fa”, porque la comunidad se seguirá casando, siempre encontrará quien, llena de felicidad y orgullo, les case.

Yo siempre les digo a las personas, sobre todo ahora con lo de la objeción de conciencia, si usted busca a un notario o notaria que no le quiere casar, esa no es la persona que usted se merece: cruce la calle, vaya y busque a otra persona. La comunidad de notarios es enorme, alcanza para todos.

Las personas suelen desconocer que permitir el matrimonio homosexual va mucho más allá de la ceremonia; es decir, permite a las parejas contar con los beneficios que antes solo tenían los matrimonios heterosexuales. ¿Podría ampliar sobre estos beneficios que, lejos de ser antojadizos, han logrado ofrecerle a esta comunidad un acceso a derechos que pueden mejorar su calidad de vida?

Al eliminar la prohibición, el Código de Familia, completito, fue nuestro: toda la protección legal, administrativa, etc., que existía en Costa Rica para las parejas de diferente sexo, se amplió el espectro y pasó a ser una protección exactamente igual para las parejas del mismo sexo. Entonces, en todos los aspectos, entiéndase matrimonio, como también divorcio, separación judicial, separación patrimonial de la familia, bienes gananciales, pensión alimenticia, filiación, pensión, cobertura, licencias, permisos, pólizas, situaciones que existen en diversos bancos como mejores créditos, plazos o condiciones para matrimonios… Ahora nosotros también nos podemos hacer de esos beneficios. Lo que sucedió, la cobertura, fue algo realmente enorme, mucho más que dos personas estén paradas frente a un notario para que firmen una escritura, fue mucho más grande que eso.

¿Le ha tocado presenciar la discriminación contra esta comunidad desde su trabajo? Por ejemplo, casar a una pareja cuyos padres decidieran no ir a la boda porque no aprobaban del matrimonio homosexual.

Yo he celebrado matrimonios igualitarios en los grandes hoteles de Costa Rica, donde nadie se horroriza ni sale corriendo; pero lo más importante que voy a decir en este comentario es que los matrimonios, mayormente, se han celebrado con las familias de los casandos o las casandas: con sus madres, con sus abuelas, con los sobrinitos… La apertura y la posibilidad que esto le dio a Costa Rica es maravillosa.

Seguramente, en muchas bodas en las que, como notaria, me relacioné únicamente con los novios, no estoy llevando la cuenta de quién faltó. En aquellas bodas chiquititas, que son ellos, ellas, dos, tres, cuatro familiares o amigos, sus dos testigos, tal vez me han comentado que lo están haciendo sin que papá o mamá estén presentes, ni les dicen. Claramente que eso ha pasado, pero no ha sido la tónica.

Hablando sobre su experiencia personal, ¿usted también se casó después de esa fecha? (26 de mayo de 2020).

Sí, nosotras nos casamos el 20 de diciembre de 2020.

Más allá de su experiencia profesional, como notaria que ha casado tantas parejas, ¿cómo en el plano personal?

Cuando me casé con mi esposa, yo tenía más de mil matrimonios en los que yo siempre había estado del otro lado, siempre estuve del lado de quien oficia. Yo nunca, nunca había estado del lado de quien está casándose. Nunca imaginé que lo iba a poder hacer en algún momento de mi vida.

Yo te puedo decir que en el jardín de nuestra casa, acompañadas por la notaria, las dos testigas y tres amigas, mientras estaba celebrándose aquella ceremonia que fue lindísima, muy mística, muy humana, muy llena de amor, en ese momento yo me iluminé: supe por qué la gente, a pesar de que se habla mucho de que el matrimonio es una institución en decadencia, por qué la gente insiste en casarse. Ese momento es espectacularmente sublime, para mí fue como wow, ¡qué es esta maravilla!

El matrimonio fue un paso importante, pero que la lucha no muere ahí. ¿Qué sigue ahora?

Siempre hay una realidad latente que es cómo transformar el odio, la ignorancia, el rechazo, la burla, que todo viene, obviamente, por el desconocimiento, cómo ir transformando eso en las nuevas generaciones. Yo diría que esto va más allá de una lucha de tribunales, Asamblea Legislativa, Corte Suprema o foros: es en el día a día, a lo interno de las casas. Cómo lidiar, cómo ir fomentando, criando nuevas generaciones que puedan crecer y vivir sin fobias, sin odios, sin discriminaciones, que puedan efectivamente hacer de sus vidas con igualdad y equidad.

Por otro lado, ratificar en toda su dimensión los derechos de las personas trans, no es solamente que en su cédula aparezca el nombre de su gusto, o que se vistan a su gusto. También otro aspecto que tiene que ver con la filiación, está pendiente de resolverse, cómo se acortan procesos para las parejas de hombres que quieren tener sus hijos y criarlos como propios.