Por Adrián Fallas |8 de febrero de 2024, 11:20 AM

“La cosa más importante que he aprendido a lo largo de los años es que cuando estás haciendo algo en la vida, asegúrate de que sea algo que amas, algo que disfrutas sinceramente haciendo”. Con esa frase, Keith Closs describe su vida ligada al baloncesto, que lo llevó a las alturas de la NBA, lo hizo sobreponerse al alcoholismo y que hoy lo tiene jugando maxibaloncesto con el equipo de Desamparados, acá en Costa Rica, todo por el amor al deporte.

La historia de Closs no es una historia triste, es una historia dura, pero una de triunfo: en el país, este gigante de 2.20 metros está listo para ayudar a jóvenes, dentro y fuera de la cancha.

En su carrera, que lo llevó desde las duelas de la NBA hasta China y Turquía, Closs se ha topado con los mejores del mundo.

Durante su camino pudo sobreponerse a la adicción al alcohol, lo que lo ha llevado a complementar su trabajo en la cancha con la participación en actividades dirigidas a la juventud, para guiarla y ser un ejemplo de superación.

“Todo se trata de llegar, devolver a la comunidad como siempre, ya sabes, brindar a los jóvenes la orientación adecuada que necesitan. El baloncesto es solo un vehículo, ¿sabes? El baloncesto es universal, ¿sabes?, y es un lenguaje único. Entonces, ya sabes, si juegas baloncesto, comprendes el lenguaje. Y es fácil. Es fácil comunicarse. Me encanta. Me encanta lo que me ha permitido hacer. Ya sabes, porque cuando dicen baloncesto, es vida. Realmente lo es”, explicó el espigado jugador, quien fue líder de tapones dos años al nivel universitario.

Para Closs, el baloncesto le ha dado una oportunidad de conocer el mundo y mejorar como persona.

“El baloncesto une a las personas. Reúne a personas de todos los ámbitos de la vida. Ves a los ricos jugando baloncesto. Ves a la clase media jugando baloncesto. Ves a los más pobres de los pobres jugando baloncesto. Si no tienen una canasta, hacen una con una caja, o hacen una con perchas, ya sabes, o con una lata de leche y la atan a un árbol o a un poste. Eso es lo que hacía de niño”, recuerda entre risas.

De los Clippers a Costa Rica

Closs jugó tres temporadas en la NBA con Los Angeles Clippers, entre 1997 y el año 2000. Recuerda haberse enfrentado a jugadores del calibre de Michael Jordan, “el mejor que enfrenté”, Hakeem Olajuwon y Charles Barkley, “el más hablador de todos”.

Su problema de abuso del licor lo tenía desde antes de llegar a lo más alto del deporte y lo siguió mientras hizo carrera en las ligas locales, pero un roce con la muerte le cambió su futuro.

Así, con el alcohol en el pasado, siguió jugando, siendo el deporte la constante en su vida, tuvo además la oportunidad de desarrollarse como entrenador y así llegó a Costa Rica, con el balón que lo ha acompañado una vida.

“Siempre tuve una pelota conmigo a donde fuera que fuera. Siempre estaba driblando por la calle, ya sea que fuera a la escuela, a la tienda con mi mamá, siempre tenía mi balón conmigo”, añadió.

La idea de Closs es poder aportar en el país al crecimiento del baloncesto: “Encontrar a alguien que sea serio, ya sea una escuela, un equipo, una corporación, ya sabes, simplemente encontrar a las personas adecuadas que estén seriamente interesadas en el baloncesto y en el avance del baloncesto en Costa Rica”.

A continuación, explica su visión.

El basquetbolista se encuentra interesado en poner sus conocimientos al servicio de la comunidad, tanto como entrenador y mediante clínicas del juego, y como mentor para jóvenes, dada su historia de vida.

Los interesados pueden comunicarse al número 7053-1731.

WhatsAppTeleticacom