Por Natalia Jiménez Segura |6 de marzo de 2022, 7:52 AM

Hoy, 6 de marzo de 2022, se cumplen exactamente dos años desde que Costa Rica reportó su primer caso de COVID-19: un día que, definitivamente, quedará para la historia.

En ese momento, los primeros costarricenses afectados por el virus fueron parte del personal de Ginecología del Hospital San Rafael de Alajuela. Ahí, lamentablemente, un médico contagió a varios compañeros, quienes a su vez también pasaron la enfermedad a otros funcionarios de salud.

Para este segundo aniversario, Teletica.com conversó con una de las personas que vivió en carne propia la experiencia de aquel 6 de marzo. Jorge García es enfermero obstetra, quien en ese momento era coordinador del piso donde ocurrió el tan temido escenario. Él salió positivo un día después del anuncio, el 7 de marzo, sin saber qué iba a pasar con su vida.

Estuvo 94 días en cuarentena y pasó días pensando que no iba a sobrevivir. Sin embargo, salió con 20 kilos menos y un estrés postraumático que lo incapacitó dos meses más.

Él y su grupo de colegas, algunos de ellos fallecidos, vivieron la experiencia desde el punto más aterrador e incierto. Esperaban ser los que atendían a los pacientes, pero resultaron siendo los primeros en necesitar ayuda.

¿Cómo fue la experiencia desde el miedo y el desconocimiento? Lo abordamos en la siguiente entrevista.

¿Cómo se da ese contagio dentro del hospital?

Todo ocurrió en el departamento de Ginecología, que es donde trabajamos. Yo soy enfermero obstetra, coordinador del segundo piso en ese momento, y nos tocaba hacer reuniones muy cercanas.

Un compañero llegó y, lamentablemente, nos contagió a muchas personas y nosotros a otros y así fue replicándose dentro del hospital. Estuvimos fuera como unas 60 personas del primer tamizaje, que fuimos como 200. En ese momento, no teníamos ninguna protección y ni siquiera sabíamos que el virus ya estaba en el país. Yo trabajaba con uno de los primeros doctores que falleció, éramos amigos y compañeros de trabajo cercanos, por eso fue que se dio el contagio.

¿Recuerda el momento cuando les dijeron que tenían COVID-19?

Ninguno de nosotros pensaba que tenía COVID. Cuando fuimos detectados, yo no lo podía creer, sobre todo por mi familia y todo lo que estaba pasando en otros lugares.

En ese momento, fui aislado por completo del centro hospitalario, entonces no podía darle seguimiento a lo que estaba sucediendo dentro del hospital. Fue un impacto directo en nuestra casa, que es el lugar de trabajo. Era muy desconcertante porque yo estaba en mi casa sin tener un conocimiento pleno de lo que pasaba en el hospital o un conocimiento completo de la sintomatología.

Nos preparamos para recibir al resto de la gente de afuera, pero no nos imaginábamos que iba a ser de adentro hacia afuera. Nos enseñaron a ponernos los equipos de protección personal y simulacros, sin pensar lo que estaba por suceder en nuestras vidas. Fue una experiencia que cambió mi vida completamente, y no me gusta como ponerme en una posición del "pobrecito", más bien soy super bendecido con todo lo que pasó y por la condición física en la que me encuentro, ya que algunos compañeros no tuvieron la posibilidad de estar hoy aquí.

Usted estuvo en aislamiento tres meses, ¿cómo se vivió ese periodo?

Yo tuve un periodo de cuarentena de 94 o 96 días y, de acuerdo a cómo iban avanzando los protocolos, cómo iban avanzando los descubrimientos de la enfermedad, nosotros íbamos siendo los que lo íbamos experimentando. Ahora el avance es muchísimo, pero en aquel momento era desconocimiento total. 

Para nosotros fue una experiencia diferente porque no había un conocimiento con respecto a la enfermedad propiamente, apenas se estaba empezando a gestar en otras latitudes y fuimos contagiados nosotros acá. Fue un ensayo, prueba y error, de parte de nosotros como pacientes y de parte de las instituciones porque los protocolos fueron variando a lo que existe actualmente. Fue una experiencia de incertidumbre total, no sabíamos qué iba a pasar con nosotros. 

Ahora se sabe que usted sigue positivo en la prueba un montón de tiempo y no significa que tenga la posibilidad de contagiar a otras personas. En ese momento no se sabía eso, y por eso fue que no me daban de alta. Cada vez que venían a hacerme los aspirados (prueba COVID en ese momento), era tan triste cuando me decían que seguía positivo. Por lo menos Dios nunca nos abandonó y me dio la fortaleza que hay que tener en ese momento. Pero definitivamente ha sido la experiencia más fuerte que he tenido hasta el momento. 

¿Qué tan graves fueron los síntomas?

Yo tuve un montón de síntomas que luego me di cuenta de que era sintomatología de mediana a moderada y hasta grave. Yo considero que, en este momento, yo hubiera tenido que estar internado por la sintomatología que tuve, pero lo manejé aquí en la casa. Yo estaba viendo que algunos compañeros de trabajo estaban falleciendo y otros se encontraban muy delicados, entonces para mí era una situación súper compleja y triste. 

