Por AFP Agencia |14 de septiembre de 2018, 9:37 AM

Gennady Golovkin, hasta hace poco más de un año, era un campeón con corona pero sin esperanzas. Dominante absoluto en las 160 libras, el kazajo no se cansaba de retar públicamente a Saúl Álvarez para tratar de asegurar peleas con bolsas millonarias, luego de gastar la mayor parte de su carrera en carteleras con bajos números de televisión.

Con 36 años y con poco que mostrar en el deporte, para Golovkin es vital sumar cheques considerables en sus últimas apariciones dentro del ring y, para ese propósito, su mejor aliado es el mexicano Canelo Álvarez.

El apodado "GGG" decidió emigrar a Estados Unidos para ponerse a las órdenes del experimentado entrenador mexicano Abel Sánchez en 2012, y desde entonces su carrera empezó a subir como la espuma, aunque los cheques no llegaban del mismo tamaño que las victorias.

Venció a los mejores rivales de su división, incluyendo a David Lemieux, Martin Murray y Dominic Wade, con apariciones que lo colocaban como el mejor boxeador del momento, pero irónicamente eso no era suficiente para convertirlo en un peleador rentable.

Fue entonces cuando, como arma letal y directa, Golovkin empezó a desarrollar el gancho al hígado, herramienta predilecta del otrora campeón mexicano Julio César Chávez, algo que despertó un sentimiento de simpatía dentro del público azteca.

"Mi estilo de pelear nació de ver las peleas del gran Julio César Chávez. Quiero ser como él", opinó Golovkin hace un tiempo, tratando de ganarse el respeto de la afición mexicana, la más numerosa en Estados Unidos. 

"Él es mejor que yo".

Y pronto lo consiguió. De esa relación de empatía nació también el rito de salir al ring con un sombrero de charro y repitiendo hasta el cansancio que su estilo de boxear era "mexicano", por ser frontal y demoledor al punto que solamente cinco de sus 39 peleas llegaron en la distancia. La última, curiosamente, en el empate ante Canelo, que supuso la primera igualada de su carrera.

"Yo no creo que Golovkin sea como yo. Él es mejor", fue la respuesta de Chávez ante los cumplidos del kazajo.

La aceptación de los mexicanos ha llegado a tal punto que, en el primer combate ante Canelo, el T-Mobile Arena se dividió entre los dos boxeadores, que brindaron una de las mejores peleas de los últimos tiempos.

Golovkin era considerado como una máquina de triturar rivales hasta antes de la primera pelea, donde pese a la polémica por las tarjetas de los jueces que decretaron el empate, quedó la impresión de que "GGG" había perdido un poco la fuerza en su pegada.

Con la posterior cancelación de la segunda entrega el 5 de mayo, luego de que Canelo diera positivo en un control antidopaje, Golovkin decidió aceptar un combate en Los Ángeles frente a Vanes Martirosyan, a quien noqueó en dos rounds para una victoria que no alcanzó a disipar las dudas sobre su nivel actual.

Aunque poca gente en México podría descifrar en un mapa en donde se encuentra Karaganda, la ciudad natal de Golovkin, una mayoría ha adoptado la causa del kazajo, asumiendo que mientras represente sus raíces es digno de ser llamado hermano.