Por Luis Jiménez |6 de marzo de 2021, 14:28 PM

Alexander Solís, preisidente de la Comisión Nacional de Emergencia (CNE), contó una historia muy íntima tras cumplirse un año del primer caso positivo por COVID-19 en Costa Rica.

La confesión de su hijo José Mariano Solís Soto de 13 años, lo dejó impactado luego de superar el aislamiento por tener contacto con una persona positiva.

“Yo había tenido dos aislamientos pequeños porque tuve dos contactos indirectos, nunca estuve con temor de tener el virus porque en este caso no era contacto directo. Cuando ya tuve contacto directo con una persona que dio positiva, ahí ya si es serio y preocupante por lo que me tocaba aislarme por completo durante 14 días”, cuenta.  

Esto generó incertidumbre en su familia, sin embargo él seguía trabajando, además no tenía síntomas pero tenía que aislarse.

“Por suerte recién habíamos ido al supermercado de compras pero ya no podíamos salir. Esto generaba estrés y para colmo de males se nos dañó el sistema de televisión y ya no podíamos ver tele lo que aumenta un poco el estrés familiar”, señala.  

Su hijo, José Mariano, tenía 12 años en ese momento y todo parecía muy normal siempre apoyándose con su esposa y su hijo que hoy ya tiene 13 años.

“Yo no notaba que mi hijo estaba tenso y las conversaciones siempre eran normales. Me hice la prueba y luego de unas 36 horas me llegó el resultado durante la madrugada de un domingo.

"Cuando tuve el resultado negativo le di a mi familia la noticia y la primera reacción de mi hijo fue tirárseme encima y decirme que ahora sí te puedo abrazar; ahí comprendimos que había un poco de temor en lo que estaba viviendo”.

“Realmente había una situación muy tensa en la familia por lo que estaba pasando. A partir de ahí seguimos normal y conversando después me dijo: Pa creí que iba a morir de COVID-19. Esto fue impactante y entendí más allá de que todos estamos expuestos a esta enfermedad, también existe un grado de responsabilidad muchísimo mayor para nosotros los que estamos vinculados a la protección”.   

“La familia de uno es parte de todo el engranaje al que hay que proteger, aunque hemos seguido todas las medidas de seguridad siempre hay un grado de exposición que podríamos no controlar del todo”.

“Las personas que trabajamos directamente desde nuestros cargos a nivel de decisiones y operativos, así como en los hospitales, asistencia humanitaria, evaluación de contactos y todos los demás, son personas que dan todo y que también llevan esa incertidumbre a sus familiares; ellos merecen todo mi respeto y reconocimiento porque en carne propia viví lo que significa que nuestros familiares entren en esa condición de riesgo y de incertidumbre”.