Greivin Moya y el oficio más hermoso del mundo
Este reportero de raza, valiente y profesional, gestor y director durante los primeros años del icónico.
Rogelio Benavides*
Tiazelmira.com
El periodista que ha hecho más —y probablemente las más fuertes y documentadas— denuncias en el periodismo televisivo nacional cumple este año tres décadas de practicar lo que Gabriel García Márquez calificó como el oficio más hermoso del mundo. Pero Greivin Moya Carpio ha sido eso y mucho más.
Este reportero de raza, valiente y profesional, gestor y director durante los primeros años del icónico Siete Días y por una década símbolo de la respetada Unidad de Investigación de Telenoticias, también nos ha informado de los principales acontecimientos del país y del mundo durante los últimos treinta años, ha participado en innumerables campañas de bien social, y compartido sus conocimientos con cientos de estudiantes de Periodismo.
Muchos lo recordamos, en los noventa, con la cara ensangrentada después de recibir una contundente pedrada que le abrió la frente, pero sin dar un paso atrás informando “en vivo” sobre las violentas protestas contra un relleno sanitario en Orotina; en los ochenta jugándose el pellejo en medio de balaceras en las selvas nicaragüenses; cubriendo sin descanso las catástrofes naturales que nos han golpeado en las últimas décadas, o con aquel conmovedor “Sueño de Navidad” de una humilde mujer en Sixaola que trajo al mundo once gemelos, 22 hijos. Greivin ha sido, es, y esperamos que sea durante muchos más años, un periodista “todo terreno”.
Trabajador como pocos, ejemplo para muchos. Por su trabajo ha recibido innumerables reconocimientos, desde el prestigioso Premio Nacional de Periodismo Jorge Vargas Gené otorgado por el Colegio de Periodistas en el año 2006 “por su defensa del derecho a la información y su compromiso con informar al ciudadano”, hasta homenajes de Municipalidades, de la Benemérita Cruz Roja, los Scouts y organizaciones privadas.
Pero para este humilde hijo de Paraíso, seguramente la principal satisfacción es el sincero aprecio de los televidentes. Impresiona ver las reacciones cuando Greivin llega a un lugar, pequeños y grandes le piden fotos y autógrafos y siempre alguien aprovecha la ocasión para sugerirle un caso digno de un reportaje. Con paciencia, respeto, sin poses, sin que este espontáneo reconocimiento se le suba a la cabeza, lo hemos visto atender a cada persona que se le acerca.
Hasta el último. Es un hombre bueno, a veces parece tímido, que prefiere una mejenga con sus amigos de siempre en Cartago que ir a fiestas y recepciones. Pero no todo ha sido un lecho de rosas. También el gran maestro, el inolvidable García Márquez, bien decía que “aunque se sufra como un perro, no hay mejor oficio que el periodismo”. Por desempeñar su trabajo, con valentía y profesionalismo, Greivin ha sufrido, ha pagado un alto precio por hacer lo que considera su obligación como periodista. Greivin Moya ha recibido innumerables amenazas de muerte, intimidantes llamadas a medianoche, cobardes anónimos, fuertes presiones de poderosos políticos y empresarios que ha denunciado, y en más de una ocasión no ha tenido otro camino que aceptar protección policial y dejar su casa mientras pasa el peligro. También, y en vano, han intentado amedrentarlo con juicios y querellas, y cuando algún caso ha llegado a Tribunales ha demostrado la veracidad de su trabajo y jamás ha sido condenado.
En todos estos trances, merece destacarse, la que ha sido su casa por casi un cuarto de siglo, Televisora de Costa Rica, donde también trabaja su esposa, lo ha respaldado plena y solidariamente. Todos debemos estar en deuda con un periodista que ha puesto, antes que su vida su compromiso con su oficio. Un hombre que ha dado grandes luchas por el país, luchas de todos. Mucho habla bien de Moyita, como cariñosamente lo llaman sus compañeros, lo que motivó esta nota... Para explicarlo perpetro una infidencia y cometo el pecado capital de revelar mi fuente de información.
Hace más de un mes, Lázaro Malvarez, Jefe de Información de Telenoticias, hizo cuentas y descubrió que Greivin cumplía en estos primeros meses del 2014 sus Bodas de Perlas con el Periodismo, 30 años, y comenzó a planear una fiesta sorpresa después de la vorágine de la segunda ronda electoral. Pero, como le ha pasado a más de uno, Lázaro no contaba con la capacidad investigativa de Greivin, quién se enteró y le pidió con vehemencia que no siguiera adelante, que a él no le gustaban esas cosas, que le daban pena.
Lázaro, mi informante, accedió a suspender la merecida fiesta, aunque creo que no mantendrá su palabra... Yo, por mi parte, con sigilo y sin dejar rastro busqué información, en la mayor clandestinidad consulté a varios colegas, y con premura y cautela escribí estas líneas antes que Greivin me descubriera y me pidiera que no lo hiciera... Y lo logré.
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*Artículo de opinión publicado el 16 de mayo del 2014 en Tía Zelmira, Diario Extra, y en la sección “Los pelos del editor”, de Tiazelmira.com