Por Deutsche Welle |24 de mayo de 2023, 5:35 AM

Aferrado a una banqueta pero eufórico, Joaquín Sabina sorteó el "maleficio" que pesaba sobre el concierto ofrecido hace tres años en el Wizink Center de Madrid, donde sufrió una estrepitosa caída que lo llevó a replantearse su futuro en la música.

"¡Buenas noches, muchas gracias por venir! ¡Por fin, carajo! ¡Al fin estoy aquí!", no pudo sino exclamar tras "unos años un poco duritos" ante los 12.000 congregados que enfervorecidos han celebrado a su ídolo resucitado tras agotar todas las entradas (nominativas, para evitar la reventa).

Fue el 12 de febrero de 2020, el día que cumplía 71 años, cuando, tras perder pie al borde del escenario por un cable y la luz de un foco, se precipitó al foso desde casi dos metros de altura, de lo que resultaron varios traumatismos, un ingreso hospitalario en la UCI y dos intervenciones.

Aquello se sumó días después a las medidas de confinamiento por Covid-19, que en su caso hubo de seguir con mayor rigor y duración para asegurar su recuperación, sin tertulias ni encuentros, lo que según declararía después le quitaron "las ganas de todo".

"Así que he estado a palo seco un tiempo", dijo con humor el poeta de Úbeda en medio de su periplo por España y recién aterrizado de actuar en el Royal Albert Hall de Londres, "para celebrar estar vivo sobre el mismo escenario de Madrid".

Más allá del morbo por volverle a ver pisar el espacio de la maldición, y como reza una de sus célebres canciones, en esta gira titulada "Contra todo pronóstico" sobran los motivos para acudir una vez más en masa a verlo, por ejemplo, la sombra cada vez más cierta de que esta sea la última.

Otra circunstancia convirtió en noticia esta gira: la salida de la banda por decisión del propio Sabina de Pancho Varona después de 40 años de relación en los que coescribieron un centenar de temas, además de ejercer a su lado de músico y productor.

Sí estuvieron el resto de sus acólitos emblemáticos, entre ellos Antonio García de Diego, Jaime Asúa y Mara Torres, en total un septeto sabinero que ha arropado su salida al escenario pasadas las 9 de la noche con todo el público en pie, prendido de un bombín blanco, chaqueta de rayas y al son del jovial "Cuando era más joven".

"¡Hemos logrado romper el maleficio y cantar aquí con todos ustedes y puedo decirles ya a estas alturas de concierto que no me cambio por nadie!", proclamó Sabina eufórico al volver a ocupar su banqueta, esta vez con una camisa preñada de lunares y bajo las notas de "Tan joven y tan viejo" en un formato semiacústico.

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