31 de mayo de 2023, 16:28 PM

Por Julián Blanco.

En 2021 los equipos de la Liga Superior de Baloncesto (LSB) estrenaron un draft de jugadores extranjeros. La consigna: mejorar el nivel del torneo nacional. Así, incluso mientras el mundo se detenía por la COVID-19, el baloncesto costarricense seguía avanzando. Allí apareció el nombre de Justin Pierce.

El estadounidense, elegido mejor jugador de la final entre PFC Pelicans y Escazú Escoba, es toda una referencia en la escena nacional. Ya sea por su calidad, liderazgo o por anotar la canasta de la gloria a cinco segundos del final, Pierce se convirtió en un ídolo para Puntarenas. 

“Esto es solo el inicio, no terminas de trabajar porque ganas uno. Yo quiero más”, dijo tras salir campeón el pasado fin de semana.

Sin embargo, para Justin Pierce el camino ha sido de lo más difícil. Pasado por alto durante la secundaria, recayó en la tercera categoría universitaria con la Averett University de Danville, Virginia. “De joven no fui tan hábil como debí haber sido, pero al mismo tiempo nadie te dice cómo se hacen las cosas”, comentó Pierce. 


"No tenía estadísticas sobresalientes y ninguna universidad de primer nivel iba a por mí”, añadió.

El reto se volvió mayor cuando, una vez finalizada su carrera universitaria, no tenía adonde ir. Ya fuera enviando su currículum a agentes, viajando de gimnasio en gimnasio con poco dinero o compitiendo en la desprestigiada ABA, la realidad es que Justin Pierce vivió el ácido de ser un jugador semiprofesional.

“No voy a tratar de endulzarlo, es extremadamente duro. Hay que sacrificar comodidad, familia, incluso amor; pero si la razón por la que lo haces es mayor que uno mismo, entonces resulta más fácil hacerle frente. Hay que estar dispuesto a pasar por esos días malos para ver días buenos, porque eso es lo que olvida la gente: no suele tratarse del destino, sino del viaje”, contó Pierce.

Envuelto en una vida sin carro u hogar, e incluso tras perder su dinero en una estafa para jugar en Países Bajos, Pierce encontró algo que lo apasionaba tanto como jugar: “Necesitas vivir de algo más. Durante esos años encontré una nueva pasión en entrenar niños y desarrollar a la juventud. Dios me enseñó un sueño nuevo antes de otorgarme el que realmente deseé”, confesó, interesado también en enseñarle a jóvenes en Costa Rica.

Fue entonces, con la pandemia ya de por medio, que apareció una oportunidad de la mano de su agente y la Federación Costarricense de Baloncesto (Fecoba). Elegido para el equipo de Caribe Jaguares, Pierce promedió más de 30 puntos por partido en su temporada de debut, si bien el equipo se quedó corto en el último lugar.

“Fue increíble, en realidad. Siquirres es un pueblo pequeño, pero las personas que conocí hicieron la experiencia asombrosa. Mi primera impresión fue que el baloncesto aquí podría ser algo muy grande, incluso a través del covid había mucho apoyo para que la liga creciera. Eso jugó un papel muy importante para volver”.

Como menciona el propio jugador, ese breve paso por Costa Rica le abrió las puertas de la vida que tanto quiso. Sin las facilidades, el dinero o los focos de la NBA, el caso es que Pierce ha podido vivir del baloncesto en Uruguay, Ecuador y México.

De hecho, Rodolfo Fonseca (entrenador) lo llamó a finales de 2022 para ser parte del proyecto de PFC Pelicans, pero Pierce lo rechazó por razones personales. 

Eso al menos hasta que una segunda llamada de Fonseca sumada al respeto por los hermanos David, Daniel y Jorge Shedden (todos fundamentales en el equipo campeón) lo lograron convencer.

“Yo solía ir a la batalla con los Shedden y siempre hubo ese respeto mutuo de ‘estos tipos son increíbles’ o ‘estos tipos saben hacer su trabajo’. Al final me llamaron y me aseguraron que todo iba a estar bien”, comentó el estadounidense.

Y vaya que estuvo bien. Apenas meses después de formar el equipo, PFC Pelicans se coronó campeón con un puñado de jugadores jóvenes acompañados de unos líderes de peso en el baloncesto costarricense. Pierce, cómo no, uno de los más importantes con su experiencia.

“Soy un jugador completamente diferente. Ahora no dejé 30 puntos por partido como antes, pero la gente olvida que ganar es algo que se aprende. Yo estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario para ganar, mis compañeros lo sabían y ellos también estaban dispuestos a hacerlo. Gracias a eso logramos uno de los campeonatos más históricos de Costa Rica”, concluyó el mejor jugador de la final.

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