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Arantxa Echevarría: "No me queda más remedio que ser feminista en el cine"

DW habló con la directora de "Carmen y Lola", un film sobre el amor lésbico de dos jóvenes gitanas, y sobre el feminismo y las luchas por la igualdad de género, en el marco de la Semana del Film Feminista de Berlín.

10 de marzo de 2019, 15:45 PM

La historia de un amor prohibido entre dos jóvenes gitanas es el centro de la historia en la que se inscribe la película española "Carmen y Lola". Su directora, Arantxa Echevarría, que acaba de ganar el Premio Goya a Mejor Nueva Directora en 2019, vive con una agenda apretada, hija de la atención que está generando su película. Pero no todo es lo que parece, ya que la directora tuvo que esperar casi diez años desde que concibió la idea hasta verla materializada en la pantalla grande porque, según cuenta, a nadie le interesaba producir una historia de amor lésbico en el mundo gitano.

Del 7 al 13 de marzo se celebra en la ciudad de Berlín el festival de cine feminista "Berlin Feminist Film Week" que cuenta con una programación de diversos países y distintos temas. Aprovechando que "Carmen y Lola" se estrena en el festival, Deutsche Welle accedió a una exclusiva con la directora Arantxa Echevarría para hablar sobre ella, el feminismo y la situación actual en España.

DW: ¿Qué significa hacer cine feminista?

Arantxa Echevarría: Creo que hacer cine feminista implica hacer cine social, que es lo que más me interesa. Como soy mujer, me resulta complicado no hablar de ello, porque creo que hay una mirada, un relato y una narrativa muy masculina en el cine. Entonces, lo que podemos aportar nosotras, las mujeres, es nuestro punto de vista. Y obviamente, como feminista, me sale hablar de las mujeres y de las circunstancias que vive la mujer bajo un patriarcado y es muy complicado salir de la situación. Me resulta muy natural. No me queda más remedio que ser feminista en el cine.

Usted mencionó que la inspiración de "Carmen y Lola" nació de un artículo que leyó en el periódico sobre un matrimonio de mujeres celebrado en secreto en 2009, a casi cinco años de aprobada la ley de matrimonio igualitario. ¿Qué sintió al conocer la historia?

Me rompió el corazón por completo, porque la foto que enmarcaba el artículo era de ellas dos de espaldas, para no ver sus rostros, y los nombres eran falsos, por lo que era imposible reconocerlas. Es lo peor que le puede pasar a un gitano, porque es el momento más feliz de su vida, con una celebración de tres días con toda la familia, que tiene un núcleo muy importante, y termina siendo una visita de media hora al registro civil. Eso fue desolador. Ahí me imaginé cómo sería la historia de amor de estas dos chicas: qué lucha y qué camino tan largo tuvieron que vivir para llegar a dar ese paso para seguir siendo anónimas.

¿Por qué le llevó casi diez años filmar la película?

Pues me costó tantísimo tiempo rodar la película porque la homosexualidad es un tema muy tabú en el mundo gitano. También era un milagro conseguir dinero para la financiación porque las productoras decían que a quién le podría interesar una historia de amor de dos chicas gitanas, con actores no profesionales y dirigidos por una directora novel. También conseguir a las chicas lesbianas gitanas, que fueran de edad adolescente, (que al estar ocultas las tuve que ir a buscar), luego, introducirme en el mundo gitano, y luego hacer el casting… En fin, yo digo siempre que haber hecho esta película es un milagro.

¿Fue esta historia la razón por la que decidió inscribirla en el mundo gitano?

Sí, el ver esa noticia fue lo que me dio la chispa del génesis para la película. Pero en realidad siempre quise hablar del primer amor. Lo que pasa es que cuando leí el artículo ya supe dónde iba a ser ese primer amor. Y quería hablar sobre esto porque todas las películas que había visto hasta ese momento habían sido el primer amor desde el lugar del hombre, que se parece mucho, pero es diferente. Creo que el hombre omite la parte cursi en la que daríamos todo por ese primer amor al que creemos que jamás vamos a amar igual en un momento en el que hormonalmente somos un polvorín. Creo que faltaba ver el primer amor desde el punto de vista de una mujer.

¿Quiénes son Carmen y Lola para usted?

