Por Ignacio Santos |8 de abril de 2013, 11:25 AM

 La Constitución establece el mecanismo para elegir y relegir magistrados. Con gran civismo el jueves pasado, Fernando Cruz, dijo que ellos me pusieron y ellos me quitan, así esta establecido y hay que respetar la institucionalidad del país. Estamos totalmente de acuerdo. Sin embargo, dentro del marco de la ley se pueden tomar decisiones improcedentes, injustificadas y con el peor criterio. Creemos que este es el caso.

Al magistrado Fernando Cruz no se saca de la Sala Cuarta por ningún acto censurable. No podría ser, por décadas ha sido un funcionario intachable y ejemplar.

Los argumentos son otros: darle una llamada de atención a la Corte, que la Sala Cuarta se ha excedido en sus funciones, y hasta el extremo de que así la Asamblea Legislativa se reivindica.

Nos preguntamos, ¿Quién cree que el poder más desprestigiado del país va a reivindicarse con decisiones como esta?

De igual forma, conforme pasan las horas salen a la luz las gestiones del Poder Ejecutivo para lograr la mayoría de 38 diputados para sacar a Fernando Cruz de la Sala Cuarta.

Otro poder de la República severamente cuestionado por los ciudadanos, por su notoria incapacidad en la solución de los verdaderos problemas nacionales, esta vez si logra lo que no ha podido en temas de verdadero interés y urgencia nacional: poner de acuerdo a 38 diputados.

Por supuesto, no hay que dejar de lado la lógica sospecha de que sectores políticos, todavía influyentes, que le cobran a don Fernando su independencia y su oposición a bailar al son que le pongan. Sectores encabezados por exfuncionarios condenados unos, e investigados otros, por casos de corrupción.

Con lucidez y valentía, Víctor Ramírez, en la Nación de hoy, compara la decisión de los diputados el pasado jueves con la de otros legisladores, hace 65 años, cuando anulan las elecciones de 1948. Dice don Víctor que aquellos diputados "no sabían, porque el poder no solo corrompe, sino que obnubila y entontece, que estaban cavando sus propias tumbas políticas".

Y sobre los diputados de hoy, Ramírez concluye que de igual forma " 64 años después, 38 diputados y sus titiriteros quizá han abierto una fosa profunda política para ellos mismos y para sus propios líderes y partidos".

Solo puedo agregar que si eso pasara no perderíamos mucho. Me imagino que usted diría que más bien ganaríamos mucho.

No, lo grave, lo verdaderamente grave, es que decisiones como la del jueves pasado están abriendo una fosa a nuestro sistema político. Eso es lo grave, eso es lo verdaderamente grave.

Los diputados de hace 65 años con su nefasta decisión de anular las elecciones, detonaron una guerra civil.

Los de hoy, generando temor en los jueces que deben ser imparciales y firmes, minando el principio de división de poderes, y castigando a un funcionario ejemplar echan leña seca a una hoguera de insatisfacción y frustración ciudadana que día a día crece en el país.

Parece que todavía hay opciones. Parece que los que fraguaron esta nefasta decisión, además de miopes fueron torpes. Habrá que ver que pasa. De lo que no tengo dudas, como muchos ciudadanos, es que la decisión de los diputados de expulsar a Fernando Cruz de la Sala Cuarta le pone otra cruz encima al país, otra cruz encima a todos.