Por Susana Peña Nassar |9 de julio de 2020, 10:47 AM

A este paciente lo llamaremos Carlos para proteger su identidad: tiene 50 años, lo diagnosticaron con COVID-19 y estuvo dos semanas internado en una Unidad de Cuidados Intensivos. Tenía pocos factores de riesgo y logró vencer al nuevo coronavirus; pero cuando salió del hospital estuvo varios días en una silla de ruedas, su movilidad se vio comprometida por la pérdida de masa muscular.

El caso de Carlos no es aislado, los pacientes hospitalizados por COVID-19 sufren consecuencias físicas que deben ser abordadas tanto en el internamiento como una vez que sus pruebas están negativas.

Desde que inició la emergencia sanitaria, el pasado 6 de marzo, profesionales del Centro Nacional de Rehabilitación (CENARE) han atendido a 103 pacientes por secuelas de la enfermedad y la estancia prolongada en un centro médico.

“Si estás encamado durante una semana por una gripe normal, en la casa, sin ninguna enfermedad de fondo, vas a perder un porcentaje de masa muscular (entre el 10% y el 15%). Si se le suma que estás conectada al oxígeno, a una maquinita, eso hace que el encamamiento sea peor”, explicó la doctora Laura Cordero Molina, especialista en fisiatría y jefa de docencia e investigación del CENARE.

Tras varios días en un salón de hospital o en cuidados intensivos, los pacientes COVID-19 pierden peso, tienen dificultades respiratorias que los hacen agitarse fácilmente, les cuesta o no pueden caminar, sufren contracturas, les cuesta tragar (no pueden comer) e incluso quedan con algunos déficits neurológicos.

“Algunos pierden la consciencia del tiempo, del espacio, sufren lo que llamamos delirio, es decir, no saben dónde están”, dijo la experta.

Alberto, nombre ficticio, es otro paciente que tuvo COVID-19 a sus 72 años. Estuvo tres semanas en la UCI. Cuando su condición mejoró, lo trasladaron al CEACO para recibir terapia física, ocupacional, de lenguaje y atención en psicología y trabajo social. Luego del abordaje, Alberto está consciente, orientado, sin dificultad respiratoria ni úlceras y con más fuerza.

Cordero detalló que, de los 103 pacientes, 93 se han atendido durante su hospitalización en el CEACO. Un profesional ingresa, los valora y personaliza los planes de terapia.

“Esta es una gran diferencia, lo hacen antes de que el paciente presente la deficiencia para que los pacientes no se deterioren y salgan con la menor cantidad de secuelas posibles”, agregó la doctora. 

En estos casos, cuando salen del hospital, se da seguimiento por medio de llamadas telefónicas.

Los otros 10 pacientes tienen limitaciones más serias, por lo tanto, son atendidos de manera presencial en el Anexo 2 del Hospital México.

El programa también incluye a los hospitalizados en UCI en todos los centros médicos nacionales, la idea es que los médicos los refieran para ser tratados por profesionales en fisiatría y rehabilitación lo antes posibles.

Según la doctora, debido al aumento de casos de COVID-19 y los pacientes internados, se preparan para un mayor requerimiento de servicios en las próximas semanas.