Por José Fernando Araya |15 de mayo de 2016, 4:31 AM

El Team alcanzó este sábado su título 25, sin embargo recibió el trofeo en un deslucido evento en un salón de sesiones

Hay ceremonias atípicas y la que vivió el Club Sport Herediano este sábado por la noche.

Lastimosamente el Team levantó su copa 25 bajo un ahogado grito de campeón en una sala de sesiones –que también sirve para las conferencias de prensa– frente a pocos testigos, mientras  que en la gramilla y alrededores del estadio miles de rojiamarillos esperaban a sus héroes.

Una verdadera injusticia para una de las mejores aficiones del Torneo de Verano 2016, esa misma que aprovechó una oferta de la directiva en los precios de las entradas para estar presente en la mayoría de juegos del campeonato con una asistencia y apoyo envidiable para cualquier otro club.

Pero la desobediencia del mismo aficionado del Team causó, la que tal vez sea la premiación más extraña en la historia del campeonato nacional, según pudo constatar un equipo de Teletica.com.

Diás atrás la Unafut había lanzado la alerta: de haber invasión de cancha al momento del pitazo final, no habría entrega de medallas.

Obviamente la algarabía y la facilidad para llegar a la cancha florense, provocó la presencia de ajenos en el terreno de juego.

Pese a que Fuerza Pública controló rápido la situación, la Unafut ya había tomado la drástica decisión: las medallas se entregarían en el salón de sesiones.

Prensa, uno que otro familiar, algunos directivos y varios colados (por no decir muchos) fueron los únicos presentes en la ceremonia. Todo esto, en un lugar poco más grande que el comedor de una casa.

Amontonados y entre empujones así salió Liga Deportiva Alajuelense por su título y medallas de subcampeón. Uno a uno los manudos recibieron el reconocimiento.

Para ellos el hecho de no recibir insultos ni chiflidos de los seguidores rivales fue un verdadero alivio.

Caras largas fueron la tónica de los manudos, y Gabas fue el encargado de llevarse el subcampeonato a casa.

Herediano combatió el desorden de la entrega.

Apenas salieron comenzaron con el cántico de campeones dentro de la sala. Unos incluso ya celebraban con una "birra" en la mano (lo que permite observar una entrega de trofeos como esta), y en el momento de levantar la copa la gente se amontonó sin observarse nada.

Olvídense de la tradicional imagen del equipo levantando su trofeo 25, ya fuera en el centro del campo como antes o en una esquina del Rosabal Cordero como los años anteriores, esta vez fue uno encima de otro y casi sin espacio para respirar.

Y cuando se pensaba que no podía ser más desordenado. Un cable comenzó a jalar a todos los presentes, llevándose a jugadores, prensa y familiares –niños incluidos– que eran testigos de la insólita premiación. Claramente la televisión no tenía presupuestado transmitir desde ahí y por eso los cables causaron estragos en la sala.

Los florenses optaron por abrir una puerta y enseñar el título desde el balcón, lo que generó el delirio colectivo de la feligresía rojiamarilla que resguardaba con paciencia a sus héroes.

Todo eso ante el reclamo de cinco jugadores del Herediano a los que no les alcanzó la medalla y estallaron en cólera.

Entre ellos estaba José Sánchez, Randall Azofeifa y José Miguel Cubero, quienes vivieron minutos de angustia y molestia hasta recibir las preseas, casi 20 minutos después de la premiación oficial.

"Como me voy a sentir campeón sin medalla", vociferaba un exaltado Azofeifa. Y con bastante razón, pues era inaudito que las medallas no estuvieran.

Azofeifa tuvo que ser tranquilizado por sus compañeros, pues el ofusque crecía conforme pasaban los minutos.

"Hay que tener un poco de tranquilidad, pero personalmente esto no pude suceder, que cinco jugadores salgamos por la medalla y no este, esto no debería pasar en el fútbol profesional", mencionó José Miguel Cubero, quien minutos después recibió la medalla.

Las medallas aparecieron de repente para calmar los ánimos.

Sin duda alguna una de las ceremonias más atípicas y desordenadas en la historia del fútbol nacional.

Incluso se pude tildar de humillante para un equipo que con todas las de ley se coronó campeón nacional y merecía ese respeto de celebrar con su afición como cualquier otro club del mundo.

Esta vez no hubo papelitos al aire, ni juego de pólvora, solo un grito de campeón ahogado entre cuatro paredes, pero al final fueron los mismos heredianos los que armaron la fiesta, pese al desorden.