La urbe más poblada de China levantó la semana pasada muchas restricciones tras mantener encerrados en casa durante dos meses a la mayoría de sus 25 millones de habitantes.
Los habitantes pudieron volver a las oficinas, escaneando unos códigos QR para demostrar no tenían COVID. El metro y los transportes públicos funcionaban nuevamente.
En Shanghái, el encierro de sus 25 millones de habitantes desde principios de abril provocó inusuales protestas contra la autoridad.
“Hace falta sentirse querido de alguna manera, acá uno no se siente querido, se siente abandonado”, dijo Juan Miguel, quien también lucha contra un cáncer.
Cientos de miles de personas positivas han sido llevadas a improvisados centros de aislamiento, ya que China no les permite efectuar cuarentena en sus casas.
El confinamiento por COVID-19 es tan estricto que no pueden ni siquiera salir al corredor de su casa.
El malestar ha calado entre muchos habitantes de la capital económica de China, exasperados por las dificultades de obtener comida durante el confinamiento.
Las autoridades reportaron el lunes 22.248 nuevos casos locales, de los cuales 2.417 eran sintomáticos.
La iniciativa busca frenar los contagios en la metrópolis confinada de 25 millones de habitantes.
Igual que sucedió en Moscú por la guerra, los ticos registrados en esos consulados no podrán ejercer su voto este domingo.
La periodista ciudadana fue condenada ayer a cuatro años de prisión por informar del inicio de pandemia en Wuhan.
Pese a las medidas de contención la epidemia sigue propagándose fuera de China. América Latina y África siguen siendo las únicas regiones libres del nuevo coronavirus hasta el momento.