En la cepa original, que fue la que nos dio a nosotros, la parte respiratoria se comprometía mucho, la parte hematológica también. Yo tenía pérdida de olfato y gusto sin saber que eso, luego, se iba a convertir en un síntoma conocido. Yo inicié con un dolor lumbar, luego de eso tuve migraña, dolor de cabeza y un patrón respiratorio muy deteriorado. En algún momento sentí que no iba a salir adelante con lo que estaba viviendo y me hinqué a pedirle a Dios. Fue triste, pero fue sanador.

Luego de pedirle a Dios me acosté en la cama, quedé en una posición boca abajo y cuando hice este movimiento sentí un alivio inmediato. Me quedé ahí como por tres dias, sin poder hacer nada más que eso, ni comer, ni bañarme, ni caminar, nada. No podía caminar porque me quedaba sin respiración.

En ese momento también me preocupaba mucho haber contagiado a mi familia, aunque viviera solo. En ese momento, era un virus que usted sobrevivía o no, eran las dos opciones.

¿Cómo fue el día en el que, al fin, salió negativo?


"Fui muy señalado".

Yo me acuerdo que fui muy señalado. Donde yo pasaba era con cintas amarillas, en el Ebáis donde yo consulté, en mi lugar de trabajo, donde estaban mis cosas y mi escritorio, en los chats ponían que yo tenía el virus. Incluso, en un momento pusieron que yo era el doctor que había muerto, y fue muy fuerte para mi familia porque yo estaba vivo. 

¿Tuvo secuelas físicas o emocionales?

Cuando yo tuve el virus perdi 20 kilos, sobre  todo porque a mí me hicieron unas aspiraciones, que se hacían para obtener el resultado, y me lo hicieron como 30 veces, entonces yo tenía muy inflamada la parte nasal y respiratoria.

En el momento que me incorporé al trabajo yo no funcionaba igual. Yo nunca he padecido ni siquiera de depresión, al contrario, soy una persona muy positiva y que trato de estar siempre bien, pero tuve una descompensación a nivel de salud mental que fue incapacitante. Estuve fuera de la institución de nuevo durante 60 días, tuve un cuadro que lo describieron como estrés postraumático relacionado con tanto encierro.

No podía estar en mi casa, me tuve que ir de aquí un tiempo, tuve que vender todo lo que me recordara ese tiempo de estar encerrado. Vendí los muebles, las cosas, y me tocó empezar paulatinamente con ayuda de Dios y mi familia. Tuve un apoyo psiquiátrico, farmacológico y psicológico para poder retomar las actividades normales.

Gracias a Dios, actualmente, tengo una recuperación total. Luego de crisis de ansiedad uno siempre queda como tenso a volver a vivir ese momento, pero Dios ya sanó todo lo que tenía que sanar en mí y actualmente estoy recuperado. 

Hay un porcentaje importante de los pacientes que padecen COVID que tienen una alteración con respecto a la salud mental y esa es una parte que tenemos que valorar. Muy pocas veces nos detenemos a ver que pasó con cada paciente. 

El funcionario ya recibió las tres dosis anticovid.


¿Qué aprendizaje se lleva de esta experiencia?

Lo que nosotros pasamos fue grave, era el virus puro y con una carga viral importante. Todas esas experiencias lo elevan a usted como persona, y yo tenía que vivir eso para retomar muchas cosas, hacer muchos cambios en mi vida y valorar muchísimas cosas. Eso fue lo que yo aprendí y lo que tenemos que aprender todos como humanidad con todo esto que estamos viviendo. Las vidas que se han perdido, la gente que ha quedado lesionada, el deterioro que hemos tenido, todos los aspectos negativos tienen que empezar a trasmitirse en aspectos positivos. Tenemos que ser misericordiosos. 

Cuando yo estaba aquí no ocupaba nada, ni el carro, ni la ropa, ni mis cosas personales, tenía dinero y no podía utilizarlo en lo que yo quisiera porque no podía ni salir. Entonces yo viví esos tres meses en camiseta, pantaloneta y sandalias y con comida, no necesité nada más. Hay que valorar muchísimas cosas.

El COVID no solamente se llevó vidas, sino que también parte de la salud de algunas personas que, aunque continúan con vida, tienen una secuela importante post covid física.

¿Cuál palabra describe esta experiencia?

Enseñanza, es algo que no puede pasar desapercibido, nos tiene que enseñar algo. No puede ser que tanta gente fallezca, que tanta gente esté enferma sin que aprendamos algo.

¿Qué cambió en usted para tratar a los pacientes, estando en la posición de ellos por tanto tiempo?

Cuando uno regresa a trabajar lo que se tiene es miedo, miedo de volver a pasar por lo mismo, sobre todo porque en ese momento no sabíamos cuánto podía durar la inmunidad natural. Sin embargo, yo trabajo en esto porque me gusta lo que hago. Pero usted sí se coloca en una posición donde logra comprender más lo que está pasando. Yo tuve que vencer mis miedos porque ahora me toca trabajar en el área COVID-19. Yo veía gente que fallecía diariamente y decía 'Dios, gracias por la oportunidad que me diste de continuar viviendo'. Es más que todo empatía hacia estas personas.

¿Qué mensaje les daría a las personas que todavía subestiman la pandemia? 


Youtube Teletica