Por José Fernando Araya |28 de mayo de 2020, 11:31 AM

El pasado 20 de mayo, mediante una conferencia de prensa por parte del Ministerio de Seguridad se anunciaba que el ciclista español Josep Betalú realizará el enorme reto de completar en solo un día las tres etapas de la Ruta de los Conquistadores, uno de los eventos de mountain bike más duros del planeta.

La gesta parecía casi imposible de realizar. Lo que pocos sabían era que un tico venía de realizar esta heroica proeza tan solo cinco días atrás.

Para ese entonces, probablemente a Ricardo Rouillon, ciclista profesional del equipo Specialized, todavía le dolían las piernas de lo duro del recorrido, sin embargo, la satisfacción era indescriptible.

Este vecino de Escazú de 33 años salió el jueves 14 de mayo de Jacó cerca de las 10:30 p. m. y terminó el recorrido en horas de la tarde del viernes 15 en Caño Blanco en el que considera su satisfacción más grande, pues ni siquiera realizar una buena Vuelta a Costa Rica asegura que lo llenó tanto como esa aventura.

“Es muy bonita la experiencia, es un reto inolvidable. La vuelta me fue bien, pero esto es más lindo, pues uno se sacrifica demasiado, si nosotros lo podemos hacer cualquier persona lo puede hacer con sacrificio eso sí”, indicó Rouillon con mucho orgullo.

Idea de dos, que terminó divida.

Esta “salvajada”, como la llama él mismo, fue una idea entre Josep Betalú –quien este sábado intentará realizar el mismo recorrido- y él.

Incluso ambos entrenaron juntos y se prepararon con fondos de entre 12 y 16 horas de pedaleo por mes y medio aproximadamente.

A los dos los emocionaba la idea de poder realizar el recorrido juntos, pero hubo dos problemas que los obligó a que cada uno la hiciera por separado.

El primer hecho fue que no les permitían correr juntos por la pandemia del COVID-19, es decir, cada uno debía respetar su propia burbuja social.

El segundo aspecto fue que Betalú tuvo problemas con sus patrocinadores, pues chocaban con los del costarricense, y para ambos el patrocinio es vital.

“Entrenamos juntos y teníamos una meta que era esto. Antes ya lo habían intentado pero el ciclista no lo logró por el frío y llegó muy desgastado arriba.

“Entonces esto nadie se lo había inventado, nada más fue la idea de un par de locos a los que se les ocurrió, pero la Ruta no es de nadie”

De paso Rouillon aprovecha para aclarar cierta polémica que el gremio de ciclistas les ha querido endosar y de la cual no hay duda alguna.

“Mi intención no era ver quién la hacía antes o no. Yo también trabajo y tenía que ajustarme por las vacaciones, además que el clima no estaba favoreciendo, entonces preferí hacerla cuanto antes fuera posible para evitar las lluvias, coordiné con mis compañeros y la hicimos ese día”, explica.

La voz de la experiencia.

Para completar la gesta, Rouillon asegura que jamás hubiera terminado el recorrido sin los consejos y los tips que le dio Betalú, tres veces campeón de la Ruta de los Conquistadores.

“Es una salvajada para cualquiera, lo que pasa es que uno está mejor preparado que el promedio por ser ciclista de élite.

“Lo que destaco es el completo entrenamiento que hicimos, pues fácil completamos 1.500 kilómetros o más. Aprendí mucho de Betalú, tal vez no hubiera podido terminar la experiencia sin todo lo que él me transmitió”, añade.

Sin embargo, ahora el tico aprovecha para devolver el favor al español y darle unos consejos sobre el recorrido y así ayudarle a que él también termine la gesta.

“Lo que le puedo compartir es mi experiencia. Carara está muy complicado, él mejor que nadie sabe moverse en barro, pues es muy técnico y él me enseñó técnicas para bajar entre el barro que eso le va a servir mucho.

