3 de julio de 2017, 2:56 AM

—¡Qué van a vigilar allá!

—A los cocodrilos, quizá .

—Al Godzilla, el grandote que dicen que se comió a cuatro oficiales. O al jorobado .

La conversación es jocosa en el puesto fronterizo más norteño de Costa Rica en la costa del Caribe.

Luis Mora, Steven Delgado y Josué Obando, tres de los policías de fronteras que patrullan esta pantanosa zona que limita con Nicaragua -vestidos a pesar de la humedad de la temporada de lluvias con uniforme marrón de manga larga y botas y armados con fusiles-, hacen bromas sobre sus nuevos vecinos.

Se los puede ver a la distancia.

Son soldados nicaragüenses; a simple vista, unos cuatro.

Pero según cuentan los agentes de Costa Rica, son en total una decena y llevan allá desde noviembre, en un campamento construido en la playa junto a laguna que los costarricenses llaman Los Portillos y los nicaragüenses Harbour Head.

El cuartel es en realidad una cabaña improvisada de la que cuelgan unas hamacas, rodeada por tres tiendas de campaña , y situada a escasos metros de un asta coronada por una bandera deshilachada.

Se trata de una instalación rústica, ubicada en un entorno tan remoto que la única manera de acceder a él es caminando durante días por pantanales.

O por el río Colorado, como lo hizo BBC Mundo, a bordo de una lancha Eduardoño de 19,5 pies de la Policía Fronteriza, una flecha negra que a 37 kilómetros por hora parte en dos las aguas que desembocarán en el Caribe.

Pero por muy remoto e insignificante que pudiera parecer, el campamento se ha convertido en el centro de la más reciente disputa diplomática entre Costa Rica y Nicaragua , los países que más veces han acudido a la Corte Internacional de Justicia (CIJ, con sede en La Haya, Holanda) para resolver sus diferencias.

En esta ocasión, los representantes de San José recurrieron al principal órgano judicial de Naciones Unidas para conseguir que Nicaragua desplace a ese grupo de soldados 3.000 metros al norte. Y las audiencias públicas comienzan este lunes en el tribunal.

"Es que violan el territorio costarricense" , asegura Mora, mientras Delgado se coloca el pañuelo palestino que le cubre la cabeza y revisa su arma.

Eso, sin embargo, está por verse.

La decisión de si el campamento nicaragüense invade o no la tierra de Costa Rica le corresponde ahora a la CIJ.

Y de su fallo, que no se espera antes de cuatro años, depende también la soberanía sobre miles de kilómetros de mar territorial y sus recursos .

Mapa
BBC

Frontera cambiante

El destartalado campamento militar de Nicaragua, así como el puesto de la Policía de Fronteras costarricense, se asientan hoy en una zona que durante la ocupación española perteneció a la Gobernación de Nuevo Cartago y Costa Rica.

Creada en 1540, esta entidad administrativa y territorial del imperio español abarcaba toda la costa atlántica de Nicaragua y Costa Rica y parte de Panamá.

No fue hasta 1821, con la declaración de independencia de Centroamérica, cuando comenzaron las disputas fronterizas que se han extendido hasta la actualidad.

Como solución a la creciente tensión limítrofe entre Costa Rica y Nicaragua, el 15 de abril de 1858 se suscribió el Tratado Cañas-Jerez .

El acuerdo, que sigue vigente, estableció que la línea divisoria de ambos países parte de Punta Castilla (Isla Portillos), donde el río San Juan desemboca en el Caribe. Y se continúa trazando por la margen derecha del río, ya que éste pertenece a Nicaragua.

Pero esto no dejó a ambas partes contentas y fue necesario someterlo al arbitraje internacional, primero del presidente de Estados Unidos Grover Cleveland (1838-1908), y luego de un ingeniero militar, el también estadounidense Edward Porter Alexander.

