7 de diciembre de 2016, 5:32 AM

El  Sistema de Banca para el Desarrollo (SBD) es test para la credibilidad de las políticas de rectificación del estilo de desarrollo, es la cara de la política de inclusión económica que le abra futuro a centenares de miles de emprendedores.  Por eso, hace unas semanas en este espacio, me preguntaba ¿Qué plantea la evaluación del SBD? Respondía en corto: un fuerte llamado de atención hacia sus enormes retos.

Permítanme hoy comenzar a abordar el tema  del SBD, desde mi perspectiva (de quien ha trabajado en su evaluación en dos ocasiones, el 2011 y el 2016). Comienzo por lo que se superó.

La situación del SBD, en agosto del año 2011, fecha en la que fue presentado el Primer Informe de Evaluación sobre los primeros dos años del SBD, tuvo que centrarse en el diseño del sistema para señalar las limitaciones y potencialidades en la puesta en marcha inicial, ya que se trataba de un periodo en el cual aún no se había podido desplegar el potencial del SBD.

La Comisión Evaluadora en ese entonces encontró que el periodo de puesta en marcha del SBD presentó importantes inconsistencias y se había construido con recursos y componentes disociados que requerían restructuración.

El Primer Informe de Evaluación señalaba como principales inconsistencias:

El principal fondo por volumen de recursos del SBD, el Fondo de Crédito para el Desarrollo (FCD), no había podido ser utilizado para créditos, por normas prudenciales y otros factores que impedían el uso del peaje bancario.  La enorme promesa que significaba más de trecientos mil millones de colones no estaba en ejecución.

Para entonces estaban inconclusos los esfuerzos para lograr que el 15% de los presupuestos del Instituto Nacional de Aprendizaje (INA) se utilizaran en actividades de capacitación y asistencia técnica de manera planificada y coordinada con el SBD. Así, tampoco se documentaba  avance  con el principal recurso para la asistencia no financiera a la población meta.

Otros aspectos incompletos se relacionaban con la falta de desarrollo de productos financieros previstos por la Ley 8634 sobre capital semilla, capital de riesgo, entre otros.

Además, la rectoría del sistema vivió una situación crítica que llevó  a la salida de su primer Director Ejecutivo en el 2010, luego de un conjunto de importantes desaciertos que hacía que el inicio del SBD hasta ese año fuera fallido, aunque al tiempo de la evaluación habían sido corregidos en parte.

La Comisión Evaluadora 2011 encontró que la reestructuración del SBD requería de una mejora al marco legal que sustentaba al SBD, para lo cual la evaluación buscó proponer sustento técnico y sentido estratégico en la discusión que para entonces se llevaba en la Asamblea Legislativa para reformar la Ley 8634.

Ahora bien, el proceso de evaluación 2016 se lleva a cabo bajo un nuevo contexto, muy diferente de la situación enfrentada durante la primera evaluación, marcado por la reforma a la Ley 8634 del SBD mediante la aprobación de la Ley 9274, que se publicó el 27 de noviembre del 2014 y se reglamentó el 9 de marzo del 2015.

La evaluación tiene como objeto el periodo de operación del SBD desde el año 2012 a avanzado el 2016, y cubre algunos aspectos del accionar del sistema, los que  se pueden medir en cuanto a su avance, aunque en algunos ámbitos la ejecución de la reforma está en una etapa muy incipiente, mientras que en otras apenas se calibran los cambios, con resultados tempranos. Pero tenemos que seguir en el próximo artículo.