Por Daniel Carmona |15 de abril de 2024, 9:18 AM

Marvin Araya, director de la Orquesta Filarmónica Nacional, disfruta cada “sábado”, o bien, cada día de su retiro como primer clarinete de la Orquesta Sinfónica y director de la Juvenil, al lado de su familia y ahora marca de su lista aquellas actividades para las cuales “antes no tenía el pretexto de tener tiempo suficiente”

“Emocionalmente, es diferente, todos los días son sábados para mí, lo cual es una maravilla, pero implica también ordenarse mucho anímicamente, físicamente y emocionalmente. 

"Tu vida cambia de la noche a la mañana porque es un momento en el que uno puede producir muchas cosas o entrar en depresión, o puede empezar a malgastar el tiempo que antes no tenía, para gastar en cosas que no valen la pena” indicó Araya.

Y es que, tras 43 años de ser miembro de la Sinfónica y 52 de ser músico, recuerda con especial detalle cómo un regalo de Santa Claus cambió para siempre su vida.


A partir de ese “error” y más de cinco décadas después, el nombre de Marvin Araya es sinónimo de rebeldía y magia en el escenario del Teatro Melico Salazar.

Pese a ser reconocido en todo lugar, Araya tiene claro que, ve hacia atrás, en su carrera cargada de colaboraciones con leyendas de la música como el tenor Luciano Pavarotti, Armando Manzanero, Natalia Lafourcade, “para no olvidar de dónde vengo”.


“Toto”, como lo llama Lucas, ve en el reflejo de su inseparable nieto, a ese pequeño que, en una conversación ajena a él, tomó la decisión de aprender a tocar el clarinete, sin antes haber visto o tocado uno.

“Le preguntaría que si está contento de verme hoy aquí, le preguntaría eso. Yo le diría Lo logré. ¿Te parece?, Vieras que no es importante tanto la aprobación. Antes, si me preocupaba mucho lo que la gente opinaba. Después tomé una decisión hace 14 años de decir: “Ok, voy a seleccionar quién es relevante en mi vida, y escuchar a esa persona. Entonces ese niño de 14 años o de siete años, si me interesa llegar y verlo a los ojos y decirle lo hicimos bien y esperar que me diga que sí”

Lucas, que ya está dando sus primeros pasos con una batuta que el mismo maestro le regaló, se estrenó como director en ensayo con la Filarmónica, cuando su abuelo, preparaba un concierto de música regional mexicana.

“Estábamos en la casa comiendo, me dice Toto, enséñame unas notas. Y fue traer la batuta que yo le regalé y me puse con él a enseñar porque él quiere ser el director de uno de una orquesta conmigo y él no lo había hecho nunca.

Pero ensayando en el último concierto tocamos una pieza y estaba sentado en el palco número uno, se vino y se me paró a la par, cosa que nunca había hecho, con la orquesta tocando y la cantó completa. 

Entonces yo le dije: 'siga dirigiendo, voy a ir a ver cómo suena', me bajé y el hombre se quedó en el pódium cantando la canción y la orquesta muerta de risa, viéndolo y el hombre matizando la pieza".

Su presencia, imponente y serena, emana un magnetismo que se extiende más allá de los límites del teatro. Araya no olvida cuando muchas veces tuvo que acomodar el escenario ya vestido de gala para el concierto.


Junto a su familia, de sangre, pues la orquesta es parte importante de su vida y lo une un vínculo tan fuerte con todos los miembros, Marvin Araya y la Filarmónica se preparan para deslumbrar a los amantes de la música, pues el próximo reto es ver todo el Estadio Nacional lleno.

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