En su último laudo, emitido en 1898, Alexander volvió a determinar que la línea divisoria la marca el río San Juan y que toda tierra a su derecha pertenece a Costa Rica .

Dicho así parece claro. Pero la realidad es mucho más confusa y cambiante en esta frontera fluvial que se extiende por 140 kilómetros.

El proceso de erosión marina ha sido tal en la zona que el mojón ubicado en 1897 como señal del inicio de la delimitación terrestre está hoy en el mar, a 500 metros de la línea de costa.

Además, el río San Juan y su brazo Colorado (del lado costarricense) no dejan de acumular sedimento.

"En invierno no hay paso allá, en la bocana. El mar entra hasta dentro", le explica el policía de fronteras costarricense a BBC Mundo, señalando a la desembocadura del río Colorado en el Caribe. "Pero en la temporada seca sale la arena de debajo".

Esto ha dado lugar a numerosos conflictos diplomáticos, seis de los cuales llegaron hasta la Corte Internacional de Justicia .

La última vez que el tribunal falló fue en 2015 y lo hizo a favor de Costa Rica, quien había demandado a Nicaragua en 2010 por presunta invasión de territorio, y refrendó su soberanía sobre el "territorio en disputa", el sector norte de Isla Portillos.

Sin embargo, no determinó a quién pertenece la "franja de costa lindante con el mar Caribe y que se encuentra entre Harbour Head/Los Portillos, una laguna que ambas partes concuerdan que es nicaragüense, y la desembocadura del río San Juan".

No lo hizo, tal como se recoge en la sentencia, porque ninguna de las partes se lo pidió.

Y es en algún punto de esa franja de costa, sobre una barra de arena, donde se sitúa el campamento militar de la discordia.

Desde la otra orilla de la laguna, es la mera visión de lo desangelado : una cabaña con techo de palma, rodeada de lonas viejas, sobre una playa grisácea salpicada de desechos que trae la marea.

Y aun así los policías costarricenses Luis Mora, Steven Delgado y Josué Obando se pasan el tiempo libre mirándola, esas horas en las que no están patrullando el río Colorado o cruzando los manglares con el agua hasta la cintura para prevenir el narcotráfico o la pesca ilegal.

"¿Te acuerdas de cuando colocaron la bandera en la mera mitad de la playa?" , pregunta uno. "¡Pronto la tuvieron que mover más allá!".

Costa Rica reivindica la franja de arena como suya y por eso volvió a acudir a La Haya este enero, para solicita al tribunal que establezca de forma clara el límite terrestre en ese punto, confirme que el terreno en el que se asienta el campamento es de ellos y que con eso se obligue a Nicaragua a desplazarlo.

Ante ello, además de mostrar su rechazo, el entonces viceministro de Relaciones Exteriores de Nicaragua y hoy ministro de la cartera, Denis Moncada, subrayó que tanto San José como la CIJ conocen desde hace años la existencia del campamento, "independientemente de su ubicación exacta".

"La Laguna es de Nicaragua y la tierra y los suampos (pantanos o humedales) de Costa Rica", le dice a BBC Mundo Edén Pastora, exguerrillero y actual delegado para el Desarrollo de la Cuenca del Río San Juan, nombrado para el cargo por el propio presidente de Nicaragua, Daniel Ortega.

"Y como la laguna de Harbour Head es de Nicaragua, el banco de arena también", insiste quien fue en su día el centro del conflicto fronterizo, cuando durante el dragado del río San Juan Costa Rica lo acusó de invasión.

"Así que Nicaragua puede hacer allí una discoteca, un supermercado o un cuartel. Lo que quiera", zanja.

Entonces, ¿por qué presentó Costa Rica la demanda ante la CIJ?

—Porque Costa Rica siempre está molestándonos. Quieren que parte del sur de Nicaragua sea de ellos y por eso, cada cinco, cada 10, cada 20, nos están molestando.

