Por Luis Jiménez |18 de mayo de 2021, 18:30 PM

Ana Rodríguez es la administradora y dueña del Bar La Gaviota, ubicado en el centro de San José. 

Ella cuenta que la emergencia sanitaria por COVID-19 ha sido muy difícil, más aún cuando les cierran por completo los negocios o les piden disminuir el aforo.

“Solo podemos tener cuatro clientes y dos empleados debido al distanciamiento y al aforo que ahora debe ser de 25%, únicamente”, dijo Rodríguez.

Considera que la parte económica es la más crítica: los ahorros se van agotando.

“El negocio era muy bueno, pero ahora lo vemos a palitos y hemos sacado mucho de nuestros ahorros para no cerrar por completo. Antes tenía cuatro empleados, hace unas semanas tenía dos, pero ya con este aforo solo me pude dejar uno porque no puedo cubrir los gastos de otro empleado”, comentó Rodríguez.

El Bar La Gaviota, que se ubica entre Calle 8 y Avenida 10, ha estado por más de 60 años en manos de la familia: primero fue del tío de Ana, luego lo asumió su papá, pero con la pandemia él renunció y se lo entregó a su hija.

"Anita", como le dicen los clientes de cariño, le contó a Teletica.com que siempre tuvieron dos bares, pero el que se ubicaba a unos 150 metros de distancia de La Gaviota, llamado El Italiano, no aguantó y lo tuvieron que cerrar por el coronavirus.

“Lo más difícil es la parte económica, hay mucha presión porque uno sabe que tiene pagar a los proveedores, empleados, alquiler y el ver que solo dos cajas de cerveza se han vendido en todo un día es muy triste. Nosotros no estábamos acostumbrados a este tipo de presión y en ratos yo me he visto deprimida porque a veces siento que no puedo más”, comentó Ana Rodríguez.

Además, narra que no tiene otro trabajo y vive de esto, por lo que tiene que aguantar y continuar en la lucha, a la espera de que todo vuelva a la normalidad.

“Necesito el negocio, pero si ya no hay con qué trabajar no puedo más. El dueño del local nos bajó el alquiler a la mitad, antes pagábamos un millón 600 mil y ahora lo tenemos en 800 mil colones, pero lo que es agua, luz y teléfono llega igual como si estuviéramos trabajando al máximo. Ahí, más o menos, vamos saliendo un poco, lo que hago es que agarro de mis ahorros o le pido a mi mamá prestado pensando en que después le pueda pagar”, agregó Anita.

Según ella, a pesar de que muchos se quejan de la difícil situación, tomó la decisión de seguir adelante con la fe de que, pronto, todo mejorará.  

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