Por Deutsche Welle |22 de octubre de 2020, 16:49 PM

Durante siglos, la delicada paloma plateada ha sido un símbolo de amor y fidelidad.

En la mitología griega, un par de tórtolas tiraban del carro de Afrodita, diosa del amor. Para Shakespeare significaban devoción, mientras que Elvis prometía decirle a su amante "cosas dulces, como tortolitos” ("I´ll call you sweet things like turtle dove”). En los Doce Días de Navidad, un villancico tradicional inglés, una persona dice haber recibido un par de tórtolas de su enamorado en el segundo día, ilustrando así su fuerte vínculo.

A pesar de tales referencias culturales, muchos jóvenes británicos no reconocerían el arrullo de las tórtolas. Eso se debe a que la tórtola, de la cual hay cuatro especies principales, es el ave más amenazada del Reino Unido. Hace 50 años, se estimaba que había unas 125.000 parejas, pero entre 1967 y 2016 su número se redujo en un 98 por ciento. Ahora, puede que queden menos de 5.000 parejas, según una estimación de la Comisión Europea. En toda Europa, la población ha disminuido en más de un tercio y el ave figura ahora en la Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN como "vulnerable".

"Hay algo nostálgico en el sonido de las palomas”, dice Isabella Tree, quien co-dirige el proyecto pionero de reconstrucción de la finca Knepp en el sudeste de Inglaterra. "Su canto anunciaba el comienzo del verano, el fin del año escolar. La desaparición de las tórtolas (en Gran Bretaña y Europa) simboliza muchas otras cosas”.

Biodiversidad y pérdida de hábitat

Su casi extinción es un símbolo de la crisis de biodiversidad en el Reino Unido, impulsada en gran medida por la destrucción del hábitat. Gran Bretaña es uno de los países con la naturaleza más agotada del mundo, según el Fondo Mundial de la Naturaleza (conocido como WWF, por sus siglas en inglés). La mitad de sus especies de plantas y animales están en declive y más de 40 millones de aves han desaparecido en tan solo medio siglo.

"Las tórtolas sirven como señal de alarma para una extinción generalizada de especies”, señala Tree. "Son un ejemplo para otras especies que se enfrentan a un destino similar”, aclara.

Entre julio y septiembre, las tórtolas atraviesan Europa para migrar hasta el África subsahariana. Allí pasan el invierno en bosques secos y tierras de cultivo en países como Mali y Senegal. Los períodos de sequía en el África occidental y la región del Sahel pueden haber contribuido a la disminución de las especies de tórtola en Europa septentrional. La disminución de las precipitaciones ha reducido la disponibilidad de semillas e insectos de los que dependen las aves como fuente de energía para su largo viaje de regreso a casa.

No obstante, más peligros acechan a las palomas en su retorno. Dos o tres millones de aves son víctimas de los cazadores en su camino a través de Europa. Según las autoridades de la Unión Europea, se está permitiendo la caza a niveles insostenibles. Las organizaciones de conservación de la naturaleza de toda Europa están tratando de persuadir a sus gobiernos para que adopten mejores regulaciones.

Sin embargo, la causa principal de su disminución es la pérdida de hábitats en el Reino Unido y el norte de Europa, donde hasta hace unos pocos años pasaban la primavera y el verano.

Las tórtolas requieren acceso a agua dulce, áreas abiertas de tierra para alimentarse de semillas de maleza natural y flores silvestres, y matorrales espinosos para anidar. La escorrentía de nitratos agrícolas contamina las aguas y cada vez es más difícil encontrar agua limpia en el paisaje británico. Asimismo, los pastizales y praderas de flores silvestres se están agotando por la agricultura y la expansión urbana.

"Cuando era niño, la gente hablaba de tierras baldías. Pero un paisaje de arbustos está lejos de estar despoblado”, recuerda Marc Outten, gerente de una reserva natural administrada por la Essex Wildlife Trust en el sudeste de Inglaterra. Las reservas naturales de allí ofrecen todo lo que las tórtolas necesitan para vivir: arbustos espinosos, espacios abiertos y flores silvestres.

Conservación y agricultura

La Operación Tórtola, un proyecto conjunto de varias organizaciones benéficas, entre ellas la Essex Wildlife Trust, está trabajando con los propietarios de tierras y los agricultores para reconstruir los hábitats de la tórtola.

Outten trabaja para Blue House Farm, una reserva natural de 267 hectáreas en el condado británico de Essex, donde han replicado parcelas de barbecho con maleza.

"Cada año trabajamos para asegurarnos de que la tierra esté en las condiciones que debe estar. Para ello empleamos diferentes tipos de trébol”, explica Outten. "Estas plantas son nativas de este paisaje y producen las semillas de las que se alimentan las tórtolas”.

"Los pájaros se alimentan de las semillas de varias plantas que abundaban aquí hace 50 o 100 años”, añade Guy Anderson, jefe del programa de conservación de especies de la Real Sociedad para la Protección de las Aves (RSPB, por sus siglas en inglés).

"Pero con el proceso gradual de intensificación de nuestra producción agrícola, la disponibilidad de esas semillas ha disminuido”, explica Anderson.

Por lo tanto, uno de los pilares del programa es la alimentación suplementaria, que proporciona fuentes adicionales de alimentos en forma de semillas y granos para los animales. En el marco del Plan de Administración del Campo en Inglaterra, los agricultores pueden recibir subvenciones para crear un hábitat para las tórtolas. Según Outten, aunque el proyecto no ha aumentado el número de palomas en los últimos cuatro años, ha mejorado los hábitats de las aves gracias a la acción de los terratenientes y los agricultores.

Un refugio para las tórtolas

La finca de 1400 hectáreas de Knepp en West Sussex es un proyecto con un enfoque diferente y uno de los pocos donde está aumentando el número de ejemplares.

Isabella Tree y su marido Charlie Burrell convirtieron su tierra de cultivo intensivo en un proyecto de recuperación hace casi 20 años, dejando que la tierra regresara a la naturaleza.

Un año después de reconstruir la parte sur de su propiedad, escucharon las primeras tórtolas. Ahora es un lugar de cría para las aves, que acoge a unas 19 parejas. Knepp también es el hogar de un dos por ciento de la población de ruiseñores del Reino Unido.

Tree es crítica con los programas de alimentación suplementaria, que desde su punto de vista solo ofrecen soluciones a corto plazo. Cuestiona las posibilidades de que las tórtolas se alimenten de las semillas dispersas antes de que lo hagan otros animales.

"La restauración del hábitat será la solución”, afirma Isabella Tree. "Las tórtolas , entre otras cosas, deben ser capaces de encontrar semillas de flores silvestres naturales tan pronto como lleguen en primavera”.

Tree aboga por la construcción de corredores de vida silvestre para recuperar la biodiversidad. Esto podría hacerse en forma de setos que pueden crecer sin ser perturbados o recuperando todo un sistema fluvial.

"Hasta que no tengamos una estrategia que permita la conexión de las áreas naturales, no tendremos un ecosistema resistente”, concluye Tree.