Por Deutsche Welle |22 de junio de 2020, 5:39 AM

El gobierno de Corea del Norte anunció el lunes (22.06.2020) que tiene millones de panfletos de propaganda listos para enviar a la vecina del sur en globos, en un aumento de la retórica contra Seúl después de hacer estallar una oficina de enlace.

En semanas recientes, Corea del Norte emitió encendidas condenas contra Corea del Sur a causa de folletos que los desertores norcoreanos instalados al sur de la frontera envían a través de la frontera, generalmente unidos a globos.

Pyongyang ha dicho que congelará sus relaciones con la parte sur de la península, y la semana pasada dinamitó una oficina de enlace en su lado de la frontera que simbolizaba el acercamiento intercoreano, mientras amenaza con reforzar su presencia militar en la Zona Desmilitarizada.

"Panfletos contra el enemigo"

Aparentemente, una de las fuentes del enojo son los folletos que, según afirman, insultan la dignidad de su líder Kim Jong Un. Por ello, se apresta a tomar represalias con la "mayor distribución de panfletos contra el enemigo", informó el lunes la agencia oficial de noticias central coreana KCNA.

En total, se han producido "12 millones de folletos de todo tipo que reflejan la ira y el odio de las personas de todos los ámbitos de la vida", señaló la agencia, y aseguró que más de 3.000 globos están listos para ser enviados en dirección al Sur. "Se acerca el momento de la represalia", señaló la agencia.

Las dos partes de la península coreana solían enviar regularmente folletos al otro lado de la frontera pero acordaron detener esas actividades de propaganda, incluidas las transmisiones de altavoces, en la Declaración de Panmunjom, que Moon y Kim firmaron en su primera cumbre en 2018.

Las relaciones intercoreanas se han congelado tras el colapso de una cumbre en Hanói entre Kim y el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, a principios del año pasado.

Los analistas consideran que el régimen norcoreano ha encontrado en el envío de globos con propaganda una excusa para endurecer su estrategia de presión en la fracasada cumbre sobre desnuclearización de Hanói de febrero de 2019, en la que Pionyang aspiraba a lograr una relajación de las sanciones que pesan sobre su país.