Por Juan José Herrera |19 de febrero de 2020, 17:36 PM

El 7 de enero anterior falleció en Costa Rica José Rodolfo Ramírez, un joven liberiano de 15 años quien murió víctima de una meningitis amebiana.

El 14 de febrero pasado el Ministerio de Salud confirmó un nuevo caso de este mal en una pequeña de cuatro años de Cartago, la cual evoluciona positivamente gracias a la rápida atención de las autoridades médicas.

Seis años antes, en 2014, un niño estadounidense de 11 años perdió la vida luego de contagiarse del parásito en nuestro país.

Los tres son los únicos casos registrados en nuestro país por la Naegleria fowleri, la mortal ameba que ataca el cerebro y que se presenta mayormente en niños y jóvenes.

¿Por qué?

La respuesta tiene una explicación conductual, pero también una anatómica.

“La literatura nos indica que niños y jóvenes son la población de riesgo primero porque es más activa: tiende a sumergirse, a zambullirse, a ser muy activa en el agua, eso en el comportamiento, mientras que a nivel de anatomía hay una placa que se llama criboide, esa placa entre más joven sea la persona más porosa es, por ahí es la vía de entrada de la ameba para llegar al cerebro”, explicó Elizabeth Abrahams doctora en Microbiología de la UCR.

Abrahams estuvo a cargo de la investigación que el Ministerio de Salud encomendó a la Universidad de Costa Rica para confirmar la presencia de la Naegleria fowleri en aguas de Bagaces a partir del caso de enero anterior.

La experta aseguró que esa lámina ósea se va cerrando con los años, lo que explica esa disminución de casos en adultos.

Precisamente por esto el Ministerio de Salud analiza prohibir de manera definitiva el ingreso de menores de edad a aguas termales, que es uno de los lugares favoritos de la ameba para reproducirse debido a la calidez del agua.

Junto a esto el Ministerio prepara un reglamento que incluirá la obligatoriedad de colocar anuncios de advertencia en centros de recreo de aguas termales que anuncien la posibilidad de la presencia del parásito, así como la prohibición de sumergirse o bien utilizar toboganes u otros instrumentos que impulsen a la persona al agua. 

Según el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC por sus siglas en inglés), la tasa de mortalidad en Estados Unidos de este mal es superior al 97 %.

Solo 4 personas de las 145 que se infectaron en los Estados Unidos entre 1962 y el 2018 sobrevivieron.