9 décadas de estallidos de emoción incontrolada en las narraciones de fútbol
El 22 de enero de 1927 los ingleses escucharon en la BBC la primera narración de un partido de fútbol, el inicio de un arte que sobrevivió la invasión de los medios visuales, que podrían haberlo hecho obsoleto.
El tipo de transmisión a la que se referían era nueva, "notablemente vívida e impresionante" -opinó el diario The Times- y, efectivamente, llegó hace 90 años y se quedó: la narración de partidos de fútbol, un género distintivo que enardece a millones de aficionados en todo el mundo.
La primera vez que los británicos pudieron escuchar un encuentro en la comodidad de sus hogares fue el 22 de enero de 1927.
Según algunos expertos, en Suramérica se les habían adelantado. Unos dicen que los pioneros fueron los argentinos, con Horacio Seever narrando un Argentina-Uruguay en 1924, otros que fueron los uruguayos, con la transmisión de un partido en 1922.
De hecho, los ingleses lo habrían hecho antes de no haber sido por las estrictas regulaciones de las autoridades deportivas y los periódicos, los cuales temían que el nuevo medio alejaría a los clientes de los estadios y a los lectores de las crónicas futbolísticas.
Pero el 1 de enero de 1927, la BBC recibió su Carta Real, se convirtió en una corporación pública y con ello vino el derecho de cubrir los principales encuentros deportivos.
26 días más tarde, desde una caseta de madera, con muy poca planeación, Henry Blythe Thornhill Wakelam, un exjugador de rugby, tuvo el honor de ser el primer comentarista de un encuentro.
En tu poltrona con tu mapa
El productor de la transmisión, Lance Sieveking, había dibujado un plano de la cancha dividida en 8 cuadrados, que fue publicado en la revista semanal de la BBC Radio Times.
La idea era que el radioescucha pudiera seguir la acción mientras estaba sentado en su poltrona, con el mapa en su regazo.
Desafortunadamente, el relato de Wakelam -al que el respetado narrador de criquet John Arlott describió como "un comentarista nato, con un vocabulario razonable, una buena mente y la determinación de evitar la jerga periodística"- se perdió.
Pero quedó, en pueblos y ciudades, en medio del campo y de las metrópolis del mundo, el eco de lo que empezó.
Un eco que comunica mucho más que los avatares en el campo del duelo.
¡Piensan que se terminó!
La narración deportiva desarrolló personalidad: la de Latinoamérica es distinta a la europea o la africana. Pero eso no sorprende.
Lo que sorprende son los desbordes que no nos esperamos.
La BBC, por ejemplo, hace un esfuerzo constante por no mostrar preferencias en ningún asunto. Es cierto que a veces no lo logra, pero créanme que nunca deja de tratar.
Y los presentadores jamás emiten una opinión: es casi imposible saber si son conservadores o liberales.
No obstante, tiene dos grandes talones de Aquiles: el clima y el deporte.
Frases como "Desafortunadamente mañana será un día miserable para el sur del país, con cielos grises y lluvia..." son usuales (¿por qué asumen que un día lluvioso es feo?).
Y durante los partidos de fútbol, aunque después tratan de corregir, no pueden evitar que se les escape la alegría o la desilusión cuando juega el equipo nacional.
De hecho, uno de esos estallidos de emoción -guardando las proporciones; al fin y al cabo, son ingleses- dejó su marca en la cultura británica hace 50 años.
Probablemente lo conoces: viene del comentario de Kenneth Wolstenholme durante la transmisión de la BBC de la final de la Copa Mundial de FIFA en 1966.
Eran los segundos finales del partido, y Wolstenholme dijo:
- ¡Aquí viene Hurst! Él tiene...
- (Unos espectadores que entran a la cancha distraen a Wolstenholme)
- ¡Hay una gente en la cancha! ¡Piensan que se terminó!
- (Geoff Hurst marcó un gol)
- ¡Ahora sí... son 4!
Inglaterra venció a Alemania 4-2, y la expresión "They think is all over"... It is now!" quedó plasmada en la cultura popular; aparece como título o parte de la letra de varias canciones, es el nombre de un popular programa de TV, hasta hay más de un videojuego con esa frase, y no es raro que surja en conversaciones.
Llegó el momento de aclarar las cosas
Yo al fútbol lo observo desde la distancia: es imposible ignorarlo pero estoy lejos de ser una seguidora.
No obstante, ciertos aspectos de la cultura que los rodea me fascinan, éste entre ellos.
Además hay cuestiones que me intrigan, sobre las cuales a veces no encuentro explicación.
¿Te has puesto a pensar por ejemplo, por qué siguen narrando los partidos de fútbol en televisión?
Desde hace tiempo, las pantallas en los hogares muestran detalles que ni siquiera los que otrora iban al estadio al principio podían ver, y hasta repiten lo que te perdiste desde varios ángulos.