La clave: el mar

Pero otros analistas, alejando la vista de esa zona fronteriza pantanosa y desangelada, apuntan al océano.

Ese mar del que entró en noviembre del año pasado Otto, un huracán que cruzaría el país de lado a lado y arrasaría con media costa oriental, y cuyo salitre sigue quemando los árboles del litoral. Algo tiene de tétrico el bosque de troncos secos y blanquecinos que flanquean el recorrido entre la desembocadura del Colorado y la laguna Los Portillos/Harbour Head.

Pero los especialistas dicen que, dependiendo de cómo haga la delimitación la Corte, Costa Rica y Nicaragua podrían perder o ganar mar territorial.

En efecto, "no solamente interesa la demarcación en tierra, sino que debería coincidir con el punto inicial de la frontera marítima", escribió Nicolás Boeglin, profesor de Derecho Internacional Público de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Costa Rica, en un artículo publicado en la revista Nodal el 23 de enero de 2017.

Y con ello coincide Norman Miranda, experto en derecho internacional y magistrado del Tribunal de Apelaciones de Granada (Nicaragua).

De hecho, se lo reconoció el propio representante costarricense ante La Haya, Sergio Ugalde, a La Nación, un diario de su país: "A grosso modo estamos hablando de ese esquema específico: ¿de dónde sale la frontera? Representa varios cientos de kilómetros cuadrados de espacios marítimos ".

El abogado no habló de números, algo que sí hizo Miranda.

"Si la Corte se apega a los laudos Alexander, creo que el fallo podría favorecer a Nicaragua", le dijo al medio local El Nuevo Diario en marzo.

Pero "un fallo en contra de Nicaragua significaría que Costa Rica podría tener un arco de mar de hasta 14.000 kilómetros cuadrados" .

De momento, la Corte Internacional de Justicia ya ha fusionado la última demanda con aquella presentada en 2014 por Costa Rica para que se delimite qué porción le corresponde a cada país en el Caribe, así como en el Pacífico. Y las audiencias públicas empiezan este lunes, 3 de julio.

Sin embargo, hasta que haya sentencia, sea cual sea su naturaleza, el confín seguirá siendo una "línea divisoria tácita".

Así lo razona Carlos Murillo, profesor de la Escuela de Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Costa Rica.

"Los límites marítimos con Nicaragua son la única frontera que Costa Rica tiene pendiente, pues ya negoció con Panamá, Colombia y Ecuador", le explica a BBC Mundo.

"Costa Rica y Nicaragua nunca han delimitado sus espacios marítimos. Lo que ha habido es una línea divisoria tácita , que yo llamaría provisional, porque resultó de un proceso de negociación no finalizado", prosigue.

Según el especialista, es esa línea la que ha definido el espacio de mar sobre el que cada país ejerce la soberanía.

"Esto ha servido sobre todo para controlar las actividades pesqueras de naturaleza artesanal que se realizan en ambas costas", dice.

A eso se dedica la mayor parte de los habitantes de las islas fluviales de la zona, quienes viven de forma precaria, en muchos casos sin electricidad y recogiendo agua de lluvia para beber.

"Pero hay asuntos marítimos y marinos que son de mayor relevancia y que hacen indispensable que ese límite esté marcado con precisión", añade.

Se refiere al petróleo que podría haber en el lecho marino de esa zona y a la posibilidad de que Nicaragua pretenda otorgar concesiones para explorarlo, como ya lo hizo en 2008, después de que la CIJ aclarara qué aguas le correspondían y sobre cuáles tenía soberanía Colombia.

El motivo real de disputa, pues, parece estar a kilómetros del campamento militar nicaragüense instalado sobre una duna, en la última esquina del Caribe centroamericano.

"Pero ellos que sigan vigilando a Godzilla".

Las risas no se contienen en el puesto de la Policía de Fronteras costarricense.

Y al otro lado de la laguna alguien se levanta de su hamaca, como si presintiera que el chiste es sobre ellos.