Por Rodolfo González 31 de agosto de 2017, 2:55 AM

(Seúl/Corea del Sur) Cuando el reloj despertador sonó eran las seis de la mañana, pero mi cerebro estaba aún 15 horas atrás.

Tras un viaje de casi un día completo, desperté en un cuarto de hotel en Seúl. Apenas encendí el televisor me alertó el ya sobre utilizado “breaking news” de CNN, informando acerca de un nuevo lanzamiento ordenado por Kim Jong Un, ese regordete con cara de niño que manda en Corea del Norte.

En la televisión una presentadora con cara de preocupación informaba desde la sede en Atlanta que un misil sobrevoló Japón.

Yo, apenas despierto y con una sensación similar a la resaca (producto, por supuesto, de la descompensación horaria y de ninguna otra cosa más) sólo atine a pensar: “Ahora sí es cierto,  el asunto se puso feo”.

Rápidamente me alisté y salí a la calle acompañado del productor de 7 Días, Carlos Amador. Nuestra expectativa era clara: Ser testigos en primera fila de la tensión que, sin duda, traería a Seúl ese nuevo lanzamiento.

A unas cuadras del hotel había un parque y allí decenas de niños de edad prescolar jugaban con sus maestras.

“Ellas no están enteradas, seguramente no vieron las noticias”, pensé de inmediato. Al seguir caminando comprendí que el único preocupado en el tema era yo.

Para los habitantes de la capital surcoreana era un día cualquiera, aunque CNN y otras cadenas internacionales se empeñaban en hablar de tensión. De hecho en la tarde estuvimos en la Cancillería y en una tranquila conferencia de prensa un vocero de segundo nivel dio apenas unas declaraciones guionadas. Nada fuera de la normal.

Y suena lógico. ¿Quién ganaría con una guerra en la península coreana? Nadie. Todos son perdedores potenciales. Estados Unidos, China y Rusia no van a darse de balazos nucleares por un empobrecido país.

Corea del Sur está pensando en conquistar el mundo a punta de celulares y carros y el mismo Kim Jong Un sabe que su Norcorea sería devuelta a la edad de piedra si ataca a sus vecinos.

Eso da pie a una segunda pregunta: ¿Quién gana con un teatro de tensiones elevadas? Allí si hay ganadores de ambos bandos.

Si usted es el presidente de Estados Unidos y está en medio de un escándalo por supuesta injerencia rusa en las elecciones, qué mejor que dirigir la atención de todos hacía una presunta amenaza nuclear.

Por otro lado,  si usted es el mandamás en una dictadura también es buena idea lanzar de vez en cuando un misil y así dar la sensación de que no se tolerarán amenazas de potencias imperialistas. Parece que solo mi compañero Carlos y yo nos creímos eso de que a gente iba a estar asustada.

Ellos parecen entender mejor que los analistas de CNN cómo es este juego.