¿Cómo sobrevivió este género de la radiofonía el advenimiento de tecnología que debía haberlo hecho obsoleto?
Como me ocurre a menudo, los que sí saben de esto sencillamente me responden que yo no entiendo nada, y por más que busqué en internet, no hallé la respuesta.
En cualquier idioma
Lo que sí descubrí es que mi amigo David Winner, periodista deportivo y autor, prefiere ver los partidos con comentarios en chino.
Eso gracias a que me permitió escuchar subrepticiamente una conversación con su colega Simon Kuper, también autor y columnista deportivo del diario británico Financial Times, a quien la declaración de David le extrañó.
SIMON: ¿Entiendes chino?
DAVID: No. Por eso es que me gustan los comentarios en chino.
SIMON: Estás en buena compañía: Johan Cruyff una vez invitó a unos holandeses a su casa en Barcelona a ver Ajax-Feyenoord en TV, apagó el sonido e hizo él mismo el comentario durante 90 minutos.
DAVID: Incluso en ese caso, habría preferido el comentario en chino. Me gusta porque puedo oír a la multitud, sentir las emociones del comentarista, pero no tengo que escuchar sus opiniones. Prefiero mis propios pensamientos.
SIMON: Todo lo contrario a lo que pasa en Suramérica, donde algunos fans hasta llevan el radio al estadio.
DAVID: Efectivamente. Además, prefiero los comentaristas tranquilos, a la vieja usanza, esos que pueden encapsular la emoción de la gente sin gritar.
SIMON: Como Kenneth Wolstenholme cuando Inglaterra ganó la copa mundial: "Piensan que terminó...".
DAVID: O cuando Gerd Muller mete un gol en la final de la copa 74 y Herman Kuiphof dice "Nos engañaron de nuevo".
SIMON: Esas cuatro palabras equivalen a todo un libro de historia de la relación entre los holandeses y los alemanes.
DAVID: ¡Y qué tal Jack van Gelder cantando yodel cuando Dennis Bergkamp apuntó contra Argentina!
SIMON: Yo estaba viendo el partido sólo en un cuarto de un hotel en Lyon y también canté yodel.
DAVID: Pero nadie le gana al alemán Herbert Zimmermann en el final de la copa mundial de 1954.
SIMON: "Rahn dispara... ¡TOR!!! ¡TOR!!!! ¡TOR!!!!! ¡TOR!!!!!"... "¡Llámenme loco! ¡Llámenme chiflado!"
DAVID: ¿El mejor comentario de la historia?
SIMON: Probablemente. Zimmermann era un almidonado exmayor del ejército que había comandado los panzers en Rusia. Cuando empieza a narrar el partido, todo es muy formal, pero al final está totalmente descontrolado. Es tan emocionante, tan conmovedor.
DAVID: Es por eso que (el director de cine alemán Rainer Werner) Fassbinder lo usó para el clímax de su película "Maria Braun". Es extraño: cuando uno lo escucha, uno sigue queriendo que Hungría gane el partido, pero no puede evitar llorar con Zimmerman.
SIMON: Dicen que con esa narración Zimmermann marcó el inicio a la historia alemana de posguerra. Hay una historia hermosa de un escritor alemán que lo escuchó cuando tenía 9 años. Cuenta que ese día por primera vez en su vida vio a adultos sonriendo.
DAVID: Con el tiempo, el comentario se fue volviendo casi tan importante como el partido mismo.
SIMON: Más. El comentario se convirtió en una leyenda. Es casi preocupante cuán poderosos pueden llegar a ser los comentaristas.
DAVID: ¿A qué te refieres?
SIMON: A Ronald Reagan, por ejemplo. Él empezó su carrera en la década de 1930 como presentador de los partidos de los Chicago Cubs.
DAVID: ¿Reagan estaba en Chicago?
SIMON: No. En Idaho, sentado en un estudio de radio, sin poder ver el partido. Le mandaban telegramas con detalles escuetos sobre el juego -como "bola al jardín central/fuera"- y los usaba para armar un comentario asombradoramente dramático. Sencillamente, se inventaba todo.
DAVID: Un entrenamiento muy útil para ser presidente.
SIMON: Exacto. Su biógrafo Gary Wills dijo que desde sus años inventándose comentarios de beisbol, Reagan quedó sin la facultad de distinguir muy bien entre la ficción y la realidad.
Es por historias como éstas que, aunque no sea fanática del fútbol, hay aspectos que me fascinan... y otros que me siguen intrigando (no me refiero a la regla de fuera de juego: ¡tampoco es el misterio de la Santísima Trinidad!).
¡Ah! Mi amigo David me explicó por qué siguen narrando los partidos transmitidos por televisión:
"El comentarista es como el coro del teatro griego antiguo".