Por Ignacio Santos |24 de julio de 2017, 13:26 PM

Conozco desde hace 40 años el Poder Judicial. Algunos de mis más apreciados profesores fueron magistrados, jueces y defensores públicos. Varios compañeros ingresaron a la carrera judicial con gran éxito.

Como abogado y periodista en infinidad de veces he participado en juicios. En fin, conozco bien nuestro Poder Judicial. Con total certeza afirmo que la inmensa mayoría de los hombres y mujeres que allí trabajan son buenas personas, decentes, y que cada día tratan de hacer mejor su trabajo. En algunos casos, hasta poniendo en riesgo sus vidas.

Una segunda consideración, en una sociedad democrática como la nuestra el sistema de administración de justicia, de aplicación de las leyes a casos concretos, es la base misma de la democracia y de la convivencia pacífica y civilizada.

Hoy la mayoría, la inmensa mayoría de los funcionarios judiciales han suspendido labores para oponerse a posibles reformas del sistema actual de pensiones. Un tema polémico, que merece una discusión y un análisis cuidadoso y profesional. Pero no quisiera hablar sobre este tema en este momento.

Lo que ha conmovido al país es que como consecuencia de esta decisión de los funcionarios judiciales en la morgue judicial decenas de personas no pueden recibir los cadáveres de sus familiares para darle sepultura.

Esto es inhumano, desde todo punto de vista. Negarle el cuerpo de su hijo a una madre para que pueda darle el último adiós es, insisto, inhumano. Es un acto cruel, desalmado y brutal.

La mayoría de las buenas personas que trabajan en el Poder Judicial, y tengo el privilegio de conocer a muchas, no comparten ni apoyan este proceder.

En primer lugar porque va en contra de elementales principios de humanidad.

En segundo lugar, porque empaña, ensucia y mancha el trabajo abnegado y honrado de decenas de miles de costarricenses en casi dos siglos de existencia.

En tercer lugar, al margen de la razón o no del movimiento de huelga, con este proceder se están ganando el repudio y el rechazo de la mayoría de los ciudadanos.  Y terminarán pagando justos por pecadores.

Por el profundo respeto que le tengo a los jueces de la República, a fiscales, defensores públicos a los funcionarios que laboran desde en la más remota alcaldía hasta las salas de la Corte, no permitan que se mantenga el odioso, desgarrador e inhumano espectáculo de madres llorando por no poder recibir el cadáver su hijo.

Ni ellas, ni nuestro Poder Judicial, lo merecen.