Por Natalia Jiménez Segura |21 de septiembre de 2020, 10:38 AM

El país superó hace pocos días las 700 muertes por COVID-19. Muchos piensan que las personas internadas en Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) son las más graves y "tienen su destino prácticamente definido".

Sin embargo, los datos demuestran lo contrario.

El informe más actualizado del Ministerio de Salud, con respecto al detalle de los fallecimientos, corresponde al pasado 17 de setiembre, cuando se registraban 666 decesos:

  • 171 personas murieron en una UCI.
  • 482 fallecieron en servicios de salud (no UCI).
  • 13 personas fuera de los hospitales.

Según el médico intensivista de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), Marco Vinicio Boza, esto se podría explicar bajo varios criterios. El primero de ellos sería que, en algunas personas, el COVID-19 pone en evidencia enfermedades que nunca habían sido diagnosticadas.

Esto podría explicar las muertes totalmente inesperadas de pacientes aparentemente sanos, los cuales pueden morir en su casa o poco tiempo después de haber ingresado a un hospital.

“El COVID-19 también puede producir otro tipo de enfermedades no pulmonares que pueden desencadenar el fallecimiento de la persona. Por ejemplo, cada vez es más el reporte de enfermedades cardiacas asociadas al COVID”, indicó Boza.

Otra causa es que los pacientes que se encuentran dentro de la UCI no son los enfermos más graves. Boza aseguró que existen algunos criterios para el ingreso, basados principalmente en las opciones de recuperación del contagiado.

“Algunas personas, de acuerdo a su capacidad para ser recuperable, de acuerdo a su capacidad para sanar, puede ser internada en una Unidad de Cuidados Intensivos. Otra que tiene menos opciones de sobrevida, precisamente por las enfermedades crónicas que tiene, pasa a una Unidad de Cuidado Intermedio o a una unidad para COVID severo”, manifestó el intensivista.

“Otras personas que tienen cáncer avanzado, cáncer con fracaso de la quimioterapia, personas que tienen falla renal avanzadísima sin ninguna capacidad de resolución, incluso ya sin criterios para trasplante y sin criterios para hemodiálisis o para diálisis peritoneal en la casa, esas personas con COVID-19, sobre todo cuando ya llegan con complicaciones no respiratorias de COVID, no lo soportan, entonces esas personas son enviadas a un salón de baja complejidad de COVID donde reciben todo tipo de tratamiento, de acompañamiento paliativo”, agregó el experto.

Los criterios técnicos y médicos para conocer si una persona es candidata o no para ingresar a este espacio fueron creados muchos años atrás. El doctor aclaró que no son decisiones que se toman específicamente por la pandemia.

“No todo paciente con COVID grave es tributario de ingresar a cuidados intensivos. No es que estemos escogiendo, no es que estemos decidiendo quien recibe o no el ventilador. Nosotros no estamos en ese punto en Costa Rica y esperamos nunca estarlo. Lo que tenemos son criterios técnicos de evaluación y de estimación pronóstica de una persona que, a partir de esos criterios médicos y técnicos, decidimos si la persona es o no elegible para ingresar a cuidados intensivos”, comentó Marco Boza.

Hasta el sábado anterior, el país contabiliza 706 muertes asociadas al COVID-19: 270 mujeres y 436 hombres, con un rango de edad de 19 a 100 años.