Por AFP Agencia |16 de septiembre de 2020, 5:29 AM

Repartidas a los pies de la inmensa meseta de Tih, en el centro del Sinaí, las tiendas de los beduinos lindan con la pista circular donde se celebran las tradicionales carreras de camellos, que habían estado interrumpidas durante seis meses a causa del coronavirus.

A principios de septiembre, los beduinos recibieron al fin la tan esperada autorización de reanudar las carrera de camellos.

El fin de semana pasado, rodeados por una espesa nube de polvo, cerca de 500 camellos, machos y hembras, se lanzaron a la pista bajo el griterío entusiasmado de cientos de hombres con kufiyyas y galabiyas tradicionales.

Un primer acontecimiento que no fue más que "un entrenamiento para la carrera internacional que debería tener lugar en octubre en Sharm el Sheij (este)", explica a la AFP Saleh el Muzaini, de 45 años, presidente del club de camellos de Nuweiba, en el este de la península del Sinaí.

Como en cada edición, un enjambre de camionetas transporta a los propietarios y a su séquito a lo largo de la pista, de dos kilómetros, para animar a los camellos a golpe de claxon.

Perpetuar la herencia

A la espalda, los animales de carrera llevan un yóquei mecánico, que los hace más ligeros y rápidos que si estuvieran montados por un hombre, equipado con una fusta que los competidores controlan a distancia.

Categoría por categoría, los camellos, seleccionados en función de su edad, entran en la pista, delimitada por dos terraplenes de arena.

Entre la multitud, Mustafa Abu el Fadl, geólogo en una compañía petrolera, ha llegado desde El Cairo con un grupo de amigos.

"Cuando escuché que se había organizado la carrera de nuevo, le dije a mis amigos cuán loco y maravilloso era. Había que venir a ver esto", cuenta el treintañero.

La carrera de 2 km se completa en unos diez minutos. Después entran en pista los carreros montados por niños, para una carrera de 10 km.

Para el jeque Hasan, de la tribu de los Alegat, organizadora del evento, lo que se pretende es perpetuar la herencia beduina.

"Hemos hecho que revivan las carreras" de camellos en los últimos años, explica a la AFP.

"Los camellos no van a desparecer. Si desaparecen, los beduinos también desaparecerán", agrega el jeque, quitando importancia a la pandemia de covid-19 con un gesto de la mano.

La pandemia impidió las grandes concentraciones, como las carreras de camellos, que en general se organizan cada dos o tres meses, pero no ha afectado al Sinaí, según el jeque.

La península -donde viven varios centenares de miles de habitantes- es un lugar seco y ventilado, un desierto donde la "distancia" de seguridad existe de forma natural, señala.

Durante el acto no se impusieron medidas sanitarias y ninguno de los participantes llevaba mascarilla.

En Egipto se han detectado unas 100.900 infecciones de coronavirus, incluyendo cerca de 5.650 muertes. El gobierno ha decidido reabrir gradualmente los lugares públicos desde julio.

Sin embargo, la interrupción de las carreras hizo que los propietarios de camellos perdieran dinero, según el jeque Hasan.

Los entrenadores y los veterinarios siguieron cobrando sin que los camellos generaran ninguna ganancia, comenta, y asegura que los propietarios perdieron entre 10 y 15 millones de libras egipcias (entre 634.000 y 951.000 dólares; entre 525.000 y 790.000 euros) en los últimos seis meses.

Afición cara

Pero el sábado el día terminó bien para Sleiman Hamad, un gerente de una cantera de mármol de 32 años, pues uno de sus camellos quedó primero en su categoría.

"Esto cuesta dinero pero es nuestra pasión", declara, sonriendo.

Los ganadores se van a casa con un trofeo y, sobre todo, una cotización al alza para sus camellos.

Estas carreras representan una fuente de ingresos adicional para algunos, siempre y cuando tengan los medios para mantener, alimentar y cuidar de los animales.

Se necesitan hasta 2.000 libras egipcias al mes (126 dólares, 105 euros) por camello solo para su alimentación.

Según el jeque, un camello bien entrenada puede revenderse por hasta 2 millones de libras egipcias (105.000 euros, 127.000 dólares).

Con todo, los beduinos del Sinaí del Sur miran de reojo a los países del Golfo, especializados en esta disciplina.

"Necesitamos su ayuda" financiera, apunta el jeque, que sueña con desarrollar la actividad en la región y hacerla más atractiva.

Los competidores también esperan la visita, en octubre, del presidente egipcio, Abdel Fatah al Sisi, a Sharm el Sheij, lo que podría dar proyección a su pasión.