“La parte de la comida es vital y uno no puede fallar. Él sabe más o menos dónde me dieron las crisis, entonces esto le puede servir, pues físicamente tengo un poco más de resistencia por grasa y peso que él”, aseguró el ciclista.

Dos crisis, Carará y La Pita.

Rouillon logró completar las tres etapas de la Ruta en 16 horas y 34 minutos y pese a más de mes y medio de entrenar fuerte, tuvo momentos muy críticos que por poco lo hacen rendirse, no obstante, su convicción y fuerza mental no lo dejaron claudicar.

Primero estuvo el temido paso de Carara en plenas horas de la madrugada, una experiencia que esperaba peor, pues siempre el calor es insoportable.

“Cuando uno está adentro uno llega con mucha preparación. De noche me atrevería a decir que es mejor cruzarlo siempre y cuando el foco no falle. Aunque el estrés es peor, pues le estás dando vuelta al horario normal, pues si te pasa algo en Carara estás muerto, ni en helicóptero te sacan”, menciona.

El tico había hecho el recorrido antes y pudo ponerse en contacto con los encargados de un albergue en la zona que lo esperaban acompañar en cuadraciclo, sin embargo, el clima no ayudó, aunque al final pudo recargar energías con un poco de café y limpiar la bicicleta en este punto.

“En Carara es donde hay más posibilidades de joder todo el ride si decidís salir rápido, es mejor salir lento que apurarse, ya que se puede dañar la bicicleta”, añade.

Luego vino el recorrido por La Pita que a su criterio es uno de los más difíciles de todos por el barro y ciertas compañías del bosque le pusieron un poco más siniestro el ambiente.

“Para La Pita realmente llevaba miedo, pues es muy diferente a Carara. En Carara es como un callejón entonces con una luz no te pierdes, pero en La Pita la luz se pierde porque es muy amplio y en lo personal tenía miedo. Lo único que ves son los ojitos luminosos de los bichitos, no sé tal vez fueron ratas o gatos, pero nada que me asustara o un animal grande”, indicó con asombro.

Para el paso del cerro Cabeza de Vaca, Rouillon tuvo una crisis estomacal que por poco lo saca de la prueba.

“Cabeza de Vaca es muy duro, ahí me dieron todas las crisis. No en la parte mental, sino más bien fue en la parte física, pues me sentía incómodo del estómago con complicaciones. A esas horas no has ido al baño y llevás seis horas de recorrido y entonces se cambia todo el horario de tu cuerpo”.

El ciclista pudo sortearla, pero antes de llegar a Chicuá volvió a sufrir los mismos retorcijones y el dolor de estómago regresó. Sin embargo, prefirió continuar, pues si paraba, sabía que era el final.

“Cuando llegué al cruce entre los volcanes tomé un nuevo aire, tal vez la emoción de que ya hiciste el 70% del recorrido ayuda mucho y luego bajar a Turrialba, paré a comer y después continué con la tercera etapa que es lo más fácil, pero ya uno va reventado también”, explicó Rouillon.

Rouillon agradece a todos los que lo ayudaron para terminar este recorrido incluidos sus patrocinadores, los amigos que le ayudaron en las paradas que realizó y su familia, pues en Escazú pudo pasar a visitar a sus hijos Jimena y Sebastián quienes le dieron un segundo aire.

“Esto es un reto personal. Si yo hice 20 horas y Betalú 10 por ejemplo, es algo experimental, acá el tiempo no es importante, pues no es una carrera contra nadie. Espero que esto se lo tomen como una aventura y entrenar mucho y mucho fondo, no tenemos nada que no tengan los demás, la única diferencia es la perseverancia y dedicación”, concluyó.

Ahora será el turno este sábado para Josep Betalú, quien saldrá a medianoche de Jacó y espera llegar tipo 5:30 p. m. a Caño Blanco, punto final del recorrido.


FOTOGRAFÍAS DE FELIPE MOLINA.