Por Deutsche Welle |4 de diciembre de 2021, 17:33 PM

"En lo único en lo que pensaba era en por qué nadie me ayudaba", recuerda Marie Dinkel la peor época de su vida. A los 13 años, ella y otras dos otras niñas pasan a formar parte del equipo de rendimiento de su club, TV Gladenbach, que contaba con un equipo de judo en esta localidad a unos 754 kilómetros al norte de Fráncfort del Meno. Junto con el entrenamiento regular, las niñas también recibían clases particulares "en una pequeña habitación de un salón de gimnasia de una escuela", cuenta Dinkel en entrevista con DW. "Como éramos tres chicas, siempre teníamos que entrenar con ‘él".

"Él" era, en realidad, el entrenador favorito de Marie Dinkel, hasta que abusó varias veces de ella. "Yo confiaba en él, pero pensaba que no podía decir nada porque me merecía lo que me hacía", rememora Dinkel, "porque no era buena en el entrenamiento, no tuve un buen rendimiento en el último torneo, y que debía haber alguna razón por la que era tratada de esa forma".

Pantalones de judo con cordones ajustados

Para Marie Dinkel, se trata de momentos traumáticos que todavía la afectan. Se acuerda muy bien de cómo una vez su entrenador fijó su pelvis con sus caderas durante un ejercicio. "Luego metió la mano en mis pantalones por detrás. No podía zafarme porque estaba en estado de shock", explica. "Esperé hasta que me soltó".

Otro ataque ocurrió en una sala de entrenamiento más grande. "Ese día había entre diez y quince personas en la sala. Yo estaba sentada en uno de los carritos de colchonetas cuando él vino y se paró frente a mí". Delante del equipo reunido, volvió a agarrarle bajo los pantalones por detrás. Marie, ahora de 25 años, opina que alguien debería haber visto eso, y que, sin embargo, nadie la ayudó.

Las tres chicas tampoco hablaron entre ellas sobre el abuso. En algún momento, sin embargo, sin decir nada, comenzaron a "atarse los pantalones de judo lo más ajustados posible" antes de entrenar.

Pasó un año hasta que Marie Dinkel pudo romper el silencio y hablar con su madre sobre los ataques del entrenador. Se lo contó en un viaje en automóvil de regreso a casa. Sus padres informaron al club. Al entrenador, que también es profesor, se le prohíbe el ingreso al establecimiento. Marie se animó a volver al entrenamiento cuando él se fue, pero siguió sintiendo vergüenza y culpa, algo que sufren muchas de las personas que son abusadas sexualmente.

Muchos obstáculos, enorme cantidad de casos

A menudo, los perpetradores de abusos sexuales utilizan una especie de proceso de manipulación para ganarse la confianza de las víctimas, el llamado "grooming", o acoso y abuso sexual online, formas delictivas de acercamiento a un niño o adolescente, destinadas a que los niños y niñas no cuenten lo que les está pasando a sus padres o a adultos de confianza. Además, es problemático el hecho de que los niños a menudo tienen que contarlo a varios adultos antes de que se les crea. Esa experiencia de falta de confianza en ellos por parte de un adulto hace que no quieran volver a hablar de los abusos con nadie más.

El problema del abuso sexual de menores en el deporte es masivo. Investigadores de la Escuela Superior de Deportes de Alemania, en la ciudad de Colonia, y de la Clínica Universitaria de Ulm, presentaron un informe, bajo el título "Safe Sport", sobre la seguridad de niños y adolescentes en las organizaciones deportivas del país. En el estudio, indican que hay cerca de 200.000 niños y adolescentes afectados. Pero no hay cifras exactas porque no existen estándares internacionales para el relevamiento de datos sobre abusos sexuales a menores en el deporte. "Las definiciones de abuso sexual de menores son diferentes entre las distintas instituciones, y estas no intercambian sus datos entre sí", explica a DW Andreas Jud, coordinador de proyectos en la Clínica Universitaria de Psicoterapia y Psiquiatría Infantil de Ulm.

Según datos del encargado independiente para asuntos relacionados con el abuso sexual infantil del Gobierno alemán (UBSKM, por sus siglas en alemán), la estadística criminal de la Policía alemana registró 14.594 delitos de abuso infantil en Alemania en 2020. Investigaciones no divulgadas de los últimos años demostraron que alrededor de uno de cada siete u ocho adultos en Alemania sufrió violencia sexual en la infancia o la adolescencia. Entra las mujeres, incluso una de cada cinco. Además, las mujeres, por lo general, sufrieron abusos sexuales graves.

Ataques de pánico y vómitos

A los 18 años, el cuerpo de Marie Dinkel comenzó a reaccionar al trauma sufrido en la infancia, y la muchacha sufre de ataques de pánico cada vez más a menudo, incluso varias veces por día. "Me sentaba en el suelo y me acunaba hacia atrás y hacia adelante, porque eso de alguna forma me daba seguridad", señala. "A veces gritaba. Me aislé cada vez más del mundo exterior. Eso terminaba siempre con un gran cansancio, no podía seguir más, y vomitaba".

Falta de sensibilidad y apertura hacia los abusos sexuales

"Marie es muy valiente, ya que sigue practicando judo a pesar de lo que le hicieron cuando niña. Quería seguir, a pesar de todo lo que le pasó", cuenta a DW Constantin Dinkel, el esposo de Marie. "Y todavía hoy está elaborando permanentemente los abusos. Eso no termina de hoy para mañana, y es un proceso difícil al que se enfrenta cada día, en judo y también en otras situaciones", dice.

Marie Dinkel es luchadora activa de la Segunda Liga de Judo de Alemania, además de entrenadora. Su profesión principal es la de Fisioterapeuta en Suiza. Su meta es convertirse en interlocutora para deportistas y mujeres que han sufrido lo mismo que ella. Sin embargo, todavía falta apertura en la sociedad para el tema de la violencia sexual en el deporte, y las afectadas y afectados tienen muchas veces la sensación de que no son tomados en serio.

Además, a Dinkel le gustaría contribuir a un cambio en los clubes deportivos. Ahora hay dos agentes de protección infantil en TV Gladenbach, uno de los cuales es Ben, el hermano de Marie.

(cp/lgc)