Por Deutsche Welle |27 de octubre de 2019, 15:29 PM

El turístico Paseo de la Reforma fue por sexto año escenario de la Mega Procesión de Catrinas, con la que arrancan las celebraciones del Día de Muertos, una fiesta cultural en la que las tradiciones prehispánicas se confunden con el catolicismo.

Los mariachis, luciendo un esquelético rostro bajo su tradicional sombrero, encabezaron la procesión, seguidos de grupos de danza folclórica de distintos estados del país que llevaban los trajes típicos de cada región pero con rostro de "Catrina".

"Entaconada" fue quien encabezó el contigente LGBT, luciendo un entallado vestido rosa brillante que al llegar a las rodillas se extendía elegantemente hasta arrastrar por el suelo.

Una elegante mujer de la alta sociedad

La "Catrina", una de las figuras más emblemáticas de la cultura local, fue creada en 1910, en plena Revolución mexicana, por el reconocido dibujante mexicano José Guadalupe Posada como una expresión de crítica social a los indígenas que se enriquecían económicamente, se colgaban joyas y ropas elegantes y menospreciaban sus orígenes. Pero fue el afamado pintor Diego Rivera quien popularizó a la Catrina al incluirla en el centro de su famoso mural "Sueño de una tarde dominical en la Alameda central", en el que retrató a la muerte como una mujer elegante de la alta sociedad.

Este año se vieron catrinas de lo más imaginarias que iban más allá de los vestidos de gala, sombreros de ala ancha y estolas de pluma tradicionales, como las metaleras o las que se inspiraron en el universo steampunk o la moda rockabilly. También hubo quien quiso recordar con un rostro calavérico a Elvis Presley o a los personajes de la película "Coco", que hace dos años popularizó en todo el mundo el Día de Muertos mexicano.

Según la tradición del Día de Muertos, de raíces prehispánicas, durante la noche del 2 de noviembre las almas de los difuntos abandonan temporalmente el mundo de los muertos para abrazar a sus seres queridos vivos. Por eso, desde días antes, los mexicanos depositan en sus casas pétalos naranjas de cempasúchil para guiar a los muertos y montan ofrendas en las que recuerdan con fotografías a los difuntos, a quienes preparan su comida favorita para que puedan disfrutar de su regreso.