Carmen y Lola son cualquiera, chicos o chicas, adolescentes o mayores. Son cualquiera que luche por cambiar lo establecido y transformar un poco a la sociedad. Son todos aquellos que sean diferentes y que no se encuentran bien en el ámbito que les toca y quieren cambiar las cosas. Para mí, Carmen y Lola son las valientes, los valientes, los generosos, los que piensan que todo cambio es bueno y que no temen a ser uno mismo y a amarse a uno mismo, que creo es muy importante. Muchas veces hacemos lo que nos dice la familia y no lo que queremos. Hay que ser muy valiente para hacer lo que queremos.

¿Qué cambios nota en la sociedad desde 2009 a ahora en relación los derechos de las mujeres?

Ha habido muchos cambios desde que vi la noticia. Pero, por ejemplo, para la mujer gitana, creo que no ha habido ninguno. Sigue siendo la homosexualidad un tema tabú que se sigue llevando a escondidas. Se siguen aplicando a las mujeres gitanas las mismas penalidades de destierro o de cortarle el pelo al ras para que no puedan salir a la calle por vergüenza, porque la belleza de una mujer está en el pelo; o encerrarlas en casa con candado –fuera móviles, fuera libertades. En ese sentido, me temo que ha habido en estos diez años unos casos muy pequeños, y lo digo porque he hecho un casting de mil doscientos gitanos con los que he hablado. Ha sido casi milagroso que dos chicas se animaran a hacer el papel. Creo que todavía queda mucho por cambiar.

Para usted, ¿por qué situaciones pasa a diario una mujer que deben cambiar y que la sociedad no ve?

La mujer pasa por doscientas mil situaciones diarias que hay que cambiar. No es normal que en España muera una persona cada mes por violencia de género. Como también la mirada condescendiente del hombre hacia la mujer con el "Hola, bonita", como me decían a mí cuando iba yo con el proyecto [en referencia a la presentación del proyecto de su película Carmen y Lola, N. de la R.] "Pero bonita, es muy grande este proyecto para ti". La brecha salarial también, no es normal que una mujer haciendo el mismo trabajo que un hombre cobre menos o la falta de mujeres en órganos directivos dentro de las grandes empresas. Hay tantísimas cosas por cambiar, pero yo creo que todo va a basarse en la cultura y en la educación. Los niños son vírgenes en ese sentido, porque no ven ninguna diferencia de género, y somos nosotros, los adultos, los que les enseñamos a diferenciar y a potenciar lo masculino y a desvirtuar lo femenino.

¿Qué cree o espera que pueda lograr su película en la sociedad?

Yo no sé si una película es capaz de cambiar órdenes sociales. Lo que sí creo es que es una herramienta, y que los chavales o las chavalas, que en un momento dado necesitan de ella, pueden tomarla. A modo de ejemplo, te diría que me escribió una gitana de quince años por twitter, (esto de las redes sociales que democratizan todo), diciéndome que le había encantado la película, y que al día siguiente quería llamar a su madre para tomarse un café y charlar porque tenía mucho que decirle. En ese sentido, yo creo que es muy importante crear referentes de felicidad. Que a pesar de que seas diferente, puedes llegar a ser feliz. Esta es una película con un mensaje de esperanza.

¿Qué significa para usted el 8 de marzo y la huelga feminista?

El 8 de marzo para mí es un momento de unión para que todas las mujeres estemos a una, que trabajemos juntas el proyecto de futuro. En España, por ejemplo, los partidos políticos, ante la presión de tantas mujeres unidas por reivindicar nuestros derechos, están buscando formas de contentarnos. Lo cual está fenomenal, a mí me encanta. Los partidos están viendo qué hacer el 8 de marzo para mostrar su alianza hacia nosotras. Luego, habrá que ver si esa alianza es real, pero por lo menos movilizamos a la gente y hacemos que se plantee qué es lo que está pasando en el mundo de la mujer. Por ejemplo, VOX no va a hacer nada, y eso los coloca en su lugar.

Y otra cosa que hace el 8 de marzo es visibilizar también a los hombres feministas que son casi todos y que sería genial que vinieran a la manifestación porque el feminismo no es más que petición de igualdad. No somos ni mejores ni peores, sino que queremos las mismas oportunidades. Y que estén los hombres con nosotras implica que el feminismo es global y no sólo cosa de mujeres.

(cp)

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