Por Yahaira Piña |7 de diciembre de 2017, 3:07 AM

Una abuela, su hija y nietos viven en un rancho que aparte de estar a punto de caer no cuenta con servicios de agua y luz.

Sueño de navidad lo lleva en esta ocasión hasta Barva de Heredia para conocer la historia de esta humilde familia.

Latas y tablas viejas dan forma a la cocina de esta jefa de hogar. En un fogón prepara los alimentos de su familia.

El humo le provoca crisis de asma pero no tiene otra opción, es eso o no comer.

Cuando llega la hora de lavar los trastes y la sencilla acción de abrir la llave de un tubo es un lujo que ella no conoce.

Debe almacenar el agua en botellas con el riesgo para la salud que eso puede representar.

El agua se la vende una vecina. Para obtenerla deben caminar por un trillo sumamente resbaloso.

Su nieto es quien le ayuda a jalarla.

Asumió el cuido de sus nietos porque su hija padece un problema mental.

Más que una abuela, la ven como una madre pues es quién vela por ellos.

Xinia trabajó 9 años como miscelánea del hospital de Heredia pero renunció cuando los problemas mentales de su hija empeoraron.

Ahora se gana una platita limpiando casas pero con suerte reúnen 15.000 colones por semana.

David, el nieto mayor también ayuda. Estudia de noche y durante el día cuida unas ovejas que pertenecen al dueño de la propiedad.

También repara artefactos eléctricos.

 

Lo poco que gana es para comprar comida y pagar el agua. Por eso no tienen más alternativa que vivir en estas condiciones.

Con las lluvias la situación empeora, el lugar es frío y el viento les despega las latas que sirven de pared.

El baño se encuentra junto a la cocina y fuera del rancho está el servicio sanitario. Ya son seis años de vivir de en estas condiciones.

Las navidades llegan sin regalos ni cenas especiales.

Para esta familia tener una casa digna sería lo mejor que les pueda pasar.

Una casa digna, que tenga piso, donde puedan abrir una llave y obtener agua, un lugar donde duerman sin temor a mojarse, donde Xinia no sufra más por el humo y donde los niños puedan estudiar. Ese es el sueño de esta familia.

Un sueño inalcanzable para ellos pero que podría ser realidad con la generosidad de los costarricenses.