Por Deutsche Welle |13 de febrero de 2022, 12:51 PM

Se puede sentir la energía en el aire en Estados Unidos debido al Super Bowl de este año. El juego de 2021 en Florida tuvo una capacidad reducida por las restricciones de la pandemia de coronavirus.

El partido de este domingo 13 entre los LA Rams y los Cincinnati Bengals se jugará frente a 70.000 espectadores en el estadio SoFi, un nuevo escenario de 5.000 millones de dólares en Los Ángeles, California. Los héroes locales Snoop Dogg, Dr. Dre y Kendrick Lamar protagonizarán un espectáculo de medio tiempo.

En la teoría, el Super Bowl está listo para su presentación. En un mundo de pandemias, guerras culturales e incertidumbre geopolítica, debería proporcionar unas horas de respiro a nuestras vidas complicadas. Sin embargo, el partido de este domingo se jugará bajo unas enormes nubarrones.

Acusaciones de racismo institucional en la NFL

Hace apenas unos días, Brian Flores, exentrenador de la Liga Nacional de Fútbol Americano (NFL), presentó una demanda judicial en una corte de Nueva York en la que acusó a la NFL de prácticas racistas de contratación. La denuncia se centró en lo que Flores llamó una entrevista "falsa" para satisfacer una política de acción afirmativa y equiparó a la NFL con una "plantación". Ha habido 500 entrenadores principales en la historia de la NFL, 24 de ellos negros y Flores es uno de ellos. Es un entrenador muy valorado y con mucho éxito y sus armas son incendiarias y deprimentes.

Vale la pena leer este extracto de su denuncia:

"Los dueños miran los juegos desde lo alto de los estadios de la NFL en sus palcos de lujo, mientras que su fuerza de trabajo, mayoritariamente negra, pone sus cuerpos en riesgo todos los domingos, recibiendo golpes brutales y padeciendo lesiones debilitantes en sus cuerpos y cerebros mientras la NFL y sus dueños cosechan millas de millones de dólares".

Millonarios en la ciudad de los sin techo

Flores tiene razón al destacar la riqueza de los propietarios multimillonarios de la NFL. Esto revela el siguiente problema evidente que enfrenta el Super Bowl de este año: la nauseabunda desigualdad social.

Claro, no es la primera vez que el deporte acoge a los ricos a expensas de los pobres. Los Juegos Olímpicos de Londres y Río o la próxima Copa Mundial de Fútbol en Qatar vienen inmediatamente a la mente. Pero, ¿significa que debe ser ignorado?

Lo que hace que el Super Bowl de este año sea un angustioso evento es su ubicación. Como resultado de la falta total de viviendas asequibles, Los Ángeles enfrenta una fuerte crisis de indigentes. A poca distancia del estadio SoFi se encuentra Skid Row, un barrio infame de personas sin hogar que se extiende alrededor de 60 cuadras. Una encuesta reciente reveló que más de un tercio de las personas en el condado de Los Ángeles han experimentado personalmente la indigencia o conocen a alguien que lo ha hecho, lo que muestra el volumen de personas afectadas por esta situación.

Con esto en mente, intente digerir el hecho de que el precio promedio de las entradas para el juego del domingo es de casi 9.000 dólares y se espera que lleguen más de 1.500 aviones privados para el evento. Fuentes de la industria de los aviones privados dijeron a DW que estas personas aportan dinero valioso a la economía local, pero es repugnante la imagen de los VIP que pasan por los barrios de indigentes de Los Ángeles con sus vidrios polarizados.

Disfrute el juego, pero no ignore los problemas

Mientras tanto, el cambio climático provocado por el hombre proyecta su sombra sobre el juego. Por primera vez en la historia de California, se emitieron avisos de calor en febrero y el Super Bowl LVI podría ser el más caluroso de la historia. Mientras los espectadores millonarios se sumergen en la atmósfera del estadio SoFi, los motores de sus jets privados apenas tendrán tiempo de enfriarse antes de emprender el viaje de vuelta a casa para trabajar el lunes. El impacto de estos estilos de vida sobre el medio ambiente no debe ser ignorado.

Junto al juego del domingo, hay problemas raciales, sociales y ambientales preocupantes que deben abordarse. Pero para dejarlo claro: este no es un llamado a un boicot, ni es un deseo de dejar caer una sombra sobre los asistentes al juego. Pero los fanáticos del Super Bowl deben saber que el evento no está sucediendo en un vacío. En realidad, se encuentra justo en medio de algunas de las crisis más definitorias de Estados Unidos y actúa como una lupa en cada una de ellas.