2 de febrero de 2017, 11:02 AM
El vestuario en el Garrison Field

El vestuario donde se cambian los jugadores.

¿Cuántos equipos en el mundo se pueden dar el lujo de pelear cada año por el título de liga y en el peor de los casos tener asegurado el subcampeonato?

¿Cuántos son capaces de disputar cada temporada dos finales de copa?

Eso es algo que ni en el Barcelona o el Real Madrid lo tienen garantizado, así como tampoco el Celtic de Glasgow pese a su claro dominio en el fútbol escocés.

El extraño privilegio recae en dos equipos que forman parte de la liga de fútbol más pequeña del fútbol que está integrada por... dos equipos.

Se tratan del Garrison Gunners y el Woolpack Wanderers, los dos clubes que han sobrevivido en el campeonato que se disputa en la isla de St. Mary, la más grande del archipiélago de las Islas Sorlingas que están ubicadas al suroeste de Inglaterra.

Escena de fútbol

Todos los años cambian los jugadores de los equipos, que son seleccionados a comienzo de temporada.

Decimos que han sobrevivido porque hubo en un momento hasta cuatro clubes, pero la emigración de los jóvenes habitantes del archipiélago en busca de oportunidades a Gran Bretaña, que en la isla se conoce simplemente como "tierra firme", condicionó la cantidad de jugadores disponibles.

Es así como esta liga, reconocida por la FIFA y la Asociación Inglesa de Fútbol, las disputan nada más los Gunners y los Wanderers, quienes se enfrentan 18 veces durante el campeonato, además de disputar la final de la Copa Wholesalers y de definir a doble partido el ganador de la Copa Foredeck.

También hay un partido similar a la Supercopa que se juega en las principales ligas europeas que marca el comienzo oficial de la temporada.

Arbitro y ayudante

Sólo hay dos árbitros encargados para dirigir los partidos.

Los partidos se juegan cada domingo, a la misma hora, en el Garrison Field, el pintoresco campo que recibe el sonido de las olas rompiendo del océano Atlántico.

Además de jugar, los futbolistas se distribuyen las tareas para acondicionar la cancha.

Uno repasa las líneas de cal, otros se encargan de las redes en las porterías mientras hay un escuadrón que recorre el terreno de juego para tapar los huecos que abren los conejos y recoger cualquier excremento que haya dejado un animal.

Una vez que llegan los 22 jugadores comienza la procesión en fila hacia los vestuarios, unos a la derecha y otros a la izquierda en partes iguales.

El responsable de arbitrar el partido, Paul Charnock, colegiado que dirigió encuentros en la liga nacional, la quinta categoría del fútbol inglés.

"Estos jugadores tienen el espíritu de Corinthian. Lo único que quieren es jugar fútbol, puro y simple", le dijo Charnock a la BBC.

El árbitro se refiere al objetivo máximo en el deporte que lo importante es competir y no ganar.

Vista de la isla St. Mary, la principal del archipélago

Las Islas Sorlingas ocupan una superficie de 16,03 km² y tienen una población de unos 2.000 habitantes.

Para que un club no cuente con una clara superioridad y exista un elemento de incertidumbre, cada año se lleva a cabo la selección de los jugadores con papel y lápiz, al más puro estilo de los partidos de fútbol jugados en la infancia en cualquier rincón del mundo.

"Es como las reglas en el colegio", resaltó Anthony Gibbons, presidente de la liga y uno de sus principales jugadores.

"Los nombre de los jugadores son anotados en un papel, distribuidos por posición".

"Lanzamos una moneda y los dos capitanes van escogiendo a sus jugadores uno a uno, en turnos, hasta completar su plantilla para la temporada".

Imagen del Garrison Field

El campo presenta alguna irregularidades, pero eso no detiene el espíritu en la cancha.

Mientras que el proceso de selección intenta mantener la paridad entre los equipos, hay temporadas en la que eso resulta imposible.

Disputadas tres cuartas partes del campeonato 2016-2017 los Gunners han ganado 11 de los 14 partidos jugados, sumando 70 goles a favor por sólo 28 en contra..

Sin embargo, esa diferencia no afecta el ánimo en el campo.

Mike Green ha vivido en St. Mary durante tres décadas. Solía jugar, pero con el paso del tiempo se transformó en uno de los fieles aficionados que se acercan cada semana a ver fútbol.

"Vivimos juntos, trabajamos juntos y jugamos fútbol juntos. Así es como tiene que ser", aseveró.