Por Ignacio Santos |6 de agosto de 2014, 13:28 PM

Iván Barrantes es una de las personas más cercanas al presidente, así lo ha reconocido don Luis Guillermo Solís.

Por eso nos parece indebido, inconveniente, no deseable, que uno de los asesores más cercanos al presidente de la República —con oficina en la misma Casa Presidencial — reconozca que trabaja ad honorem para el gobierno, pero que a la vez trabaja —según sus propias palabras — asesorando una empresa transnacional y tres nacionales.

Don Iván no da los nombres de estas empresas, pero resulta difícil imaginar que no tengan actividades en las que puedan existir relaciones o eventualmente contrataciones con el sector estatal.

Esto puede prestarse para malas interpretaciones, eventual colisión de intereses y riñe con los principios de transparencia y claridad en el ejercicio de la función pública, tan defendidos por el PAC desde su mismo acto de fundación.

Don Iván debe decidir si trabaja para el Gobierno, o da asesorías privadas a grandes empresas. 

Ambas actividades no parecieran compatibles con la exigencia de transparencia y vocación del servicio público que tanto ha defendido y proclamado el señor presidente y su partido, y que en gran medida contribuyó a su contundente triunfo electoral.

Este hecho empaña, en cierta medida la casa de cristal que don Luis prometió que sería la Casa Presidencial durante su administración. 

Don Luis está a tiempo, y también don Iván, de predicar con el ejemplo.