Por Deutsche Welle |29 de marzo de 2020, 19:00 PM

Presos del Estado Islámico confinados en una prisión en la ciudad de Hassaké en el noreste de Siria, se han amotinado, han conseguido destruir parte de las instalaciones e incluso algunos han escapado, según informaron este domingo (29.03.2020) fuentes de las Fuerzas de Siria Democrática (FSD) que controlan el recinto.

El jefe de comunicación de las FSD, Mostafa Bali, comunicó que "los terroristas de EI se apoderaron por completo de la planta baja de la prisión de Al Hasakah, demolieron las paredes internas y destruyeron las puertas. Algunos lograron escapar y se les está buscando", a través de la red social Twitter, añadiendo que "la situación aún está tensa dentro de la prisión (...), las fuerzas están tratando de recuperar el control", refiriéndose al envío de refuerzos.

El vocero de las FDS -una coalición dominada por combatientes kurdos- no dio el número de prófugos o su nacionalidad, aunque el grupo humanitario Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH) habló de "al menos cuatro fugitivos".

Bali afirmó que "fuerzas antiterroristas" están manejando la situación en el primer piso de la instalación para sofocar la revuelta en la prisión. La agencia siria SANA informó de que aviones de la coalición internacional -que encabeza Estados Unidos- están sobrevolando la zona y lanzando bombas de iluminación. Según la agencia del régimen de Bachar al Asad, en la prisión hay al menos 3.000 miembros del Estado Islámico, una cifra que el OSDH, con una red con informadores propios en el país, eleva a más de 5.000 personas de diferentes nacionalidades.

Un año después de proclamar la erradicación del "califato" del grupo Estado Islámico en Siria, las fuerzas kurdas aún mantienen unos 12.000 yihadistas en varias cárceles en el noreste de Siria, según sus estadísticas. Hay sirios e iraquíes pero también entre 2.500 y 3.000 extranjeros de unos cincuenta países.