Ubicado a poco más de 50 kilómetros de la capital, el volcán Irazú es un coloso recordado por su actividad entre el año 63 y 65 del siglo anterior.

Incluso en la memoria de muchos todavía viven los recuerdos del lahar que dejó daño a su paso la noche del 9 de diciembre del año 1963.

Para el año 2015 el Irazú comenzó a mostrar un incremento en su actividad y dos años después comenzó la formación de un nuevo lago durante el mes de octubre.

Fue en mayo del año anterior, específicamente el día 2 que turistas hindúes lograron grabar lo que se conoce como un seiche.

Se trata de un tsunami a lo interno de la laguna cratérica.

El seiche lo provocó la caída de al menos 4 hectáreas de material, según estimación de expertos de volcanes sin fronteras.

La caída del material de la pared interna oeste del coloso provocó una ola que se estimó en al menos 16 metros, causando erosión e inestabilidad en las paredes.

En la actualidad, el Irazú no tiene laguna cratérica, y la actividad registrada por el deslizamiento en la parte externa del macizo se considera como poco peligrosa, según la comisión nacional de emergencia.

La situación reciente en el Irazú es monitoreada por autoridades de emergencia y especialistas de la Universidad Nacional y Universidad de Costa Rica.