Por José Fernando Araya |14 de noviembre de 2017, 15:44 PM

Una estela de duda rodea el entorno de la Tricolor. La clasificación al Mundial de Rusia 2018 se celebró por todo lo alto, pero hay que decirlo, no ocultó las falencias en el accionar de La Sele.

El cartel de mundialista quedó grande en estos dos últimos fogueos en suelo europeo y se pasó de alegría a frustración.

El amistoso ante España trajo el ridículo y el juego ante Hungría trajo los cuestionamientos desde todos los sectores. 

La derrota 1-0 en Budapest no hizo más que dejar un sin sabor incluso hasta el más positivo de los aficionados.

La preocupación es evidente cuando se observa a una Selección sin ganas, con escasas opciones de gol y hasta por ratos siendo visiblemente superada por un equipo de Hungría que solo derrotó a Letonia e Islas Faroe antes de La Sele en este 2017.

Pero lo que más preocupa es el predecible juego de la Tricolor. Estamos más que claros que Óscar Ramírez morirá con su sistema por más que el rival no te llegue a hacer daño como pasó con los húngaros en la segunda mitad.

¿El Machillo, los jugadores, las lesiones, el momento de los legionarios? Encontrar un culpable de la debacle es difícil. Históricamente contamos con paupérrimos registros en los amistosos previos a una Copa del Mundo, pero a estas alturas el hecho de no tener un rumbo claro en nuestro accionar asusta y mucho.

Sin gustar.

La mini gira europea cerró mal para La Sele y solo ratifica en el nivel que estamos a ocho meses del Mundial.

La Tricolor no gusta. Su juego es lento y sin ideas claras en ofensiva. Ya se probó a los que clamaban por una oportunidad y aún así la gente no está satisfecha.

Ante Hungría, Costa Rica tuvo más la pelota que ante los ibéricos, lógicamente la calidad del rival permitió esto. Precisamente ahí radican los cuestionamientos, ya que los hungaros no regaló mucho como rival y pese a esto no logramos vernos bien.

Jugadores como Johan Venegas, Kenner Gutiérrez y Óscar Duarte reprobaron en su accionar. De hecho los tres fueron de lo más cuestionados por los aficionados en redes sociales.  

El partido se mostró parejo en su inicio con una propuesta tímida por parte de ambos equipos.

Sin embargo, en un tiro libre que parecía inocente Nemanja Nikolic, aprovechó una desatención defensiva y la habilitación de Kenner Gutiérrez para desviar la pelota al minuto 37 y así poner el 1-0 definitivo.

La Sele no pudo decantarse de ese ingenuo gol en todo el partido, pero lo peor fue lo poco que mostró en ataque para querer, al menos, empatarlo.

El Machillo volvió a poner a sus habituales para encumbrar el rumbo, pero ni los intentos de Bolaños, Oviedo o Ortiz lograron volcar el marcador, más bien fue Leonel Moreira que sacó el colmillo para evitar el segundo de los europeos.

Así termina el año de La Sele, entre una espesa nube de cuestionamientos y con la figura de un Óscar Ramírez muy desgastada por un sector de la afición.

Esperemos que el 2018 traiga nuevos aires y cambie la preocupación por alegría. De momento la deuda queda pendiente por los jugadores y cuerpo técnico.