Por José Fernando Araya |7 de julio de 2019, 9:18 AM

Gestos y ademanes iban y venían. Todos realizados al límite del área técnica, como si quisiera correr a darle indicaciones a cada uno de sus jugadores.

Andrés Carevic vivió un clásico, que más allá de ser amistoso, fue muy intenso para él, pues en ningún momento se sentó en el banquillo pese a Alajuelense terminó derrotando 3-1 al Saprissa.

Carevic, de mangas enrolladas y camiseta pese al calor, desde que ingresó a la cancha no paró de dar indicaciones. Ahí comenzó su ir y venir en la zona técnica.

Le gritaba a Kenner Gutiérrez, su lateral derecho, que no descuidara la marca en los tiros libres y eso que el jugador estaba al otro lado de la cancha.

Levantaba las manos en cada falta sancionada, haciendo recordar de espaldas a aquel técnico argentino Alejandro Giuntini (q. d. D. g) quien dirigió a Liberia, Pérez Zeledón y Herediano entre otros.

“Estamos conformes, a pesar de que llevamos un mes y una semana, nosotros tratamos de proponer, llegar con balón controlado, tocar el balón. Eso será fundamental en la esencia de nuestro equipo”, indicó en conferencia de prensa tras el juego.

Conferencia a la que acudió con otra camiseta, probablemente la anterior la sudó de más desde el banquillo y no era para menos, el argentino nacionalizado mexicano, quería dejar una buena impresión en su primer clásico.

“Lo que nosotros buscamos es orden y equilibrio. No podemos irnos al ataque o quedarnos muy atrás, entonces tratamos de ser un equipo equilibrado, pese a que nos estén atacando y no podemos descuidarnos porque si vamos a proponer debemos tener cuidado en la parte defensiva”, explicó el estratega.

Ni si quiera los goles fueron sinónimo de calma para Carevic que aplaudió cada uno de los goles del triunfo y levantó con su puño elevado al cielo en señal de triunfo y no era para menos, pues conseguía salir bien librado de su primer enfrentamiento contra su archirrival.