Por Deutsche Welle |6 de diciembre de 2021, 21:13 PM

Quien quiera ser deportista profesional en China, está a todas luces supeditado al beneplácito del gobernante Partido Comunista. Actualmente, el caso de Peng Shuailo evidencia.

En noviembre de 2021, la tenista acusó de abuso sexual al entonces vice primer ministro chino, en un post publicado en la plataforma china de mensajería Weibo. Acto seguido, la deportista desapareció del escenario. Su denuncia fue borrada en unos 20 minutos. Solo apareció una vez más en público en una conversación en línea con el presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), Thomas Bach, que tuvo lugar tras persistentes protestas internacionales.

Represalias inmediatas

Atacar a un funcionario es algo que en China no queda impune. En el caso de extranjeros, bastan declaraciones mucho menos candentes para granjearse problemas. Pekín no quiere oír nada sobre determinados temas, como Hong Kong, Taiwán, el Tíbet, el Dalai Lama, los uigures o las protestas en la plaza de Tiananmen en 1989.

Quien expresa su opinión, percibe pronto las consecuencias, como ocurrió con los basquetbolistas de la liga profesional estadounidense NBA. En 2019, el gerente del equipo Houston Rockets puso en Twitter un mensaje de solidaridad con los estudiantes que protestaban en Hong Kong. Empresarios chinos pusieron fin a la cooperación con los Rockets, se rescindieron contratos de auspicio y se cancelaron transmisiones de televisión.

Las reacciones a comentarios indeseados de un futbolista que perteneció a la selección alemana rayaron en lo grotesco. Mesut Özil criticó en diciembre de 2019 el trato que Pekín daba a los uigures. Consecuencia: la figura de Özil fue borrada de la versión china de una simulación digital de fútbol.

La moral en segundo plano

Wolfgang Holzhäuser, un exgerente del Bayer 04 Leverkusen que negoció también cooperaciones en China, dijo en 2019 a DW: "Naturalmente, uno está comprometido siempre con cuestiones éticas y morales. Pero esto puede pasar un poco a segundo plano cuando la mayor parte está convencida de la conveniencia de la cooperación".

Cuando "la moral pasa a segundo plano", la ruta hacia China está despejada. Henning Vöpel, presidente del Instituto de la Economía Mundial, en Hamburgo, lo explicó así el año pasado a DW: "China es naturalmente importante, con un mercado de 1.400 millones de personas, con un fuerte crecimiento económico, con su creciente influencia geopolítica". Se puede ganar mucho dinero con bufandas, camiseta, zapatillas y muchos otros artículos para los hinchas.

Tampoco el Comité Olímpico Internacional (COI) parece tener problemas con Pekín: tras los Juegos Olímpicos de verano de 2008, China será anfitriona de los de invierno, en 2022.

Tenis femenino y masculino: visiones diferentes

En el caso de Peng Shuai, entretanto, la federación femenina de tenis, WTA, reaccionó y canceló todos sus torneos en China. Esto resulta notable, dado que, según informes de prensa, la WTA había sellado con socios chinos un acuerdo que habría reportado mil millones de dólares en los próximos 10 años a las arcas de la federación.

Eso demuestra que se puede renunciar al dinero si la conciencia así lo demanda. Pero el tenis masculino ve las cosas de otra manera. Su asociación internacional, ATP, afirmó que el deporte "puede tener una influencia positiva en la sociedad". Por eso, considera que hay que jugar torneos, ya que "una presencia global nos ofrece las mejores posibilidades de influir en algo". El número 2 del tenis mundial masculino, el ruso Daniil Medvedev, indicó: "En muchos países hay problemas y, sin embargo, jugamos torneos de tenis en la mayoría de ellos".

(ers/rml)